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domingo, 15 de julio de 2012

Preparándose para el bebé


Los preparativos para nuestro nacimiento hijas comenzó tan pronto como descubrimos que lo que esperaba. Siempre hay algo que hacer si tomar suplementos para apoyar el desarrollo del bebé o conseguir cosas para su bebé juntos. Con cada fase del embarazo viene de lograr cosas nuevas y los cambios adicionales que se harán.

He tenido mi parte justa de los cambios en mi rutina regular incluyendo a mi dieta y régimen de ejercicio, las modificaciones eran una necesidad para mantener un embarazo saludable. También llevó a cabo muchos proyectos en preparación para el bebé, muchos de ellos tomando la forma de "arte" de proyectos para el vivero, pero también se incluyen conseguir el armario de mi hija en su conjunto.

Mi adicción a la compra de ropa de niña parece haber llegado a su fin como enfocar mi energía en cosas que parecen ser más urgentes como la llegada de nuestra hija se acerca.

Ahora me parece que estoy pasando la mayor parte de mi tiempo a asegurarse de que todo está listo para cuando nuestra hija es en realidad nació. He lavado la ropa, ropa de cama, y ??el forro asiento del coche. Estoy a punto de terminar de hacer su parachoques cuna. He encontrado una sillita femenina en el envío, es de esperar que ella dormitar mientras yo estoy haciendo las cosas en la casa. Tengo un cajón de la cómoda llena de ropa y pañales.

Que se han reunido casi todos los suministros de nacimiento y armar un plan de parto. Mi urgencia de bebé arte más reciente éxito, cuando me di cuenta de que nuestro hijo no puede hacer la transición a la cama tan bien como yo había esperado, especialmente con el "papá" trabajar tan tarde. Empecé a investigar la co-durmientes y decidimos que realmente lo necesitaba. Así que empecé a buscar en Craigslist y en las tiendas de consignación y hecho, encontré un día de ayer en consignación a un precio razonable.

Me siento más preparada para la llegada de nuestra hija. pero no puedo dejar de pensar que hay algo que todavía tenemos que hacer o comprar. Con toda honestidad, todavía tengo un par de semanas para averiguarlo!

lunes, 9 de julio de 2012

Maternidad sentimental: cerca del parto


Como ya cerca del final de mi embarazo, estoy encontrando que me parece que no puede reducir la velocidad. Cada día comienza con un nuevo "hacer" la lista. De los proyectos de cría de acabado a hacer recados por semana, a la limpieza, la cocción de vacaciones, siempre hay algo que hacer que parece requerir una atención urgente. La dilación no es una opción!

Mis mañanas parece que comienzan a partir de las ocho de la mañana, dependiendo de mi "para hacer" la lista, ya sea que comienzan el día con el yogur y una sesión de ejercicios, o un desayuno más grande de una tortilla de huevos y una naranja con mi marido y su hijo con un entrenamiento seguir una hora más tarde. Entonces, es por lo general fuera para hacer mandados ya sea para una cita prenatal, ir de compras, un viaje rápido al centro comercial o tienda de consignación, o de mi semana (que pronto serán dos veces por semana) el nombramiento quiropráctica.

Entonces es volver a casa para un almuerzo tarde (a veces comemos antes de las diligencias, sólo depende de la época). Entonces me veo capaz de ignorar el día a día desastre que es, por desgracia inevitable y yo pasamos una buena cantidad de tiempo de enderezar las cosas y de hacer una limpieza básica. Muy a menudo, me encuentro algún tipo de proyecto de Navidad en las que centrar mi atención, hace poco se envolver regalos para mis ocho hermanos (tengo un tema de papel de regalo todos los años). Que tienden a perder la noción del tiempo. En algún momento se come la cena, y entonces es correcto volver a trabajar.

De vez en cuando he reservado un gran bloque de tiempo para trabajar en el tope del pesebre (en casa de mis padres, ellos tienen una máquina de coser y el espacio de trabajo que no tengo), que generalmente ocupa toda una tarde y la noche (por suerte, es casi hecho)! Más recientemente, mientras yo estaba de hornear, descubrí que un animal (lo más probable un ratón) había mordido en una bolsa de frutos secos y una bolsa de harina en la despensa. Yo había estado posponiendo la organización de este espacio por un tiempo un planeado seguir haciendo caso omiso de ello hasta después de que nazca el bebé. Por desgracia, tan pronto como me di cuenta de que una criatura estaba en mi despensa, me asusté y pasé toda una tarde de limpieza y reorganización de la despensa también!

Ni que decir, me parece que siempre encuentra algo para mantener mi muy ocupado y en constante movimiento. Esto debe ser una cosa de anidación ... al menos espero que lo es!

domingo, 17 de junio de 2012

El nacimiento de nuestra hija


Mis contracciones se viene duro y rápido. Yo sólo había estado en la piscina de parto durante unos diez minutos, cuando tuve el impulso increíble para empujar. Mientras se mantiene la respiración, comencé a empujar. Al principio me empujó con mucha cautela, con una suave presión corto, pero la necesidad de empujar, no estaba cediendo.

Me mudé a una posición en cuclillas, mi esposo, nuestra partera y la enfermera estaban alrededor de la piscina de parto, pero no era realmente consciente de su presencia, porque yo estaba concentrando en mis contracciones, mi aliento y empuje. El período de transición no era lo que yo recuerdo desde el nacimiento de mi hijo (no recuerdo ningún dolor o incomodidad durante la fase de empuje con mi hijo). A medida que la transición, sentí que el anillo de fuego que he leído en los libros.

Sentí que mi hija moviéndose hacia abajo ya través del canal del parto. Sé que en algún momento la partera poner un espejo en el agua para que pudiéramos ver al bebé emergente, pero yo no quería mirar, porque se centraba en empujar. Tenía la esperanza de que esta vez me gustaría ver a mi bebé poco a poco salir de mi cuerpo, pero similar a la del nacimiento de mi hijo, la sola idea de ver la corona de la cabeza del bebé se distrae con mi capacidad de empuje.

