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Bebés gemelos: Similares pero diferentes

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jueves, 3 de marzo de 2011

¿El Bebé se parecerá al padre o la madre?


¿A quién se parecerá mi hijo?
Ésta es una cuestión a la que resulta imposible responder, y vas a comprender por qué.

Tanto en lo que respecta al físico como al carácter, tu hijo dependerá de las particularidades hereditarias transmitidas por los cromosomas que sus padres le han legado. La primera célula que dará origen al embrión estará constituida por la unión del óvulo (formado en uno de tus ovarios), que contiene 23 cromosomas, y un espermatozoide de tu marido (contenido en su esperma, el cual se forma en los testículos), que contiene asimismo 23 cromosomas.

Los cromosomas son una especie de pequeños filamentos, situados en el núcleo de todas las células del organismo, y que son el vehículo de los caracteres hereditarios a lo largo de las generaciones.

El niño heredará pues características procedentes mitad de su padre y mitad de su madre, lo cual no significa que el niño sea un calcó de tu marido y tuyo a partes iguales, y eso por dos razones: en primer lugar, porque los cromosomas que le has transmitido (y los que le ha transmitido tu marido) provienen a su vez de la mitad de tu padre y la mitad de tu madre, y así indefinidamente.

En resumen, cada uno de sus ascendientes imprimirá su huella sobre el niño, huella por supuesto menos precisa cuanto más alejada en el tiempo. Cada uno de nosotros ha heredado ciertas características, más o menos difuminadas, que provienen de lejanos ancestros de la Edad Media o de la época de las cavernas, y que transmitiremos aún más difuminadas a nuestros hijos y nietos.

Y en segundo lugar, porque ciertos caracteres hereditarios son más vigorosos que otros; se trata de caracteres dominantes, por oposición a los caracteres recesivos, menos vigorosos. Así, los ojos oscuros prevalecen sobre los claros, y los cabellos rizados sobre los lisos. No obstante, los caracteres recesivos, habitualmente ocultos, pueden reaparecer en el niño cuando se ven reforzados por la existencia conjunta en ambos progenitores.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Consejos sobre Ocio y Vacaciones en la Embarazada


Los ratos de ocio deben orientarse a la distracción, la relajación y sobre todo SI descanso, en especial si realizas un trabajo fatigoso. Unas hofas de reposo tendida sobre el sofá, con las piernas ligeramente elevadas, te liberarán de las fatigas acumuladas durante los períodos de mayor actividad.

Durante las vacaciones, debes saber que:

— los baños de sol son perjudiciales para la piel (paño) y para la circulación venosa. Para cualquier exposición al sol debes proveerte de una sombrilla;

— el baño, ya sea en el mar, en la piscina o en el río, te permite practicar la natación, que constituye uno de los deportes más convenientes en tu estado. Sin embargo, debes tener la precaución de no bañarte jamás en agua fría. Asegúrate pues de la temperatura del agua y mójate de modo progresivo, comenzando por la nuca y la boca del estómago. Por otro lado, la hora del baño en relación con la última comida realizada no tiene ninguna importancia, prácticamente; las fatídicas tres horas después de las comidas, de obligado cumplimiento en nuestra infancia, en realidad carecen de base, ya que la digestión necesita entre seis y ocho horas;

_la altura, por encima de los 1.500 metros, no es recomendable para la mujer encinta, pues dificulta la respiración y disminuye la oxigenación;

_ la inmersión está asimismo prohibida, a causa de los mismos problemas respiratorios;

— respecto al tabaco, abstente de fumar o en todo caso no superes los 5 cigarrillos diarios, ya que la nicotina es muy nociva para el crecimiento del feto.

martes, 1 de marzo de 2011

Actividad sexual y embarazo



La actividad sexual en el embarazo ha sido objeto de varios estudios en los últimos años. Cabe citar los de: Masters y Johnson, sobre una muestra de 101 mujeres encinta; Solberg, sobre 260 mujeres; Pasini, sobre 100 mujeres, y Vellay, sobre otras 100.

