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viernes, 4 de marzo de 2011

Encuenta sobre Embarazo


La encuesta realizada en Ginebra por los doctores Pasini y Char-bonnier sobre el comportamiento sexual de las mujeres encinta muestra que un 63 % de ellas temen las consecuencias que el acto sexual pueda tener sobre el niño. En concreto:

— un 32 % temen un aborto o un parto prematuro;

— un 14%, una infección;

— un 6%, que el niño nazca con alguna anomalía.

Tanto en el hombre como en la mujer, la preocupación dominante la constituye el miedo a lesionar al feto con el pene. Más pronto o más tarde, tales razones mueven a la mayoría de las parejas a abstenerse de todo contacto sexual.

El informe Simón sobre el comportamiento sexual de los franceses
muestra que:

— sólo un 30 o 40 % de las parejas mantienen relaciones sexuales durante todo el embarazo;

— un 50% cesan en su actividad sexual en los últimos meses del mismo;

— de un 10 a un 20 % se abstienen de todo contacto sexual desde los primeros meses.

Quiero hacer notar que la diferencia entre el porcentaje de parejas que no cesan en su actividad sexual (30 a 40 %) y el de las mujeres encinta que temen lastimar al niño durante el coito (63 %) indica duramente que muchas mujeres realizan el acto sexual con aprensión, a fin de satisfacer la voluntad de su marido.

Una mejor comprensión por ambas partes, así como una mejor apreciación de la realidad anatómica y fisiológica, permitirían evitar muchos malentendidos y muchas angustias inconfesadas.

martes, 1 de marzo de 2011

Actividad sexual y embarazo



La actividad sexual en el embarazo ha sido objeto de varios estudios en los últimos años. Cabe citar los de: Masters y Johnson, sobre una muestra de 101 mujeres encinta; Solberg, sobre 260 mujeres; Pasini, sobre 100 mujeres, y Vellay, sobre otras 100.

Con todo, el más importante es el realizado por Schebat en el hospital internacional de la universidad de París, sobre una muestra de 272 mujeres embarazadas, del cual se han tomado los datos siguientes:

1. Promedio de edad de las mujeres encuestadas: 28 años.

2. Nivel de escolarización: estudios medios y superiores.

3. Frecuencia media de relaciones sexuales en el año anterior al embarazo:
— de 20 a 24 años: 3,86 coitos por semana;
— de 25 a 29 años: 3,05 coitos por semana;
— de 30 a 34 años: 2,25 coitos por semana;
— más de 35 años: 2,50 coitos por semana.

4. Frecuencia media de relaciones en el curso del embarazo:
— primer trimestre: 2,82 coitos por semana;
— segundo trimestre: 2,74 coitos por semana;
— séptimo y octavo mes: 1,87 coitos por semana;
— noveno mes: 0,76 coitos por semana.

5. Porcentaje de mujeres que hayan tenido al menos un contacto sexual en el último mes del embarazo: 58 %.
Tales cifras muestran una disminución de la frecuencia de relaciones sexuales a medida que avanza el embarazo, y asimismo en relación con la frecuencia antes del embarazo. Los estudios de Solberg y de Pasini apoyan dicha conclusión; no ocurre así con los de Masters y Johnson, que hablan de un aumento de la frecuencia en el segundo trimestre del embarazo. Por otra parte, las multíparas mantienen durante más tiempo su frecuencia normal, en contraposición a las primerizas.

Los casos, se da un paralelismo entre la frecuencia de coitos antes del embarazo y durante el mismo: «Las mujeres sexualmente muy activas fuera del embarazo —contacto sexual una o varias veces al día— mantienen una actividad y una frecuencia superiores a la media hasta bien avanzado el mismo. Por el contrario, las que sólo tienen contacto sexual una o dos veces por semana cesan en su actividad sexual bastante pronto, no manteniendo, prácticamente, relaciones sexuales a partir del séptimo mes».

sábado, 26 de febrero de 2011

El embarazo también puede disminuir el deseo sexual


El embarazo puede asimismo disminuir el deseo sexual

Muchas mujeres sufren, por el contrario, cierta inhibición sexual que les hace apartarse de su marido- Dicha inhibición puede tener diversas causas.

