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domingo, 22 de mayo de 2011

Recién nacido - como siente el nacimiento


Cómo vive y siente el niño su nacimiento

Dice Marilyn Ferguson: «Los descubrimientos de los investigadores del cerebro y los de las disciplinas anexas están produciendo profundos cambios en las teorías científicas y en la sociedad. Ello produce reacciones en cadena en medicina, psiquiatría y pedagogía.

Las teorías sobre la naturaleza de la inteligencia están desquiciadas. Un maremoto arrastra a los científicos a experiencias que, hace apenas diez años, pasaban por maniobras de charlatanes: estados alterados de la conciencia, curaciones no ortodoxas, parapsicología...

»Cuando se hallan reunidos los descubrimientos de las diversas disciplinas, surge una imagen de las posibilidades y complejidades humanas que difiere de la idea que se suele tener del hombre, al igual que el sol es distinto de una bombilla eléc-(rica...
»A medida que se amplía el campo de la investigación, el número de fenómenos aumenta en progresión geométrica, obligando a revisiones continuas de las teorías existentes...»

Dado que los primeros meses de la vida dejan huellas indelebles en la personalidad del niño, algunos pensaron que el nacimiento podía marcar al inconsciente.

Esta idea no es nueva; la expuso por primera vez el psiquiatra vienes Otto Rank, en 1927, en su libro El trauma del nacimiento.
Desde hace unos veinte años, numerosos teóricos del campo de la psicología han atraído de nuevo la atención sobre la prueba, psicológica y físicamente terrible, que supone el nacimiento. Pero sólo podían enunciarse hipótesis con respecto al modo en que un recién nacido vivía y sufría la prueba del nacimiento.

De nuevo la psicoterapia y las investigaciones psíquicas modernas proporcionan la respuesta. Varios métodos psicoterapéu-ticos han permitido a sujetos experimentales —médicos, psicólogos, estudiantes o enfermos— remontarse en los recuerdos grabados en su inconsciente mucho más lejos de lo que habían permitido hasta ahora los métodos del psicoanálisis clásico. Esos sujetos han podido así realizar una experiencia prodigiosa: revivir su nacimiento..

Puede parecer increíble, pero la experiencia ha sido vivida y confirmada por millares de sujetos experimentales de distinta cultura, educación y formación, en fechas y lugares diferentes y con distintos métodos de psicoterapia.

Esta experiencia se describe en el libro de Leboyer citado: «... Puede parecer increíble. Y sin embargo es así. Aquellos que han revivido su nacimiento pueden dar testimonio de ello». Pienso que esta noción de un testimonio vivido arroja una nueva luz sobre las ideas de Leboyer.

La posibilidad de revivir escenas antiguas o muy antiguas supone que esas escenas están real y definitivamente grabadas en el cerebro. Hoy, esa realidad ha sido probada a nivel experimental y anatómico. En efecto, Marilyn Ferguson, en su obra La revolución del cerebro, dice: «...

La estimulación del lóbulo temporal del cerebro, directamente adyacente al rinencéfalo, produce un efecto típico de los ASC [altered state of consciousness, estados alterados de la conciencia]: incidentes del pasado [...] son revividos, casi como si pasara una banda magnética de video. W. Penfield, célebre neurocirujano, descubrió el fenómeno explorando ei cerebro de epilépticos, a fin de localizar con precisión la zona que provocaba la crisis. Pudo constatar que la exploración por medio de sonda electrónica de determinados puntos del lóbulo temporal desencadenaba una «segunda proyección» de acontecimientos pasados».

jueves, 19 de mayo de 2011

El Nacimiento - posibles traumas


El niño puede sentir de modo dramático el trauma del nacimiento

A lo largo de estas páginas he tratado de hacerte comprender dos realidades fundamentales:

el feto al final del embarazo —al igual que el recién nacido— es sin duda un ser humano, capaz de realizar una actividad psíquica, motora y sensorial extremadamente intensa, de la que apenas se empiezan a sospechar la importancia y las posibilidades;

— el nacimiento no supone pues el comienzo de la vida, sino tan sólo un paso brutal de un mundo conocido, mullido y protector a otro desconocido, hostil y agresivo;

— este paso brutal puede ser vivido de un modo dramático por el niño, mereciendo entonces el calificativo de trauma del nacimiento. En nuestros días, el carácter psicológicamente traumático de ciertos nacimientos ha sido atestiguado de modo definitivo por pruebas científicas objetivas (las posibilidades que tiene el niño de ser afectado) y por testimonios subjetivos, que veremos más adelante.

Aun en el caso de que el parto en sí no sea forzosamente sentido por el niño como algo traumático (muchos niños parecen dormir cuando sacan la cabeza de la vagina materna), parece que el primer contacto con el mundo exterior (inhalación de aire, manipulaciones del médico) es siempre percibido de modo desagradable; el hecho es que todos los niños gritan desde que salen, y parece ya insostenible la teoría de que se trata de gritos de alegría.

Todas estas nociones que, en el curso de los últimos años, han cambiado de arriba abajo las ideas preconcebidas —o, más exactamente, la falta total de ideas— de la ciencia oficial, desembocan de modo ineludible en un imperativo evidente: es preciso dulcificar las condiciones del nacimiento, es preciso humanizar el nacimiento.

domingo, 15 de mayo de 2011

Recién Nacido - sus reflejos


Los reflejos arcaicos del recién nacido

En número de cuatro, provienen del tiempo en que los homínidos, los primeros homo erectus, no eran todavía más que una especie de grandes monos que intentaban mantenerse sobre sus patas traseras.

