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Bebés gemelos: Similares pero diferentes

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viernes, 23 de septiembre de 2011

Aprendizaje del bebé con objetos


Enseñar al niño a actuar con un objeto sobre otro objeto

Golpear un objeto pequeño contra otro mayor. Cuando el niño se ha acostumbrado ya a la mesa y a dar palmadas sobre ella, dale un cubo o cualquier otro juguete. Lo asirá y empezará a golpear la mesa con él. Cuanto mayor sea el ruido que haga, más fuertes serán sus golpes. A partir de ese momento, tendrás que enseñarle que le está permitido golpear la mesa de la cocina, pero no la del cuarto de estar.

Golpear un objeto en un lugar preciso. En el ejercicio anterior, el niño golpeaba toda la superficie de la mesa a su alcance, sin ningún propósito determinado. Enséñale a hacerlo en el punto que desea. Dale un cubo pequeño y coloca otro de mayor tamaño frente a él. Quítale el cubo pequeño y golpea con él el cubo grande. Pronto intentará imitarte.

Ayúdale sujetando su mano y obligándole a golpear un cubo con otro. Esto le enseñará a dirigir los golpes en una dirección determinada. Ve reemplazando el cubo pequeño por otros objetos y el grande por una caja. El niño golpeará los primeros contra la segunda.

Cambiar de lugar los objetos a través de la mesa. Enseña al niño a mover los objetos que hay sobre la mesa. Te imitará y hará deslizarse los objetos sobre ella. Toma su mano y haz que ejecute movimientos de deslizamiento.

Pasivo al principio, pronto comprenderá de qué se trata y los empujará él mismo. Prueba con un cucharón, por ejemplo. Este ejercicio sirve de preparación para otro, que consiste en enseñarle a mover un cubo con otro objeto, como el cucharón, es decir, a utilizar éste como un instrumento.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Ejercicios de piernas para bebés


Suspensión con las piernas apoyadas en el estómago de un adulto. Siéntate, si te es posible en la cama, y sienta al niño en tu regazo, dándote frente y apoyando los pies en tu estómago.

Tiéndele los índices. Cuando los agarre, tira de sus manos suavemente. Presionará entonces las piernas contra tu estómago y se impulsará hacia arriba. Se mantendrá con las nalgas hacia fuera o se pondrá de pie, con el vientre hacia fuera. Oblígale a sentarse de nuevo y vuelve a tirar de él.

 Suspensión combinada. Cuando tu hijo sepa mantener su presa con la fuerza suficiente para sostenerse sin peligro, sujetándose a tus dedos cuando le atraes hacia ti desde la posición sentada a la posición de pie, intenta la suspensión combinada. Apoya el niño de espaldas en una almohada blanda y tiéndele dos dedos de una mano.

Cuando los agarre, sujétale por las piernas con la otra mano y álzale alrededor de diez centímetros por encima de la almohada, de manera que la cabeza y el tronco queden horizontales. Probablemente el niño será capaz de sostener con sus propias manos la mitad del peso de su cuerpo. El resto del peso recaerá en la mano con la que sujetas sus piernas.

Durante el quinto mes, emplea sólo este ejercicio como un test, comprobando por medio de él, una o dos veces por semana, los progresos que ha hecho. Si en el sexto mes consigue realizarlo sin esfuerzo, aplícalo con mayor frecuencia. Más adelante, complica el ejercicio sustituyendo tus dedos por una anilla o varilla. Para mayor seguridad, haz que su padre ponga una mano detrás de la cabeza del bebé.

Observación de lo que le rodea por encima de un obstáculo. Tu hijo utilizará más los brazos si esto le permite observar algo por encima de una barrera, por ejemplo el borde del cochecillo o del baño. No le tengas echado siempre boca arriba en el coche. Baja la capota, ponle boca abajo y coloca un colchoncillo debajo de él para que pueda sujetarse al borde y observar lo que pasa a su alrededor a medida que avanzáis.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Sarampión en Bebés


En el caso del sarampión el enfoque del tema debería centrarse en la descripción de las medidas preventivas y de las características de las vacunas disponibles, ya que la finalidad de la acción sanitaria respecto de estas enfermedades para las que se cuenta con vacunas es erradicarlas, como sucedió con la viruela.