Con todo, el más importante es el realizado por Schebat en el hospital internacional de la universidad de París, sobre una muestra de 272 mujeres embarazadas, del cual se han tomado los datos siguientes:

1. Promedio de edad de las mujeres encuestadas: 28 años.

2. Nivel de escolarización: estudios medios y superiores.

3. Frecuencia media de relaciones sexuales en el año anterior al embarazo:
— de 20 a 24 años: 3,86 coitos por semana;
— de 25 a 29 años: 3,05 coitos por semana;
— de 30 a 34 años: 2,25 coitos por semana;
— más de 35 años: 2,50 coitos por semana.

4. Frecuencia media de relaciones en el curso del embarazo:
— primer trimestre: 2,82 coitos por semana;
— segundo trimestre: 2,74 coitos por semana;
— séptimo y octavo mes: 1,87 coitos por semana;
— noveno mes: 0,76 coitos por semana.

5. Porcentaje de mujeres que hayan tenido al menos un contacto sexual en el último mes del embarazo: 58 %.
Tales cifras muestran una disminución de la frecuencia de relaciones sexuales a medida que avanza el embarazo, y asimismo en relación con la frecuencia antes del embarazo. Los estudios de Solberg y de Pasini apoyan dicha conclusión; no ocurre así con los de Masters y Johnson, que hablan de un aumento de la frecuencia en el segundo trimestre del embarazo. Por otra parte, las multíparas mantienen durante más tiempo su frecuencia normal, en contraposición a las primerizas.

Los casos, se da un paralelismo entre la frecuencia de coitos antes del embarazo y durante el mismo: «Las mujeres sexualmente muy activas fuera del embarazo —contacto sexual una o varias veces al día— mantienen una actividad y una frecuencia superiores a la media hasta bien avanzado el mismo. Por el contrario, las que sólo tienen contacto sexual una o dos veces por semana cesan en su actividad sexual bastante pronto, no manteniendo, prácticamente, relaciones sexuales a partir del séptimo mes».

lunes, 28 de febrero de 2011

Embarazo y Parto - El rol del Padre


Ha habido siempre una tendencia generalizada a alejar al futuro padre del mundo misterioso del embarazo y el parto. Puede parecer paradójico si se piensa que está directamente implicado en esta etapa fundamental de la vida de la pareja.


Afortunadamente, es preciso reconocer que desde hace algunos años su papel tiende a ser menos pasivo, y que un número creciente de padres van tomando conciencia de que el hecho de tener un hijo es cuestión de la pareja, y no tan sólo de la madre.
Resulta evidente que su papel físico, anatómico, es menos importante que el de la madre; sin embargo, su papel moral y psicológico es capital.

En efecto, debe ayudar moral y psicológicamente a su esposa desde el comienzo del embarazo; pero también materialmente, evitándole trabajos fatigosos. Me parece justo que desde los primeros meses tome conciencia de que, con un mínimo esfuerzo, puede constituir una eficaz ayuda, encargándose de una multitud de pequeñas tareas, que son el pan cotidiano de la vida familiar, y que los hombres suelen dejar en manos de las mujeres.

Un marido consciente debe esforzarse a cada momento en evitar a su esposa encinta cualquier sobrecarga de trabajo, condescendiendo para ello en lavar los platos, hacer la compra u ocuparse de los niños. Así, por medio de múltiples atenciones diarias, podrá descargar a su esposa de un exceso de fatiga, y jugar un papel activo en los meses del embarazo.

Debe asimismo asistir a las clases de preparación para el parto y tomar parte activa en la repetición de los ejercicios en casa.

Todas esas ocupaciones impiden al padre sentirse ajeno al milagro del nacimiento.

También es conveniente que, siempre que le sea posible, acompañe a su esposa a la consulta, a fin de seguir de cerca el proceso del embarazo y compartir con ella sus alegrías.

La pareja actual vive el embarazo como algo compartido.

Respecto al momento del parto, más adelante hablaré de lo conveniente que es la presencia del padre, sobre todo en el parto «sin violencia». No existen en efecto razones válidas para privar al padre de la alegría de estar presente en el nacimiento de su hijo.

Dado que el niño ha sido engendrado y deseado por los dos, y que ambos han compartido la larga espera, el nacimiento debe asimismo ser vivido por los dos miembros de la pareja.