También me pareció sentir la cabeza y no distraer al bebé y después de probar una vez y no ser capaz de reconocer la cabeza de mi hija por el tacto, me negué a sentir por ella. En cambio, me he centrado en mi presión. No recuerdo que se dijo para empujar en cualquier momento cualquiera. Me acuerdo de mi partera me decía que sus oídos estaban fuera. Habíamos hablado empujando suavemente la cabeza hacia fuera y hacer una pausa de un minuto antes de dar a luz su hombro y el cuerpo. Como yo no estaba mirando, yo no sabía cuando su cabeza estaba fuera. Nadie me dijo que deje de pujar por lo que seguí empujando.

Entonces vi a mi hija en el agua y la partera le levantó a mi pecho. Después de tan sólo quince minutos de empuje de su nacimiento! Ella era hermosa y cubierto de espesa vernix! Conociendo a mi hija por primera vez era casi surrealista, era como si no hubiera nadie más en la habitación, sólo nosotros dos. Fue una experiencia increíble y estaba tan aliviado de que ella era, finalmente, en mis brazos!

lunes, 16 de abril de 2012

Cómo decidir dónde dar a luz


Cuando quedó embarazada, que se encargó de elegir un proveedor de atención médica prenatal o equipo de profesionales que usted puede confiar para proporcionar el mejor cuidado para usted y su bebé durante el embarazo. A medida que el tiempo de la llegada del bebé se acerca, es posible que se enfrenta a otra decisión importante de la salud - en caso de dar a luz. Por ejemplo, usted puede estar trabajando con las parteras y prepararse para un parto en casa hasta que algo sucede a finales del embarazo, que exige que el cuidado de su ser trasladado a un hospital. Eso sólo me pasó a mí.

También podría estar planeando dar a luz en un hospital o centro de maternidad, sólo para descubrir que su bebé va a llegar antes de lo que esa institución está autorizado a entregarlos. Por ejemplo, el hospital cerca de mi casa no se puede entregar cualquier bebé de menos de 37 semanas, ya que no tienen una UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales). En ambas situaciones, puede haber más de una opción disponible para donde dar a luz por lo que tendrá que tomar una decisión informada.

Cuando usted se enfrenta con una decisión tan importante, puede ser difícil decidir cuáles son los factores más importantes. A la luz de mi reciente experiencia, le sugiero que si usted tiene el tiempo para hacerlo, se comparan las políticas y normas de cada lugar de nacimiento potencial con respecto a las cosas que son más importantes para usted. Para algunas personas, que puede ser el aspecto de las habitaciones o las horas de visita y políticas. Para mí, si yo fuera a tener que tomar una decisión una vez más, una cosa que quiero saber es la política del hospital respecto a la alimentación de los recién nacidos.

Me di cuenta de que esto era importante un par de días después de que nació mi hijo. Durante el parto, una variedad de medicamentos fuertes estaban circulando por mi cuerpo a través de mi IV. Algunos de estos medicamentos son conocidos para suprimir la lactancia. También llegó a tener una cesárea, y que también puede afectar la lactancia.

Aunque parecía que Blake estaba alimentando bien, perdió mucho peso muy rápido y yo estaba obligado a él complementar con fórmula. Estoy muy dedicada a la lactancia materna y la nutrición que la leche materna proporciona. Si mi propia leche no era alimentar lo suficiente, yo quería complementar con leche materna de otra mujer, no la fórmula.

Cuando le pregunté a la especialista en lactancia si eso fuera posible, estuvo a punto de estallar en lágrimas. Explicó que si estábamos arriba en la UCIN, una receta para suplementos de la leche humana se podría escribir para él, pero no estaba disponible la leche materna a los bebés en la sala de maternidad normal.

Ella ha estado tratando de conseguir que la política cambió por un tiempo pero fue en vano. Tuve que dejar Blake alguna fórmula para un par de días, y yo estaba molesto por eso. Tan pronto como mi leche se produjo en que era capaz de dejar de complementar, pero todavía deseo que yo había conocido a investigar algunas de las políticas del hospital antes de que me eligió para entregar allí.

lunes, 5 de marzo de 2012

La piel después del parto


Lógicamente, la piel del vientre se ha distendido. Está blanda, flaccida. De todos modos, como ya te he dicho, por muy espectacular que parezca, la situación no es tan grave. Todo volverá pronto a la normalidad, por poco que adoptes una alimentación rica en proteínas y que no olvides la sesión diaria de gimnasia.

Hablemos ahora del aspecto de la piel. Ha llegado el momento de transformarla.

Tal vez hayas sudado mucho durante el parto y se te haya deshidratado particularmente la piel. Tan pronto como puedas, date una ducha y, una vez seca, fricciónate con un guante de crin o con una esponja seca del tipo llamado loo/a. Esta fricción dará como resultado desembarazar tu piel de todas las impurezas que le impiden respirar normalmente.

Lo ideal es proceder después de la fricción a un descamado del cuerpo. Se venden ahora en las farmacias y en las perfumerías lociones descamadoras, o pelling, que, al afinar el grano de la piel, aceleran la renovación celular y permiten que penetren mejor los productos con que vas a cuidarla.

Después de la fricción y el descamado, hay que nutrir la piel para hacerla más suave y más sedosa. Aplícate en todo el cuerpo ya sea una leche limpiadora, ya sea una crema hidratante y tónica, ya sea un aceite. No te des demasiados baños calientes, puesto que perjudican la tonicidad de la epidermis.

Tal vez hayas advertido después del parto la presencia de una raya oscura central que va del pubis al ombligo. No te preocupes. Desaparecerá por sí misma en los meses siguientes. Sin embargo, se ha de tomar una precaución: no la expongas al sol si quieres que se atenúe rápidamente.

Si se han formado veteaduras en tu cuerpo durante el embarazo, te darás cuenta de que te han dejado en la piel pequeños rastros blancos, un poco nacarados. Desgraciadamente, en el estado actual de nuestros conocimientos, no se puede hacer nada para suprimirlas, ni siquiera recurriendo a la cirugía estética, ya que no hay manera de devolver a la piel su elasticidad.

Muchas mujeres se quejan de padecer de celulitis después del parto. En realidad, el embarazo no la aumenta en un grado apreciable, pero se la confunde a menudo con una hinchazón debida a una mala circulación sanguínea y linfática. La gimnasia, el caminar y la natación son los mejores ejercicios para hacer desaparecer esta infiltración. Si no basta con eso, lo ideal es recurrir a un buen kinesitera-peuta para una serie de masajes.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Parto sin dolor


La mayoría de los médicos recomiendan por regla general a sus pacientes al comienzo del tercer trimestre del embarazo que sigan una serie de clases preparatorias para el parto sin dolor o psicoprofiláctico.