El sarampión no es, como todavía se cree, una enfermedad inofensiva e inevitable que es preferible "pasar" cuanto antes. Por el contrario, es una enfermedad peligrosa que puede dejar secuelas importantes e incluso causar la muerte. Como sucede con muchas otras enfermedades, la madre puede transferir al recién nacido sus anticuerpos específicos para el sarampión.

Estos duran alrededor de 9 meses, pero a partir de entonces el niño es susceptible de contraer la enfermedad. Por lo general esta enfermedad se produce en los primeros años de vida, pero es posible que no se contraiga hasta la adolescencia.

Hay descripciones de casos aislados y hasta verdaderas epidemias en edades más avanzadas, cuando los individuos han estado en contacto con el virus del sarampión (epidemias en islas o comunidades aisladas en las que no había penetrado la enfermedad). En estas circunstancias la evolución es siempre más azarosa. Se adquiere por contacto directo.

La enfermedad es producida por un virus. Antes de desarrollar todos los signos y síntomas el paciente ya contagia, lo que hace posible que la enfermedad se extienda considerablemente. Después de un período de incubación de aproximadamente 10 días aparecen fiebre, malestar general y el característico triple catarro (nasal, conjuntival y faríngeo), que van en aumento hasta que al 4- día aparece la erupción.

Esta comienza detrás de las orejas y en la línea de nacimiento del cabello y se extiende de cabeza a pies, y desde el tronco hacia los miembros. La piel presenta una coloración pardorojiza, con zonas de mayor concentración. La erupción comienza a desvanecerse al 3- o 4- día y la piel toma una coloración francamente pardusca. En los sitios más atacados se produce una descamación fina.

Es necesario aislar al niño durante todo el período eruptivo, para que no siga diseminando el virus. El sarampión deja de ser contagioso después del 5o día de comenzada la erupción; por lo tanto se considera que después de este período el niño puede regresar a la escuela.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Niños que no pueden dormir solos


Muchos padres resuelven de diferentes maneras estas situaciones que se plantean cotidianamente y que exigen una gran cuota de paciencia y de dedicación, en un momento del día en que los adultos ya están cansados.

La salida más fácil es aceptar el requerimiento del niño de no dormir solo. Con ello, no es mucho lo que resuelven. Postergan para más adelante un proceso que inevitablemente deberá producirse.

El niño debe ir elaborando estos temores, para desarrollarse emocionalmente, y los padres requieren preservar su intimidad para una vida de pareja satisfactoria. Al niño habrá que transmitirle que no se lo abandona y, con firmeza, acompañarlo en sus vivencias, intentando que comprenda que existe una separación entre el mundo de los adultos y el suyo propio.

Como se comprenderá, en el manejo de todas las situaciones que plantean estas divisiones se ponen en juego factores de ambas partes: una pareja con conflictos sexuales podrá utilizar las dificultades lógicas del niño para ocultarse las propias.

Como decíamos al comienzo, la noche no es lo que muestran las apariencias. Juegan en ella emociones y conflictos que nada tienen que ver con la tranquilidad del reposo.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Ejercicio de brazos para bebés


Objetivo: hacia el sexto mes, la fuerza de agarre del niño será sin duda lo bastante grande para sostenerle cuando se tira de él hasta ponerle de pie.

Un niño que se ejercita regularmente será capaz de mantenerlo durante por lo menos un segundo cuando se cuelga de una anilla y se apoya en las piernas. Su fuerza de empuje ha de ser la adecuada para permitirle arrastrarse con ayuda de los brazos por los menos unos sesenta centímetros y sostenerse sobre las rodillas (a cuatro patas).

Asirse a un trapecio mientras está echado boca arriba. Ya hemos descrito el trapecio al exponer los ejercicios para los niños de dos a tres meses. A los seis, se utilizará para ejercicios más complicados. En el segundo trimestre, el niño se agarrará a él con confianza creciente y empezará a impulsarse a sí mismo hacia arriba.

Al empujar, levantará las piernas vigorosamente. También empezará a volverse de costado y a ponerse boca abajo con ayuda del trapecio. Si colocas a tu hijo de manera que el trapecio quede longitudinal a él, lo sujetará con las manos y los pies y, a veces, se alzará en el aire. Si descansa sobre el vientre, lo asirá con una o las dos manos y, al mismo tiempo, inclinará hacia atrás la cabeza completamente.

