Son frecuentes y diversos. Puede tratarse de calambres o bien de un persistente dolor. Con mucha frecuencia se localizan al nivel del vientre, y se deben a la presión que el dilatado útero ejerce sobre los distintos órganos abdominales. Es fácil comprender que, dado el considerable espacio ocupado por el útero, dichos órganos se hallen faltos de espacio.
Así por ejemplo, puede presionar el hígado y la vesícula biliar, en el lado derecho, así como el bazo, provocando dolores altos, que los movimientos y patadas del niño no hacen sino intensificar.
Más abajo, la cabeza del niño tiende a comprimir la vejiga, por delante, y los ángulos intestinales, a ambos lados, así como los vasos sanguíneos de la pelvis menor, lo que produce varices internas, origen de dolores «al nivel de los ovarios» (por supuesto, no son los ovarios los que duelen).
El útero puede asimismo ejercer presión sobre los numerosos nervios que recorren la pelvis menor, ocasionando dolores de ciática, que se extienden hacia la pierna.
A causa de su peso, el útero exagera igualmente el arqueo de la columna vertebral, lo que acaba por provocar fatiga y dolores dorsales,, sobre todo por la noche o tras permanecer en pie o sentada demasiado tiempo.
Finalmente, puede tratarse de un auténtico dolor generalizado de los huesos pélvicos, de origen poco conocido.
Todos los procesos dolorosos citados se deben en resumidas cuentas ajt considerable volumen ocupado por el útero, a la molesta presión que ejerce sobre los demás órganos y al incremento de esfuerzo que impone a la columna vertebral. Debido a este origen esencialmente mecánico, es muy difícil que el médico pueda aliviarte.
Quizá te prescriba vitaminas B y C y sales de potasio, cuyos efectos no siempre resultan evidentes. Pero es esencial que evites fatigarte inútilmente, permanecer de pie o caminar demasiado tiempo, así como transportar un exceso de peso o dormir sobre un colchón muy blando.
En caso de ciática particularmente dolorosa, puedes tomar aspirinas, siempre con moderación.
Así por ejemplo, puede presionar el hígado y la vesícula biliar, en el lado derecho, así como el bazo, provocando dolores altos, que los movimientos y patadas del niño no hacen sino intensificar.
Más abajo, la cabeza del niño tiende a comprimir la vejiga, por delante, y los ángulos intestinales, a ambos lados, así como los vasos sanguíneos de la pelvis menor, lo que produce varices internas, origen de dolores «al nivel de los ovarios» (por supuesto, no son los ovarios los que duelen).
El útero puede asimismo ejercer presión sobre los numerosos nervios que recorren la pelvis menor, ocasionando dolores de ciática, que se extienden hacia la pierna.
A causa de su peso, el útero exagera igualmente el arqueo de la columna vertebral, lo que acaba por provocar fatiga y dolores dorsales,, sobre todo por la noche o tras permanecer en pie o sentada demasiado tiempo.
Finalmente, puede tratarse de un auténtico dolor generalizado de los huesos pélvicos, de origen poco conocido.
Todos los procesos dolorosos citados se deben en resumidas cuentas ajt considerable volumen ocupado por el útero, a la molesta presión que ejerce sobre los demás órganos y al incremento de esfuerzo que impone a la columna vertebral. Debido a este origen esencialmente mecánico, es muy difícil que el médico pueda aliviarte.
Quizá te prescriba vitaminas B y C y sales de potasio, cuyos efectos no siempre resultan evidentes. Pero es esencial que evites fatigarte inútilmente, permanecer de pie o caminar demasiado tiempo, así como transportar un exceso de peso o dormir sobre un colchón muy blando.
En caso de ciática particularmente dolorosa, puedes tomar aspirinas, siempre con moderación.