Los tres primeros reflejos son reflejos de supervivencia, y sin duda han desempeñado un importante papel en la capacidad de la especie humana para superar los peligros que la acechaban por todas partes en el alba de la humanidad. Son los siguientes:

el reflejo de succión. Saber mamar desde el momento de nacer constituye para un mamífero una condición imperativa de supervivencia;

el reflejo de agarrarse, que encontramos todavía claramente en los monos superiores. Cualquier excitación de la palma de las manos o de la planta de los pies desencadena un intento de «asirse» con los pies o con las manos. Ese reflejo permitía a la cría del hombre sujetarse sólidamente a los cabellos o la piel de la madre —quizás a los pelos que la cubrían— en caso de peligro.

Basta con observar en el zoológico cómo los pequeños monos se enganchan a su madre cuando ésta se desplaza en su jaula para comprender a qué corresponde el reflejo de asirse;

el reflejo de Moro consiste en separar automática y vivamente los brazos cuando el bebé siente la impresión de caer hacia atrás. Se trata de un reflejo orientado a atenuar el efecto de la caída. Es ese movimiento el que está en la base de la amortiguación de la caída en el judo y en la mayor parte de las artes marciales orientales;

en cuanto al cuarto reflejo arcaico, se trata de la marcha automática; el bebé sostenido por las axilas en posición vertical se pone a «andar» cuando sus pies tocan un plano horizontal. El significado ancestral de este reflejo es menos claro. Es evidente que indica con claridad que la cría del hombre era capaz de caminar en posición vertical, pero resulta difícil imaginar cuál era el valor, la importancia y la utilidad de ese reflejo hace un millón de años. Es interesante saber que un equipo de investigadores de Boston se ha interesado particularmente en ese reflejo de marcha.

Han demostrado que si dicho reflejo era apoyado por medio de ejercicios cotidianos, en varias semanas se convertía en una actividad aprendida, y permitía a esos niños andar mucho antes que un grupo de control. La naturaleza parece pues haber puesto a disposición del bebé una facultad que no es explotada por ignorancia.

Sea como fuere, los reflejos observados hoy en todos los recién nacidos son los lejanos vestigios llegados a nosotros —si bien muy atenuados—, reflejos vitales que han permitido a los bebés humanos sobrevivir en un medio hostil.

No siendo al parecer de ninguna utilidad para el bebé del siglo XX, dichos reflejos desaparecen espontáneamente en los meses que siguen al nacimiento. Pero hay mucho que reflexionar sobre ello, y las investigaciones del equipo de Boston nos muestran quizá que nos hemos apresurado a pronunciar la sentencia «carente de interés»... No resulta imposible imaginar que, en cinco, diez o veinte años, surgirá una interpretación más ceñida a la verdad, la cual permitirá una utilización de esos reflejos más próxima a su verdadera significación.

viernes, 22 de abril de 2011

Corte de cordón umbilical


Lo primero que se hace es cortar el cordón umbilical. Mientras la ayudante mantiene al niño cabeza abajo, el partero coloca dos pinzas sobre el cordón y lo secciona por el espacio que media entre ambas. El objeto de las pinzas es impedir que se derrame sangre, ya que el cordón es recorrido por los vasos umbilicales: dos arterias y una gruesa vena.

Una vez seccionado el cordón, una parte queda unida al ombligo del niño y la otra a la placenta, que sigue todavía en el interior del útero.

A continuación, el niño es conducido de inmediato a la mesa de reanimación. Dicha mesa debe contar necesariamente con:

un equipo de oxigenación apropiado para el recién nacido;

un equipo de aspiración, a fin de poder aspirar el líquido y las mucosidades que pueda haber en su garganta y en la parte posterior de la misma;

un equipo completo de reanimación neonatal.

A veces, todos estos equipos se agrupan en una única mesa de reanimación, la cual es utilizada de modo sistemático para el cuidado de todos los recién nacidos.

En otros casos, se encuentran una junto a otra la mesa de puericultura normal para los cuidados habituales que se efectúan a todos los bebés y una mesa especial de reanimación utilizada tan sólo en los casos en que se necesite una verdadera reanimación.

jueves, 21 de abril de 2011

Mesa de reanimación - cosas que no pueden faltar


En cualquier caso, la mesa de reanimación debe comprender obligatoriamente:

— un sistema de calefacción, a fin de mantener al niño a una temperatura constante y apropiada;

— un sistema de iluminación que permita al personal médico trabajar en buenas condiciones;

— el material necesario para una intubación traqueal y un cateterismo umbilical (hablaremos de estas nociones más adelante);

— un equipo completo de oxigenación con balón, máscara y manómetro (para verificar la presión del oxígeno insuflado);

— un equipo completo de aspiración.

En las clínicas modernas, se suelen utilizar mesas de reanimación especialmente fabricadas para este fin por laboratorios médicos; mesas que son, de hecho, verdaderos pequeños centros de reanimación portátiles, en los que todo está calculado para un uso óptimo, todo está al alcance de la mano y todo está concebido para asegurar el máximo de seguridad para el niño.