Esas clases, colectivas o individuales, las da una profesora, que suele ser también comadrona. También la Seguridad Social imparte para las mujeres con Cartilla de embarazada unos cursillos de preparación prenatal, totalmente gratuitos.

Tienen por objeto procurar a la mujer embarazada:

- En primer lugar, una preparación intelectual: cursillo de información sobre la fisiología del embarazo y del parto.

- En segundo lugar, una preparación psíquica, con el fin de desvanecer al máximo (en caso necesario) el temor al parto ya próximo.

- Por último, una preparación física, que comprende cuatro tipos de ejercicios:

— musculación;

— flexibilización;

— relajación (para saber relajarse durante las contracciones);

— los distintos tipos de respiración que se han de utilizar durante el parto.

Evidentemente, hay que repetir después esos mismos ejercicios en casa.
El mérito principal de esas clases consiste en infundir confianza a la mujer embarazada.

Cuanto más informada se está, menos miedo se tiene. La mujer empieza entonces a ser capaz de imaginar el parto: los síntomas anunciadores y los tres períodos del trabajo (dilatación, expulsión del niño y expulsión de la placenta). Durante el embarazo, oye contar tantas historias, cada una más edificante que la anterior, que al final ya no sabe distinguir entre lo real y lo falso.

Si la profesora que te da las clases de parto sin dolor es comadrona, sería ideal que estuviese presente durante el parto.

Así te asistiría, te ayudaría a adoptar sin asustarte los diferentes modos de respiración, a relajarte entre las contracciones, a empujar o a contenerte cuando sea necesario. En resumen, y como se dice comúnmente, a no perder la cabeza, lo que significa muchísimo.

Pero quizá has elegido otra manera de dar a luz. Esa discusión no es de mi incumbencia. Debe tener lugar entre el médico y tú. De todas formas, has de saber que existen varios métodos de atenuar, incluso de suprimir totalmente el dolor. Tienes derecho a elegir el que te convenga más, salvo, claro está, si hay imperativos de orden médico que imponen el recurso a otro.

viernes, 15 de julio de 2011

El Parto y el primer baño del bebé - Parte 2


El papel del baño de agua tibia consiste en crear una etapa confortable, tranquilizadora, agradable (puesto que recuerda el líquido amniótico del útero materno), en el curso de ese terrible y angustioso viaje que en pocos minutos conduce al niño, del cálido y dulce refugio del vientre materno, al ruido, la frialdad y la brutalidad del mundo de los humanos.

En su baño, el bebé se relaja, descubre que puede extender con facilidad los miembros, empieza a abrir los ojos... A menudo, he hecho la prueba de hablarle en voz baja y suave; no hay nada tan sorprendente como ver a un bebé de pocos minutos volver la cabeza hacia esa voz y mirar con sus grandes ojos abiertos a aquel que le habla con dulzura.

El respaldo de la cama de obstetricia habrá sido levantado para que la madre, semisentada, pueda ver a su bebé a pocos centímetros de ella. Extendiendo la mano, puede acariciarlo y tender el dedo a su hijo, quien se aferra de inmediato con su puñito cerrado. También el padre se encuentra allí, con el rostro pegado al de su esposa, a fin de ver mejor los primeros retozos de su hijo.

Aunque sólo fuera por eso, por esa comunicación extraordinaria escasos minutos después del nacimiento, Leboyer tenía sobrada razón para escribir su libro. Los padres que han vivido esos instantes inolvidables han declarado, unánimemente, que ese clima psicológico les parecía maravilloso. Las madres que en ocasiones anteriores han dado a luz según los métodos tradicionales conceden, casi sin excepción, su preferencia al método Leboyer.

Aun en el caso de que, en el curso de un parto con el método Leboyer, el niño no deje de gritar, tal como ocurre en el parto tradicional —lo que no resulta excepcional en absoluto—, estoy convencido de que el hecho de que no se haga desaparecer de inmediato al recién nacido entre bastidores, sino que se le deje vivir sus primeros minutos bajo la enternecida mirada de sus padres, marca profundamente a las parejas.

Al cabo de unos diez minutos, habrá que decidirse a arrancar al niño de su baño y a privarnos de su contemplación. Esto me ha resultado siempre difícil, y de buena gana me quedaría durante horas jugando con el niño en su bañera... Sin embargo, es preciso decidirse a sacarlo de ella a fin de confiarlo a la puericultora, quien le hará sufrir lo que yo denomino su «visita» de incorporación.

El arrancar al niño de ese paraíso líquido ocasiona de inmediato gritos desgarradores. Pero es necesario comprender que el paso brutal del interior del útero al mundo exterior se ha realizado así en varias etapas. El choque ha podido ser atenuado, y el niño se habituará progresivamente a su nueva vida. El baño representa un alto bien merecido en el transcurso de ese duro viaje de un universo a otro...

miércoles, 13 de julio de 2011

El Parto y el primer baño del bebé - Parte 1


En ese clima de tranquila serenidad, la madre podrá practicar el método del parto sin dolor en las mejores condiciones posibles, y no como ocurre en las salas de observación tradicionales, ruidosas y a menudo angustiosas.

Cuando el niño llega, el partero le ayudará a franquear con gran dulzura el último obstáculo, es decir el anillo vulvar. Una vez liberado el niño, el médico lo deposita sobre el vientre de la madre, donde suele lanzar uno o dos gritos al cabo de medio inmuto, aproximadamente. El hecho de que el cordón no sea corlado de inmediato, como ocurre en el parto tradicional, permite al niño pasar sin transición brusca de la no respiración (en el vientre de la madre) a la respiración aérea por medio de los pulmones y, por Otra parte, asegura un aporte permanente de sangre y de oxígeno a su cerebro.

Durante su permanencia sobre el vientre de la madre, se evitará que el niño se enfríe cubriéndolo con un tejido tibio, aunque, por supuesto, también le llega el calor de aquélla.