Alzarse hasta quedar sentado y de pie. Tiende los índices a tu hijo de cuatro meses. Una vez que se aferré a ellos, tira de él hasta dejarle sentado. Hacia el quinto y sexto mes, la presa será lo bastante firme para servirte de una cuerda, un trozo de manguera de goma, una varilla o una anilla, en lugar de los dedos.

Observa siempre estas dos reglas: protege su cabeza, sin tocarla, para evitar el riesgo de una posible caída y no le dejes permanecer sentado. Acuéstale de nuevo cada vez. Cuando haya aprendido a mantener la presa sobre un objeto durante todo el trayecto hasta quedar sentado, puedes complicar el ejercicio acostándole sobre el costado derecho y tirando de él hasta que quede sentado sobre el lado derecho.

A continuación, colócale sobre el costado izquierdo y repite la operación. (Cuando esté echado de lado, las piernas del niño deben formar un ángulo recto con su cuerpo.) En el quinto mes, muchos niños no sólo contribuirán activamente a sentarse, sino que continuarán hasta ponerse de pie. El ejercicio dará mejor resultado si le descruzas las piernas y si tienes cuidado de que no resbalen hacia adelante.

El pequeño se apoyará entonces en ellas y se levantará por sí mismo. No tires de él hacia arriba mientras se cuelgue pasivamente con las manos. Estará maduro para este ejercicio cuando sea capaz de impulsarse por sí mismo hacia arriba con los brazos, con éstos formando un ángulo máximo de 45 grados."

jueves, 15 de septiembre de 2011

Escarlatina en Bebés


Es una de las enfermedades eruptivas de la infancia que más preocupa a los padres, ya que históricamente se la consideró como enfermedad grave. Este temor estaba justificado, pues en los hospitales pediátricos existían salas dedicadas exclusivamente al tratamiento de esta afección y sus complicaciones, pero el uso de medicamentos específicos y los métodos de diagnóstico temprano para el germen causal han cambiado notablemente la evolución de la enfermedad y su pronóstico.

El agente productor de esta enfermedad es una bacteria

llamada estreptococo hemolítico del grupo A, que causa diversas afecciones en la niñez: amigdalitis, o faringitis, escarlatina, o infecciones de la piel. El tipo de infección que produce este germen depende de la vía de entrada y de la edad y el estado inmunológico del huésped. La incidencia es generalmente menor en los lactantes, comienza a aumentar entre los 6 y los 12 años y llega a la máxima expresión antes de la adolescencia. Las infecciones son más frecuentes en invierno y primavera.

La enfermedad se transmite principalmente por contacto directo con un enfermo o con portadores de gérmenes. La escarlatina comienza bruscamente, con fiebre, vómitos, faringitis o amigdalitis y, en algunas oportunidades, dolor abdominal intenso que puede sugerir un cuadro quirúrgico.

La erupción aparece generalmente a las 12 horas de comenzar la enfermedad. Son lesiones rojas, puntiformes, del tamaño de la cabeza de un alfiler, que dan a la piel una textura áspera, similar a la del papel de lija. Se extiende rápidamente por todo el cuerpo y tiene el aspecto de una "quemadura de sol con piel de gallina". Se inicia en la cara, se extiende al tronco y luego a las extremidades. Las amígdalas están aumentadas de tamaño y enrojecidas. El paladar y la úvula presentan el mismo aspecto.

La lengua presenta una coloración blanca en los primeros días y luego se torna roja y brillante, salpicada de papilas prominentes. Por su aspecto se la denomina "lengua de frutilla".

Al final de la primera semana desaparecen todos los síntomas y comienza la descamación de la piel, uno de los rasgos característicos de la escarlatina.

Pueden aparecer en el transcurso de la primera semana, por acción directa de los estreptococos. Las más frecuentes son la otitis media y la sinusitis.

Las posibles complicaciones tardías (después de 1 a 3 semanas) son la fiebre reumática y la glomerulonefritis aguda, que son graves pero afortunadamente poco frecuentes y en su incidencia disminuye con la instauración del tratamiento antibiótico adecuado y temprano.

