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martes, 5 de julio de 2011

El Parto en la actualidad


Los parteros «tradicionales» han criticado el baño diciendo que no servía para nada introducir al recién nacido en agua tibia, diez minutos o diez horas, puesto que, de todos modos, tarde o temprano tendría que abandonar ese medio líquido. Más adelante veremos que, una vez más, se cae en el error de confundir medio y objetivo: el baño no constituye un fin en sí mismo, sino un medio. Si hay que operar a un paciente, se le anestesiará. La anestesia no constituye un fin en sí mismo, sino el medio de evitar al paciente los dolores posoperatorios. Pero, gracias a la anestesia, el paso de «todavía no operado» a «ya operado» se realizará con el mínimo de sufrimiento posible. Más adelante explicaré que viene a ser este papel el que desempeña el baño en el método Leboyer.

Bien es verdad que el niño acabará por ser arrancado del clima de ternura que lo acoge durante los primeros minutos de su vida, para ser confrontado con la desagradable realidad de lo que he denominado su «visita de incorporación». Esta constatación plantea dos problemas: ¿es posible atenuar la transición a la realidad brutal de la vida del recién nacido?; ¿es deseable atenuar el rigor de dicha i ransición?

Sin duda alguna, será posible modificar el comportamiento del equipo médico (enfermera, puericultora, comadrona, pediatra) líente al recién nacido en las horas y días siguientes a su venida al mundo. Pero será preciso cambiar, no sólo las costumbres, los ges-los automáticos, sino en especial las mentalidades, el estado de animo, el modo de considerar al recién nacido en tanto que ser viviente en todos los aspectos, las relaciones entre los adultos y el recién nacido...'

Todo esto no se llevará a cabo en un solo día, y deberá además enfrentarse a tantas reticencias como conoció el PSD en,el curso de los últimos diez años y el método Leboyer en la actualidad. Desgraciadamente, cualquier cambio de actitud mental se enfrenta, en la mayoría de los médicos, a un muro de oposición e inmovilismo.

Por otra parte, resulta verosímil pensar que las jóvenes generaciones médicas se mostrarán más abiertas ante las nuevas actitudes mentales que sus mayores; al menos cabe esperarlo así. En cualquier caso, pienso que no hay que pretender cambiarlo todo de un brochazo, y que es preciso dirigir nuestros esfuerzos hacia el logro de un nuevo clima psicoafectivo en el mismo momento del nacimiento. Este nuevo estado de ánimo comienza a ser comprendido por un cierto número de tocólogos, número que sin duda irá aumentando progresivamente, aunque sólo sea bajo la presión de la opinión pública. La siguiente etapa consistirá en convencer a los pediatras para que adopten una actitud nueva respecto a los lactantes.

Muchos médicos y psicólogos tradicionales han interpretado mal el resultado de ciertas experiencias. En efecto, se ha demostrado que el estrés o las agresiones podían ocasionar cierta superioridad en el desarrollo psíquico de un grupo de ratas, en relación con un grupo criado en un entorno tranquilo y protegido. Sin embargo, no hay que olvidar que un resultado idéntico o incluso mejor puede ser obtenido mediante estimulaciones sensoriales no traumáticas.

Confundir estrés con estimulación constituye una aberración mental. Si bien en la actualidad está indiscutiblemente probado que las estimulaciones intelectuales y sensoriales en el curso de las primeras semanas y los primeros meses de vida son indispensables para un mejor desarrollo, resulta evidente que esas estimulaciones pueden ser de muy diversos tipos; vale más una estimulación violenta que ninguna estimulación en absoluto, pero me parece obvio que una estimulación inteligente y no traumática será siempre superior a otra brutal y agresiva.

Ante un televisor que se apaga bruscamente, existen tres actitudes posibles: no hacer nada, darle un buen puñetazo o llevarlo al taller de reparaciones. La primera solución no resolverá nada; la segunda puede resultar más eficaz que la primera, pero es sin duda la tercera solución, la solución del razonamiento y la inteligencia, la que me parece más lógica.

Ello no ha impedido al célebre profesor V... declarar con soberbia ante doscientas personas, con ocasión del Congreso Ginecológico de Lyon, en 1976, que: «... la intensa luz del dispositivo de alumbrado sin sombra en los ojos del niño que acaba de nacer es muy beneficiosa para el desarrollo de su visión, puesto que hoy día sabemos que la estimulación sensorial es necesaria para el desarrollo del órgano sensorial en sí mismo».

Esta pasmosa frase, destinada a echar por tierra mi alegato en defensa del nacimiento sin violencia, desencadenó los aplausos de todos los asistentes... Una muestra de hasta dónde puede llegar la estupidez cuando viene guiada por el conservadurismo, los prejuicios, la ignorancia o la admiración beatífica y pasiva de los ídolos sagrados...