El cordón no se corta hasta varios minutos después del nacimiento, una vez que el niño se ha habituado a la respiración aérea.
Sobre el vientre de su madre, cada niño tiene un comportamiento diferente, que varía según su personalidad. De modo general, el niño cesa inmediatamente de gritar o de llorar, limitándose a lanzar pequeños gruñidos de vez en cuando, comienza a mover sus miembros y, a menudo, abre los ojos.

Depositado boca abajo, puede ponérsele en contacto con el seno materno; con frecuencia, el niño comienza entonces a mamar. Es interesante destacar que esta succión del pezón puede desencadenar en la madre una secreción hormonal que favorece la contracción del útero y el desprendimiento de la placenta.

Al cabo de unos minutos, el partero coge delicadamente al niño para darle el baño. En su libro, Leboyer aconsejaba que fuera el padre quien diera el baño a su hijo, pero después ha cambiado de opinión; en efecto, el padre, en general demasiado emocionado, demuestra una gran torpeza, torpeza que el niño percibe de inmediato, restándole confianza.

Es pues preferible que ese famoso baño, objeto de tantas burlas, sea dado por el propio tocólogo.

El instante en que, bajo los ojos maravillados (y con frecuencia bañados en lágrimas de emoción) de sus padres, el niño se relaja, testimonia su confianza y abre los ojos a su nuevo mundo constituye sin duda alguna el gran momento del método Leboyer.

martes, 5 de julio de 2011

El Parto en la actualidad


Los parteros «tradicionales» han criticado el baño diciendo que no servía para nada introducir al recién nacido en agua tibia, diez minutos o diez horas, puesto que, de todos modos, tarde o temprano tendría que abandonar ese medio líquido. Más adelante veremos que, una vez más, se cae en el error de confundir medio y objetivo: el baño no constituye un fin en sí mismo, sino un medio. Si hay que operar a un paciente, se le anestesiará. La anestesia no constituye un fin en sí mismo, sino el medio de evitar al paciente los dolores posoperatorios. Pero, gracias a la anestesia, el paso de «todavía no operado» a «ya operado» se realizará con el mínimo de sufrimiento posible. Más adelante explicaré que viene a ser este papel el que desempeña el baño en el método Leboyer.

Bien es verdad que el niño acabará por ser arrancado del clima de ternura que lo acoge durante los primeros minutos de su vida, para ser confrontado con la desagradable realidad de lo que he denominado su «visita de incorporación». Esta constatación plantea dos problemas: ¿es posible atenuar la transición a la realidad brutal de la vida del recién nacido?; ¿es deseable atenuar el rigor de dicha i ransición?

Sin duda alguna, será posible modificar el comportamiento del equipo médico (enfermera, puericultora, comadrona, pediatra) líente al recién nacido en las horas y días siguientes a su venida al mundo. Pero será preciso cambiar, no sólo las costumbres, los ges-los automáticos, sino en especial las mentalidades, el estado de animo, el modo de considerar al recién nacido en tanto que ser viviente en todos los aspectos, las relaciones entre los adultos y el recién nacido...'

Todo esto no se llevará a cabo en un solo día, y deberá además enfrentarse a tantas reticencias como conoció el PSD en,el curso de los últimos diez años y el método Leboyer en la actualidad. Desgraciadamente, cualquier cambio de actitud mental se enfrenta, en la mayoría de los médicos, a un muro de oposición e inmovilismo.

Por otra parte, resulta verosímil pensar que las jóvenes generaciones médicas se mostrarán más abiertas ante las nuevas actitudes mentales que sus mayores; al menos cabe esperarlo así. En cualquier caso, pienso que no hay que pretender cambiarlo todo de un brochazo, y que es preciso dirigir nuestros esfuerzos hacia el logro de un nuevo clima psicoafectivo en el mismo momento del nacimiento. Este nuevo estado de ánimo comienza a ser comprendido por un cierto número de tocólogos, número que sin duda irá aumentando progresivamente, aunque sólo sea bajo la presión de la opinión pública. La siguiente etapa consistirá en convencer a los pediatras para que adopten una actitud nueva respecto a los lactantes.

Muchos médicos y psicólogos tradicionales han interpretado mal el resultado de ciertas experiencias. En efecto, se ha demostrado que el estrés o las agresiones podían ocasionar cierta superioridad en el desarrollo psíquico de un grupo de ratas, en relación con un grupo criado en un entorno tranquilo y protegido. Sin embargo, no hay que olvidar que un resultado idéntico o incluso mejor puede ser obtenido mediante estimulaciones sensoriales no traumáticas.

Confundir estrés con estimulación constituye una aberración mental. Si bien en la actualidad está indiscutiblemente probado que las estimulaciones intelectuales y sensoriales en el curso de las primeras semanas y los primeros meses de vida son indispensables para un mejor desarrollo, resulta evidente que esas estimulaciones pueden ser de muy diversos tipos; vale más una estimulación violenta que ninguna estimulación en absoluto, pero me parece obvio que una estimulación inteligente y no traumática será siempre superior a otra brutal y agresiva.

Ante un televisor que se apaga bruscamente, existen tres actitudes posibles: no hacer nada, darle un buen puñetazo o llevarlo al taller de reparaciones. La primera solución no resolverá nada; la segunda puede resultar más eficaz que la primera, pero es sin duda la tercera solución, la solución del razonamiento y la inteligencia, la que me parece más lógica.

Ello no ha impedido al célebre profesor V... declarar con soberbia ante doscientas personas, con ocasión del Congreso Ginecológico de Lyon, en 1976, que: «... la intensa luz del dispositivo de alumbrado sin sombra en los ojos del niño que acaba de nacer es muy beneficiosa para el desarrollo de su visión, puesto que hoy día sabemos que la estimulación sensorial es necesaria para el desarrollo del órgano sensorial en sí mismo».

Esta pasmosa frase, destinada a echar por tierra mi alegato en defensa del nacimiento sin violencia, desencadenó los aplausos de todos los asistentes... Una muestra de hasta dónde puede llegar la estupidez cuando viene guiada por el conservadurismo, los prejuicios, la ignorancia o la admiración beatífica y pasiva de los ídolos sagrados...

martes, 21 de junio de 2011

El Parto Sin dolor


Los métodos del PSD preparan a la parturienta hasta la salida del niño. En ese momento, el partero, que ha cortado inmediatamente el cordón umbilical, confía el niño a la puericultora, quien se lo lleva lejos de la vista de su madre para aplicarle los cuidados habituales. Esa separación tan rápida, pocos minutos después del nacimiento, constituye una auténtica desesperación para muchas madres, que se ven así privadas de sus hijos apenas venidos éstos al mundo...