Por supuesto, no se trata de obligar a un padre reticente a asistir al parto de su esposa, lo que podría acarrear un trauma psíquico. Sin embargo, considero que un padre que ha seguido muy de cerca el embarazo de su compañera experimentará el vivo deseo de asistir al parto, sobre todo si se trata de un «nacimiento sin violencia», en el que el aspecto quirúrgico, técnico y por lo tanto impresionante deja sitio a un clima de sosegada ternura, más adecuado para la llegada del bebé.

domingo, 27 de febrero de 2011

La Herencia en el Embarazo


Tenemos unos padres de ojos marrones, cada uno de los cuales tiene algún ascendiente de ojos azules. Ambos llevan en sus cromosomas el carácter que indica ojos azules, si bien en estado recesivo, pues de lo contrario los dos tendrían los ojos de ese color.

Si el azar hace que cada progenitor transmita al niño el carácter «ojos azules», éste es reforzado y se convierte en dominante; por consiguiente, el niño puede tener los ojos azules.

Esta transmisión de las particularidades físicas se da igualmente en el caso de las características morales, los rasgos del carácter y las dotes artísticas, si bien en este campo las cosas no resultan tan claras, dada la influencia preponderante del ambiente (entorno social, educación, amistades, etc.), que impone su impronta particular.

Es asimismo indiscutible que ciertas «debilidades» constitucionales o ciertas afecciones pueden ser transmitidas por la herencia. Citemos las «tendencias» hereditarias más conocidas: reumatismo, fragilidad venosa y varices, diabetes, asma, etc. Respecto a las enfermedades de transmisión hereditaria, citaré la hemofilia, el albinismo, ciertas sorderas, etcétera.

La posible existencia de esas taras en estado recesivo, es decir oculto, explica por qué los matrimonios consanguíneos son absolutamente desaconsejables. El hecho de tener los mismos ascendientes aumenta el riesgo de que ambos progenitores tengan la misma tara en estado recesivo, favoreciendo su aparición en el niño.

Resumiendo, queda claro ahora que tu hijo va a recibir en herencia una multitud de posibles características físicas e intelectuales, que se combinarán o se eliminarán unas a otras, siguiendo las leyes de la genética y las leyes que rigen las matemáticas de los grandes números.

La complejidad de tales procesos hace que al final las características del niño parezcan depender del azar, si bien con una clara pero imprevisible influencia de los ascendientes más directos: los padres y los abuelos.

sábado, 26 de febrero de 2011

El embarazo también puede disminuir el deseo sexual


El embarazo puede asimismo disminuir el deseo sexual

Muchas mujeres sufren, por el contrario, cierta inhibición sexual que les hace apartarse de su marido- Dicha inhibición puede tener diversas causas.

Muy a menudo, se apoya en el temor, tal vez inconsciente, de que el acto sexual pueda resultar peligroso para el niño o para el útero.

Por otra parte, la inhibición sexual se explica por el hecho de que, absorbida por el futuro nacimiento, la mujer encinta tiene tendencia a devenir más madre que esposa y, ya volcada hacia el futuro bebé, a descuidar a su marido.

Finalmente, las dificultades sexuales pueden traducir un rechazo más o menos inconsciente del embarazo, ya sea por las consecuencias físicas que^acarrea (el abultado vientre, las grietas, el paño, etc.), o bien porque el niño no sea deseado, lo que provoca en la madre agresividad o sentimiento de culpa.

En cualquier caso, la mujer buscará inconscientemente, mediante el rechazo del acto sexual o del orgasmo, castigarse o castigar al marido, responsable de su estado.

La actitud del marido es determinante, pues amplificará las tendencias espontáneas de su esposa. Tierno y atento, sabiendo demostrarle que sigue estando tan deseable como antes —si no más—, el hombre contribuirá al completo goce de su compañera, cuya sexualidad podrá alcanzar cotas jamás sospechadas fuera del embarazo.

Si por el contrario se muestra distante o reticente, favorecerá los factores inhibitorios y de infravaloración expuestos anteriormente.