Muy a menudo, se apoya en el temor, tal vez inconsciente, de que el acto sexual pueda resultar peligroso para el niño o para el útero.

Por otra parte, la inhibición sexual se explica por el hecho de que, absorbida por el futuro nacimiento, la mujer encinta tiene tendencia a devenir más madre que esposa y, ya volcada hacia el futuro bebé, a descuidar a su marido.

Finalmente, las dificultades sexuales pueden traducir un rechazo más o menos inconsciente del embarazo, ya sea por las consecuencias físicas que^acarrea (el abultado vientre, las grietas, el paño, etc.), o bien porque el niño no sea deseado, lo que provoca en la madre agresividad o sentimiento de culpa.

En cualquier caso, la mujer buscará inconscientemente, mediante el rechazo del acto sexual o del orgasmo, castigarse o castigar al marido, responsable de su estado.

La actitud del marido es determinante, pues amplificará las tendencias espontáneas de su esposa. Tierno y atento, sabiendo demostrarle que sigue estando tan deseable como antes —si no más—, el hombre contribuirá al completo goce de su compañera, cuya sexualidad podrá alcanzar cotas jamás sospechadas fuera del embarazo.

Si por el contrario se muestra distante o reticente, favorecerá los factores inhibitorios y de infravaloración expuestos anteriormente.

La mujer embarazada tiene con frecuencia dos vías a su disposición: la triunfal —que conlleva el goce moral, físico y sexual— y la desastrosa de la culpa, la angustia y el temor. El hombre juega un papel preponderante a la hora de ayudarla a introducirse por una u otra vía.

viernes, 25 de febrero de 2011

El embarazo puede aumentar el deseo sexual


Sexualidad y embarazo
Ignorado durante mucho tiempo por ser considerado tabú, este tema, de gran interés para las parejas, merece sin embargo que se le conceda un poco de atención.

El embarazo puede aumentar el placer sexual
Durante el embarazo, y especialmente en el curso del segundo trimestre, algunas mujeres experimentan un incremento del deseo y del goce sexual. Según los célebres sexólogos norteamericanos Masters y Johnson, un 80 % de mujeres descubren así una intensidad de placer jamás imaginada, e incluso un buen número de ellas logran por primera vez un orgasmo, rechazado hasta entonces por una frigidez más o menos aceptada.

Tal liberación e intensificación sexuales se explican por diversas causas. A lo largo del embarazo, el organismo de la mujer se halla literalmente inundado de foliculina, fabricada por la placenta. Esta sustancia está considerada como la hormona de la feminidad y de la sexualidad.

Intensifica la reacción de las zonas erógenas (la vulva, los senos), y favorece la congestión de los órganos del bajo vientre, de la pelvis. En efecto, durante el embarazo todos los órganos del bajo vientre sufren un aumento importante de irrigación sanguínea; dicha congestión pelviana favorece la excitación y la satisfacción sexual.

Cabe asimismo hablar del papel congestionante —y en conclusión sexualmente excitante— del aumento de las hormonas durante la ovulación, de ciertas sustancias, como las especias, o de fenómenos puramente mecánicos, como un largo trayecto en coche o en tren.

A esos factores hormonales se afiaden factores psíquicos: la mujer se siente colmada y en la cima de su feminidad triunfante. El embarazo es su justificación, la autoriza a abandonarse sin remordimientos a su naturaleza de mujer; la eterna dualidad entre mujer y madre queda momentáneamente abolida...

Por otro lado, el miedo a quedar embarazada, que tan a menudo frena la participación femenina en el acto sexual —incluso si tal miedo se ve atenuado por el uso de anticonceptivos—, queda por supuesto suprimido en el curso del embarazo, con lo que desaparece ese freno.