Por el contrario, en el método Leboyer, apenas salido de las vías genitales el niño es depositado sobre el vientre de su madre, que puede sentirlo, verlo, tocarlo. Esos primeros instantes son especialmente emotivos, y el contacto físico inmediato con el bebé crea en la madre un sentimiento de intensa felicidad que en pocos segundos le hace olvidar las molestias sufridas.

Por su parte, el padre, que asiste al nacimiento, participa también plenamente de ese momento único y maravilloso. Las numerosas parejas que he visto llorar de alegría en los primeros minutos de vida de su hijo testimonian la intensidad emocional única que invade esos instantes excepcionales.

Momentos después, el niño es depositado en la bañera para darle un baño de agua a 37 grados centígrados. Ciertamente, entonces es arrebatado a su madre, pero el contacto físico ya ha tenido lugar; además, permanece a la vista de sus padres, a pocos centímetros de ellos.

Se desarrolla entonces un nuevo espectáculo extraordinario; el niño, al volver a hallarse en el elemento líquido y tibio que le ha sido familiar durante nueve meses, se relaja, y se calma si estaba llorando. De todo su cuerpo se desprende un sentimiento de bienestar innegable, de confianza, de tranquilidad.

Es frecuente que abra los ojos y, si bien es cierto que no «ve» en el sentido estricto del término, resulta siempre maravilloso el espectáculo de ese bebé de pocos minutos que fija sus grandes ojos muy abiertos en nosotros.

En su libro, Leboyer preconizaba que fuera el propio padre quien bañara a su hijo. Sin embargo, en la actualidad coincide conmigo en pensar que a veces es mejor que sea el tocólogo quien lo bañe. En efecto, el padre suele estar demasiado emocionado y siempre se desenvuelve con torpeza, torpeza que, por curioso que resulte, es innegable que el niño percibe, perdiendo de resultas su confianza y echándose a llorar de miedo.

Sin contar con que ciertos padres, temblorosos y paralizados por la emoción, dan algún tra-guito de agua a su hijo, pues un bebé recién nacido es algo muy resbaladizo y difícil de manipular.

Por el contrario, el tocólogo se habitúa con rapidez, pudiendo encargarse mejor de esa tarea con el máximo cuidado y eficacia. Sin contar con que ese contacto con el recién nacido proporciona al médico nuevas alegrías que, en la rutina cotidiana de su profesión, casi había olvidado. Ese «reciclaje» de humanización me parece importante para el partero, quien tenía demasiada tendencia a considerar al niño como un juguete pasivo que se apresuraba a depositar en manos de la puericultora.

domingo, 12 de junio de 2011

Parto Humanizado


La humanización está a la orden del día. Se desea humanizar los hospitales (en todo caso, se habla de ello desde hace tiempo), así como también se desea humanizar la muerte, tema que abordan, con justa razón, tanto los grandes pensadores como los grandes médicos. Pienso que sería lícito empezar por el principio, es decir humanizando el nacimiento.

El método del parto psicoprofiláctico, denominado «parto sin dolor» (PSD), constituyó la primera etapa importante en la vía de la humanización del nacimiento. Tras haber sufrido pasivamente el parto, entre gritos y dolores, durante siglos, la mujer occidental se benefició, hace varias décadas, de una verdadera revolución psicológica: la mujer moderna participa al fin, en tanto que adulta consciente, informada y preparada, en el maravilloso acto de dar la vida.

Al mismo tiempo, las angustias y dolores ancestrales han desaparecido o se han mitigado considerablemente. Como ya he dicho, ese cambio ha sido posible gracias a la intuición genial de un modesto tocólogo inglés, el doctor Read, y a los trabajos de los fisiolo-gistas rusos.

¿Cuál ha sido la reacción del cuerpo médico ante esas nociones nuevas? Por desgracia, y como tan a menudo ocurre cuando se habla del dominio psicológico, la ironía y el desinterés. Sólo gracias a la presión de la prensa y de la opinión pública, el cuerpo médico lia acabado por adoptar esos métodos, los cuales han tardado casi veinte años en pasar a formar parte de la práctica cotidiana. En la actualidad, todas las futuras madres se benefician de esa preparación, que supone una auténtica humanización del parto.

El «método» Leboyer (pongo «método» entre comillas porque, como veremos, se trata más de un estado mental que de un método propiamente dicho) parece completar de maravilla al parto sin dolor.

sábado, 11 de junio de 2011

Parto - descenso y salida del niño


Este período está dominado, física y psicológicamente, por la noción de sinergia con la madre.

Para el feto, este estado conlleva un sentimiento extremadamente poderoso de lucha por la vida, con una impresión mecánica de aplastamiento y un alto grado de ahogo (en el curso de las contracciones uterinas de! final de la fase de dilatación, el aporte de oxígeno por la sangre del cordón umbilical se ve a veces disminuido, lo que puede traducirse en alteraciones de los latidos cardiacos).

Pero, puesto que el útero se halla ahora abierto y el niño descendiendo por las vías genitales maternas, aparece al menos un sentimiento de posible terminación de este estado dramático.

Los esfuerzos expulsivos de la madre coinciden con el interés vital del niño: ambos desean acabar lo antes posible con esa dramática situación.

La intensidad de los dolores soportados por el niño alcanza un grado superior al de la etapa precedente. Sin embargo, las descripciones son similares (aplastamiento, intensos dolores de diversos tipos, trastornos cardiacos, etc.).

Este período viene dominado, física y psicológicamente, por la noción de separación de la madre.

La exacerbación progresiva del dolor y de la angustia desemboca bruscamente en una súbita sedación y en el reposo. El niño realiza su primera respiración aérea, y comienza su experiencia como individuo distinto.

La nueva situación es incomparablemente mejor que los estadios precedentes; sin embargo, resulta menos agradable que la etapa inicial. En efecto, las necesidades del niño ya no son satisfechas de manera inmediata (el cordón umbilical ha sido cortado); ya no se halla protegido de las agresiones externas: variaciones de temperatura con sensación de frío, agresiones múltiples por ruidos diversos, luces de intensidad variable y situaciones táctiles desagradables.