La mujer embarazada tiene con frecuencia dos vías a su disposición: la triunfal —que conlleva el goce moral, físico y sexual— y la desastrosa de la culpa, la angustia y el temor. El hombre juega un papel preponderante a la hora de ayudarla a introducirse por una u otra vía.

viernes, 25 de febrero de 2011

El embarazo puede aumentar el deseo sexual


Sexualidad y embarazo
Ignorado durante mucho tiempo por ser considerado tabú, este tema, de gran interés para las parejas, merece sin embargo que se le conceda un poco de atención.

El embarazo puede aumentar el placer sexual
Durante el embarazo, y especialmente en el curso del segundo trimestre, algunas mujeres experimentan un incremento del deseo y del goce sexual. Según los célebres sexólogos norteamericanos Masters y Johnson, un 80 % de mujeres descubren así una intensidad de placer jamás imaginada, e incluso un buen número de ellas logran por primera vez un orgasmo, rechazado hasta entonces por una frigidez más o menos aceptada.

Tal liberación e intensificación sexuales se explican por diversas causas. A lo largo del embarazo, el organismo de la mujer se halla literalmente inundado de foliculina, fabricada por la placenta. Esta sustancia está considerada como la hormona de la feminidad y de la sexualidad.

Intensifica la reacción de las zonas erógenas (la vulva, los senos), y favorece la congestión de los órganos del bajo vientre, de la pelvis. En efecto, durante el embarazo todos los órganos del bajo vientre sufren un aumento importante de irrigación sanguínea; dicha congestión pelviana favorece la excitación y la satisfacción sexual.

Cabe asimismo hablar del papel congestionante —y en conclusión sexualmente excitante— del aumento de las hormonas durante la ovulación, de ciertas sustancias, como las especias, o de fenómenos puramente mecánicos, como un largo trayecto en coche o en tren.

A esos factores hormonales se afiaden factores psíquicos: la mujer se siente colmada y en la cima de su feminidad triunfante. El embarazo es su justificación, la autoriza a abandonarse sin remordimientos a su naturaleza de mujer; la eterna dualidad entre mujer y madre queda momentáneamente abolida...

Por otro lado, el miedo a quedar embarazada, que tan a menudo frena la participación femenina en el acto sexual —incluso si tal miedo se ve atenuado por el uso de anticonceptivos—, queda por supuesto suprimido en el curso del embarazo, con lo que desaparece ese freno.

jueves, 24 de febrero de 2011

Los Deportes en el Embarazo


Hay algunos muy convenientes en tu estado; otros son peligrosos, y en consecuencia deben evitarse. Son peligrosos a causa de los movimientos bruscos y sacudidas que pueden imprimir al útero, y no —como he leído en alguna ocasión— por temor a que un choque sobre el útero pueda desprender la placenta.

Tal hipótesis es totalmente irrealizable (excepto en el caso de un choque tan violento que podría matar a la madre), y no se apoya en ningún dato científico.

Cualquiera que sea la causa (un viaje en coche, trabajos agotadores, deportes violentos, etc.), las sacudidas infligidas al útero pueden ocasionar abortos e interrupciones del embarazo. Ésa es la razón de que, ante la amenaza de aborto o las repetidas interrupciones del embarazo, el médico prescriba ante todo reposo absoluto, mucho más eficaz que cualquier medicina.

Por consiguiente, consulta siempre al médico antes de emprender o continuar un deporte o una actividad que requiera gran esfuerzo físico.

Sin embargo, debes saber que son particularmente peligrosos la equitación, el motorismo, el esquí, el judo y, de modo general, todos los deportes brutales o violentos.

Por el contrario, resultan beneficiosos, a condición de practicarlos con moderación: la marcha, el ciclismo, la danza clásica, la gimnasia, el tenis y, sobre todo, la natación. De todos modos, no hay que llegar nunca a fatigarse, ni seguir un entrenamiento intensivo de competición, cualquiera que sea el deporte practicado.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Alteraciones de la Piel en el Embarazo - Estrías y Tratamientos


Las estrías
En número y dimensiones variables, surgen sobre la piel del vientre, las caderas, la cara externa de los muslos y los senos. Más o menos rojizas al principio, se vuelven blancas después del parto, pero permanecen indelebles.