Son frecuentes las referencias de los sujetos a los olores de la sala de partos o del anestésico eventualmente utilizado, a los ruidos de los instrumentos quirúrgicos, a la intensa luz que alumbra la cama de obstetricia y a ciertos aspectos determinados de nacimientos «anormales» (presentación de nalgas, cordón enrollado alrededor del cuello, utilización de fórceps, maniobras de reanimación neonatal, etc.).

A nivel psicológico, este estadio señala el fin del combate entre la vida y la muerte. La atmósfera general es la de una liberación con expansión del espacio, y la sensación de haber escapado a un peligro mortal.

jueves, 9 de junio de 2011

Embarazadas: Preparación del Parto


La preparación para el nacimiento nos parece en la actualidad la mejor de las preparaciones para el parto. Nos hacemos así partícipes de las reflexiones de Ivan lllich sobre la transformación que la civilización industrial realiza de la experiencia del dolor, es decir de la gestión técnica del mismo: en la medida en que se vuelve a dar un significado al dolor, el umbral de tolerancia se hace más alto.

Es en este sentido como la preparación para el nacimiento transforma las condiciones del parto. Como destaca lllich, la experiencia del dolor depende, además de la naturaleza e identidad del estímulo, de cuatro factores: el lenguaje, la ansiedad, la atención y la interpretación. La preparación para el nacimiento, tal como la concebimos y la ponemos en práctica, actúa sobre esos cuatro factores.

Hemos constatado que cuando la parturienta aborda la fase de dilatación sin inquietarse sobre su comportamiento durante las contracciones uterinas, sobre el modo en que las controlará, sino preguntándose qué va a ser de su hijo, cómo lo acogerá, cómo se comunicará con él desde su nacimiento por el tacto y la palabra, los riesgos disminuyen...

Los tocólogos tienden a considerar que su papel consiste únicamente en asegurar el paso del medio intra-amniótico al medio aéreo en las mejores condiciones «termodinámicas» posibles, con el mínimo de daño para los órganos nobles, en especial para el encéfalo.

Pocos tocólogos se preguntan si sus gestos y actitudes podrían obstaculizar el establecimiento de una buena relación padres-hijos; pocos toman conciencia de la importancia fundamental de la primera relación objetual del niño:

la relación con el «seno materno» y con la madre; pocos se percatan del papel específico del padre en el nacimiento, de su papel de regulador en la relación madre-hijo, de su papel simbólico de separación; pocos conocen el modo de transmisión de generación en generación de la capacidad de ser madre, es decir de la capacidad de amar; pocos, en fin, saben cómo aprende la mujer, desde su nacimiento, a ser madre de los hijos que podrá engendrar en la edad adulta.

Esta concepción restrictiva del rol del tocólogo da cuenta de lo que es posible observar a diario en la mayoría de las salas de partos.

martes, 7 de junio de 2011

Relatos de partos revividos


Siento una sensación de ahogo, de compresión del tórax. Una potente y progresiva fuerza me curva, aproximando mi cabeza a mis dobladas rodillas, y pegándome los brazos al cuerpo. Sensación de ser comprimido progresivamente. Mi nuca se halla presa en un estuche, y siento intensos dolores en la espalda y los ríñones. Sensación de ser aplastado por una fuerza aplicada sobre mis hombros, uniendo los omoplatos. A nivel mental, impresión de fatalidad ineludible, de impotencia total, de algo terrible que no acabará nunca y que me produce una gran angustia metafísica.

Este estadio parece corresponder a la primera parte de la fase de dilatación, cuando las contracciones uterinas aplastan al niño. Dado que el cuello del útero está cerrado, no hay salida posible; de ahí la impresión de ineludible y de algo que no acabará nunca.

Después aparecen las ganas de avanzar contra algo que se resiste y que es más estrecho que los hombros, los cuales tienden a borrarse, a apretarse, a fin de hacerse lo más pequeños posible. Sensación de un gollete de botella de consistencia elástica, muscular.

Mentalmente, impulso de no permanecer ahí, de liberarse de ese estrecho lugar. Es preciso escapar de lo que comprime. Impresión de que podría tratarse del final de las molestias. Sentimiento de que puede y debe hacerse algo para salir de ahí.

Este estadio parece corresponder a la abertura del cuello del útero y al descenso del niño. La abertura del cuello logra que cese la impresión de ineludible, y hace concebir esperanzas de que la situación dramática, la pesadilla, podrá tener un fin.

De pronto, impresión de que la cabeza se libera, y después los hombros. Sensación similar a la de un espeleólogo que sale de un agujero. Me siento impulsado a seguir avanzando, liberando el busto. Tiendo a pasar un brazo por delante de la cabeza a fin de liberarme mejor. A nivel mental, no tengo ganas de detenerme sino, por el contrario, de seguir avanzando. Después, sentimiento de inmensa felicidad, de haber salido. La pesadilla concluye.

Este estadio parece corresponder a la liberación del niño. La cabeza se libera; después, un brazo y los hombros. El fin de la sensación de compresión proporciona una intensa felicidad.

Casi inmediatamente surge una sensación de vértigo y náuseas, de algo que gira en la cima del cráneo [Robert indica el emplazamiento de la fontanela). Al mismo tiempo, sensación de mucosidades y de líquido en la boca y en la garganta, con la imperiosa necesidad de escupir y de toser.

De pronto, sensación de vacío, de que ya no hay nada a mi alrededor. Ya no siento mi espalda, ni ninguna otra cosa. Sensación nueva de flotar, impresión de ligereza. Asombro de no encontrar nada en ninguna parte. Sin duda, algo comparable a un descenso en paracaídas [Robert precisa que nunca ha practicado paracaidismo, pero que supone que la sensación debe de ser similar]. Esa sensación es más asombrosa que angustiosa.

Este estadio parece corresponder al momento en que el niño sale y se encuentra con un espacio no limitado.

Hay que destacar que Robert no indica sensación de ruido o de luz intensos. Al hablar con los padres sabemos que nació en una granja, a la luz de una lámpara de petróleo y en calma. Tampoco indica sensaciones térmicas concretas.

domingo, 5 de junio de 2011

Método Leboyer - nacimiento sin dolor


En 1974, un tocólogo francés, F. Leboyer, exponía un nuevo concepto del parto en su libro titulado Por un nacimiento sin violencia. Este libro, si bien fue muy bien acogido por el público, suscitó por el contrario una violenta oposición en una buena parte del cuerpo médico, hasta el punto de que la futura madre se halla desorientada, y ya no sabe qué pensar ante tantas opiniones, tanto a favor como en contra.

Pienso que mi posición es óptima para ayudarte a comprender el método Leboyer y las razones de la oposición que ha suscitado en la mayoría de los médicos. En efecto, yo fui uno de los adversarios encarnizados de Leboyer, y la primera edición de mi libro incluía críticas virulentas de sus métodos. Mi oposición se basaba en un enfoque médico del método Leboyer, cuando en realidad éste constituía la aplicación de un conocimiento psicológico.

¿Qué es el método Leboyer?

Para la mayoría de la gente, este método, que ha sido objeto de apasionadas controversias en la prensa, consiste en «realizar el parto en la oscuridad». Por su parte, los parteros ironizan, principalmente, sobre el ritual que caracteriza al método, y sobre el famoso baño que se da al recién nacido; la bañera convertida en objeto indispensable para el parto constituye una fuente inagotable de burla.
Por desgracia, parece que el profano, al igual que el cuerpo médico, se haya anquilosado en los medios utilizados, olvidando lo principal, es decir el objetivo buscado.

Sin embargo, yo creo que es preciso abordar las cosas de un modo completamente diferente; examinar en primer lugar el fin que se busca, para pasar después a estudiar los medios preconizados por Leboyer para lograrlo. De ese modo nos daremos cuenta de que si bien el objetivo es unívoco, los medios pueden ser mejorados o modificados en función de ciertas críticas formuladas desde un punto de vista puramente científico o práctico.

viernes, 3 de junio de 2011

Contracciones Uterinas


Este período está dominado física y psicológicamente por la noción de antagonismo con la madre.

El mundo del feto se halla desquiciado por la aparición de las contracciones uterinas y el comienzo de la fase de dilatación. Hay que destacar que, de vez en cuando, se producían asimismo contracciones menos potentes en el curso de los últimos meses del embarazo, pero eran sentidas como una molestia pasajera.

La aparición de contracciones fuertes crea una situación dramática, con la sensación de atentado contra la vida y diversos signos de incomodidad física. Madre e hijo se convierten en una fuente de dolor para el otro, y se hallan en antagonismo y conflicto biológico.
El sujeto se siente preso en un mundo cerrado y experimenta increíbles torturas físicas y psíquicas.

Esta situación es sentida como eterna y sin esperanza. Ninguna escapatoria parece posible, ni en el espacio ni en el tiempo.

Esta etapa adquiere ¡a dimensión del infierno, caracterizado por un sufrimiento infinito, físico, psíquico y metafísico, tal como es descrito en muchas religiones.

La agonía del nacimiento se une entonces a la agonía de la muerte. A nivel metafísico, este estadio se halla dominado por la noción de que no hay salida posible.

A nivel físico, se mencionan sensaciones de extrema presión sobre la cabeza, silbidos en los oídos, diversos dolores por todo el cuerpo, sensación de ahogo, de trastornos cardiacos y de frío.

martes, 31 de mayo de 2011

Primera Etapa de nacimiento


Es el fin del embarazo. Este período se halla dominado, tanto lisica como psicológicamente, por la noción de unión con la madre.
Las condiciones para el niño son entonces óptimas: seguridad, protección, medio líquido y tibio, agradable, y satisfacción de todas las necesidades: nutritivas por medio del cordón umbilical, urinarias por la micción en el medio amniótico (no hay función intestinal, por lo tanto tampoco hay deposiciones).

Esta beatitud puede sin embargo verse alterada. De modo ocasional y superficial, por ruidos externos demasiado intensos, por sacudidas sufridas por la madre, por una molestia pasajera de ésta, por el uso del tabaco o del alcohol, por el examen del ginecólogo, por las relaciones sexuales, etc. La alteración puede ser más duradera y de mayor gravedad a causa de cualquiera de las enfermedades propias del embarazo (hipertensión arterial, toxemia gravídica, choque por el factor Rh), del miedo o la angustia de la madre, de un trabajo penoso efectuado por ésta, etcétera.

A pesar de que todas esas agresiones son bien conocidas por la medicina oficial, ésta sólo ve en ellas la posibilidad de una repercusión en la salud del niño.

Las exploraciones por medio del LSD revelan que el niño puede asimismo sentir esas agresiones a nivel psíquico, con sensación de incomodidad, dolores, angustia, etc., y memorizar después esos recuerdos incómodos de su inconsciente, del que podrán «extraerlos» los métodos psicoterapéuticos ya mencionados. La sabiduría popular ya había reconocido, desde hace tiempo, la influencia de la ansiedad o la angustia de la madre sobre el desarrollo del embarazo y sobre el psiquismo del niño.

En este estadio, las descripciones suministradas por los sujetos experimentales son todas parecidas. Se describen como de tamaño muy pequeño, con la característica desproporción entre el volumen de la cabeza y el del resto del cuerpo (sabemos que el recién nacido tiene una cabeza proporcionalmente mucho mayor que la del adulto).

Pueden sentir el líquido que los baña e incluso a veces el cordón umbilical. Esas percepciones se hallan asociadas a una impresión psíquica de completa felicidad, de fusión perfecta en la unidad cósmica. Los sentimientos mencionados con mayor frecuencia son: paz, tranquilidad, alegría, serenidad, beatitud, esplendor y plenitud del ser, trascendencia del tiempo y el espacio. Todos señalan que las palabras del lenguaje ordinario son insuficientes para traducir la naturaleza de esa sensación y su significado.

viernes, 27 de mayo de 2011

Experiencia perinatal - traumas en el nacimiento


La experiencia perinatal del recién nacido puede dividirse en cuatro etapas, que corresponden por otra parte a las cuatro etapas del parto.
La primera etapa es la que precede al período de dilatación, es decir al final del embarazo.

La segunda etapa es la del comienzo de la fase de dilatación y, más tarde, de las contracciones uterinas. Corresponde a lo que los parteros anglosajones denominan the first stage of labor, la primera clapa de la fase de dilatación.