Las causas que las provocan son muy poco conocidas; lo cierto es que el mecanismo es hormonal. Pueden aparecer estrías fuera del embarazo, por ejemplo en ciertas enfermedades de las glándulas suprarrenales.

Las estrías se deben a una rotura del tejido conjuntivo de la piel. La distensión mecánica de la piel del vientre no parece jugar un papel importante en su aparición, pese a que se suela decir lo contrario.

Si la obesidad acarrea un aumento de la frecuencia de grietas, se debe a fenómenos hormonales que acompañan a dicha obesidad, antes que a la distensión mecánica. Por otra parte, la presencia de grietas en los senos y caderas constituye otra prueba.

No existe tratamiento alguno, de índole cosmética o médica, para impedir la aparición de las grietas o hacerlas desaparecer, dado que ni siquiera se conocen las causas.

No tiene pues la menor utilidad que te embadurnes con diversos productos nutritivos, suavizantes, tonificantes, vitaminados, etc., tan ineficaces los unos como los otros, y a menudo de elevado precio. La credulidad de las mujeres y la imaginación de los comerciantes no tiene límite (suero de caballo, extractos de embrión, de placenta, de vegetales, de silicio, de aceite de yisón, de puerco espín y no sé de cuántas cosas más). Te repito que son total y absolutamente ineficaces.

Por fortuna, las grietas sólo aparecen en una de cada tres mujeres, aproximadamente, y son en general bastante discretas.

Tratamiento de las alteraciones de la piel
Como acabo de explicar, las modificaciones de la piel en el curso del embarazo se deben a causas hormonales. Dado que la saturación hormonal del organismo es una característica del embarazo, es fácil comprender que no pueda hacerse gran cosa.

Para los cuidados de belleza del cutis y el cuerpo utiliza productos sencillos. Huye sobre todo de los productos reputados como maravillosos, y más o menos extravagantes, con que te tientan a diario. No olvides consultar a un dermatólogo si tienes el menor problema.

martes, 22 de febrero de 2011

Dolores en el Embarazo - dolores musculares y articulares


Son frecuentes y diversos. Puede tratarse de calambres o bien de un persistente dolor. Con mucha frecuencia se localizan al nivel del vientre, y se deben a la presión que el dilatado útero ejerce sobre los distintos órganos abdominales. Es fácil comprender que, dado el considerable espacio ocupado por el útero, dichos órganos se hallen faltos de espacio.

Así por ejemplo, puede presionar el hígado y la vesícula biliar, en el lado derecho, así como el bazo, provocando dolores altos, que los movimientos y patadas del niño no hacen sino intensificar.

Más abajo, la cabeza del niño tiende a comprimir la vejiga, por delante, y los ángulos intestinales, a ambos lados, así como los vasos sanguíneos de la pelvis menor, lo que produce varices internas, origen de dolores «al nivel de los ovarios» (por supuesto, no son los ovarios los que duelen).

El útero puede asimismo ejercer presión sobre los numerosos nervios que recorren la pelvis menor, ocasionando dolores de ciática, que se extienden hacia la pierna.

A causa de su peso, el útero exagera igualmente el arqueo de la columna vertebral, lo que acaba por provocar fatiga y dolores dorsales,, sobre todo por la noche o tras permanecer en pie o sentada demasiado tiempo.

Finalmente, puede tratarse de un auténtico dolor generalizado de los huesos pélvicos, de origen poco conocido.

Todos los procesos dolorosos citados se deben en resumidas cuentas ajt considerable volumen ocupado por el útero, a la molesta presión que ejerce sobre los demás órganos y al incremento de esfuerzo que impone a la columna vertebral. Debido a este origen esencialmente mecánico, es muy difícil que el médico pueda aliviarte.

Quizá te prescriba vitaminas B y C y sales de potasio, cuyos efectos no siempre resultan evidentes. Pero es esencial que evites fatigarte inútilmente, permanecer de pie o caminar demasiado tiempo, así como transportar un exceso de peso o dormir sobre un colchón muy blando.

En caso de ciática particularmente dolorosa, puedes tomar aspirinas, siempre con moderación.