La tercera etapa corresponde a la abertura del útero y al descenso del niño por las vías genitales de la madre. Es lo que los parteros anglosajones denominan the second stage of labor. Cabe destacar que fisiológicamente, este estadio se desarrolla a menudo en concomitancia con el anterior.

La cuarta etapa corresponde a la salida del niño de las vías genitales maternas. Es el third stage of labor de los anglosajones, la tercera etapa de la fase de dilatación.

Veamos cómo vive y sufre el niño esos diversos fenómenos; después comprenderemos mejor por qué es necesario humanizar y dulcificar el nacimiento.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Nacimiento - técnica de regresión


Revivir el nacimiento se está convirtiendo en un pasatiempo de moda, al menos en Estados Unidos. Agrupaciones especializadas prometen por diez dólares un nacimiento revivido. Estas prácticas, aparecidas con mucha frecuencia en la prensa norteamericana e incluso europea, pueden confundir al lector, por lo que me parece necesario realizar algunas aclaraciones.

Esas experiencias norteamericanas, en las que le prometen a uno revivir el nacimiento en una bañera de agua tibia, no corresponden en absoluto a verdaderos nacimientos revividos. Lo que ocurre es que en el agua caliente, en inmersión total y prolongada, aparecen determinadas sensaciones y emociones que condicionan al sujeto a interpretar la experiencia como un nacimiento revivido.

En realidad, no hacen sino proyectar en esa sensación el deseo de revivir su nacimiento, proyección facilitada por el contexto en que se desarrollan este tipo de experiencias.

Revivir el nacimiento constituye un caso concreto de regresión a la infancia. Este tipo de fenómenos son conocidos desde hace mucho en el ámbito del psicoanálisis, y han sido particularmente estudiados y explotados en cuatro dominios determinados: las terapias e investigaciones psicológicas emocionales de origen norteamericano, las ascesis espiritualistas orientales, la hipnosis o, más en general, las técnicas de terapia por sugestión, y las experimentaciones médicas con ciertas drogas psicodélicas como la mescalina, la psilacibina y el LSD, químicamente vecinas de ciertos mediadores cerebrales, como la dopamina y la serotonina.

Revivir el nacimiento no ha sido nunca un fin en sí mismo, sino un acontecimiento fortuito e imprevisible, una regresión como muchas otras, que se manifiesta a veces, si bien muy excepcionalmente, en ciertos sujetos que se libran a experiencias como las citadas.

La regresión en el tiempo no constituye un fin en sí misma. Se trata, o bien de un medio para llegar al conocimiento total del yo real (psicoanálisis, investigaciones psicológicas norteamericanas, terapia por sugestión), o bien de un medio para estudiar una actividad cerebral concreta. En los demás casos, el conocimiento del yo requiere una dura disciplina, una voluntad firme, sacrificios y años de trabajo en el estudio de las ascesis orientales.

domingo, 22 de mayo de 2011

Recién nacido - como siente el nacimiento


Cómo vive y siente el niño su nacimiento

Dice Marilyn Ferguson: «Los descubrimientos de los investigadores del cerebro y los de las disciplinas anexas están produciendo profundos cambios en las teorías científicas y en la sociedad. Ello produce reacciones en cadena en medicina, psiquiatría y pedagogía.

Las teorías sobre la naturaleza de la inteligencia están desquiciadas. Un maremoto arrastra a los científicos a experiencias que, hace apenas diez años, pasaban por maniobras de charlatanes: estados alterados de la conciencia, curaciones no ortodoxas, parapsicología...

»Cuando se hallan reunidos los descubrimientos de las diversas disciplinas, surge una imagen de las posibilidades y complejidades humanas que difiere de la idea que se suele tener del hombre, al igual que el sol es distinto de una bombilla eléc-(rica...
»A medida que se amplía el campo de la investigación, el número de fenómenos aumenta en progresión geométrica, obligando a revisiones continuas de las teorías existentes...»

Dado que los primeros meses de la vida dejan huellas indelebles en la personalidad del niño, algunos pensaron que el nacimiento podía marcar al inconsciente.

Esta idea no es nueva; la expuso por primera vez el psiquiatra vienes Otto Rank, en 1927, en su libro El trauma del nacimiento.
Desde hace unos veinte años, numerosos teóricos del campo de la psicología han atraído de nuevo la atención sobre la prueba, psicológica y físicamente terrible, que supone el nacimiento. Pero sólo podían enunciarse hipótesis con respecto al modo en que un recién nacido vivía y sufría la prueba del nacimiento.

De nuevo la psicoterapia y las investigaciones psíquicas modernas proporcionan la respuesta. Varios métodos psicoterapéu-ticos han permitido a sujetos experimentales —médicos, psicólogos, estudiantes o enfermos— remontarse en los recuerdos grabados en su inconsciente mucho más lejos de lo que habían permitido hasta ahora los métodos del psicoanálisis clásico. Esos sujetos han podido así realizar una experiencia prodigiosa: revivir su nacimiento..

Puede parecer increíble, pero la experiencia ha sido vivida y confirmada por millares de sujetos experimentales de distinta cultura, educación y formación, en fechas y lugares diferentes y con distintos métodos de psicoterapia.

Esta experiencia se describe en el libro de Leboyer citado: «... Puede parecer increíble. Y sin embargo es así. Aquellos que han revivido su nacimiento pueden dar testimonio de ello». Pienso que esta noción de un testimonio vivido arroja una nueva luz sobre las ideas de Leboyer.

La posibilidad de revivir escenas antiguas o muy antiguas supone que esas escenas están real y definitivamente grabadas en el cerebro. Hoy, esa realidad ha sido probada a nivel experimental y anatómico. En efecto, Marilyn Ferguson, en su obra La revolución del cerebro, dice: «...

La estimulación del lóbulo temporal del cerebro, directamente adyacente al rinencéfalo, produce un efecto típico de los ASC [altered state of consciousness, estados alterados de la conciencia]: incidentes del pasado [...] son revividos, casi como si pasara una banda magnética de video. W. Penfield, célebre neurocirujano, descubrió el fenómeno explorando ei cerebro de epilépticos, a fin de localizar con precisión la zona que provocaba la crisis. Pudo constatar que la exploración por medio de sonda electrónica de determinados puntos del lóbulo temporal desencadenaba una «segunda proyección» de acontecimientos pasados».