Este apunta a varios objetivos fundamentales: dominarlos efectos de la enfermedad, acortar su duración e impedir las complicaciones y la transmisión. Es importante instituir tratamiento preventivo en los niños que están en contacto con un enfermo. Como sucede con otras enfermedades eruptivas de la infancia, en el caso de la escarlatina no es aconsejable el cierre de grados ni de escuelas, sino un buen seguimiento de los niños que han estado en contacto con el germen.

martes, 13 de septiembre de 2011

Bebés con problemas para dormir


No podemos decir que el insomnio se presenta en el niño de la misma forma que en el adulto; pero en ambos, la llegada de la noche puede promover ansiedad y temor. Es el momento de quedarse solo, enfrentado con algo desconocido; de alguna manera se emprende un viaje a otra dimensión.

Dé allí que exista, alrededor de la noche, toda una mitología: brujas, fantasmas y vampiros. En la temprana infancia esto se ve incrementado cuando los padres se separan del niño y éste debe aceptar que ambos se quedan juntos y lo excluyen.

Se suman entonces dos emociones muy intensas: el miedo a la separación y el temor a la exclusión.

Es por ello que entre los dos a tres años comienzan a manifestarse las dificultades para conciliar el sueño. El niño no quiere irse a dormir. Se resiste, llora o expresa su resistencia en los rituales nocturnos, exigiendo que la madre se quede junto a él, que lo acune, que no apague la luz, que no cierre la puerta. Más adelante podrá acompañarse con un muñeco querido que actúa como tranquilizador.

Otras conductas pueden tener también el mismo valor; por ejemplo, la succión del pulgar. Los cuentos también cumplen esa función: acompañan al niño, poblando de palabras, personajes, historias, ese mundo que se le presenta como vacío de la compañía materna, de la luz y del movimiento del día.

domingo, 11 de septiembre de 2011

No existe la madre ideal


En la práctica, a medida que pasan las semanas después del nacimiento, debes pues ocuparte lo más posible de tu hijo durante sus «ratos de ocio», es decir sus períodos de vigilia, si bien respetando sus pequeñas siestas de después de mamar. Así, habiendo tenido una jornada bien repleta, dormirá toda la noche sin molestar a sus padres.

El cuarto paso consiste en consagrar al bebé los dos meses que siguen al alumbramiento, como mínimo. No hay duda de que resulta insuficiente, pero en nuestras sociedades modernas en que la mujer suele trabajar, es generalmente imposible que ésta pueda obtener más de dos meses de descanso posnatal.

Al menos, esos dos meses deben ser consagrados de modo prioritario al bebé. Tanto el marido como los otros hijos deben comprender esa necesidad, y no constituir una carga suplementaria para la joven madre, sino una ayuda.

El quinto paso, y el más difícil, consiste en tratar de seguir prodigando el máximo de ternura y de atenciones posibles al lactante tras esos dos meses.

Mas es evidente que las condiciones varían según cada caso particular, y que la mujer que sale a trabajar a las seis de la mañana para no volver hasta las ocho de la tarde, teniendo que ocuparse además de la casa, podrá consagrar muy poco tiempo a su hijo, confiado por lo general a una guardería o a una nodriza.

En definitiva, el ideal no existe en nuestro «evolucionado» mundo actual. A cada madre le corresponde comprender la importancia del contacto físico y sentimental que debe tener con su hijo, así como organizar su vida, en el límite de sus obligaciones profesionales, para consagrarle el mayor tiempo posible y lo mejor de sí misma.

No obstante, no debe olvidar nunca que un bebé necesita todavía más sus caricias que su leche, más su amor que el hecho de cambiarle los pañales.

sábado, 10 de septiembre de 2011

El Desarrollo de los Hijos


Las nociones, ya clásicas, sobre el desarrollo intelectual del niño se desprenden de los trabajos de Jean Piaget, el célebre psicólogo suizo.

Para él, los niños construyen su universo mental pasando por etapas claramente determinadas y que siguen un orden invariable: «... la adquisición de ciertas nociones por parte del niño es imposible en tanto no se ha alcanzado la etapa correspondiente».

Este modo de ver las cosas es compartido por el profesor francés Francois Lhermite, el cual escribe: «... el desarrollo cognoscitivo sigue etapas que en la actualidad están bien definidas, ninguna de las cuales podría ser omitida en la progresión que conduce al pensamiento hipóte tico-deductivo según la concepción de Piaget».

Sin embargo, los más recientes trabajos parecen contradecir ese modo un tanto rígido de enfocar el proceso de «maduración intelectual». En especial, las numerosas investigaciones efectuadas por embriólogos y fisiólogos a partir de embriones animales y de animales recién nacidos.

Para todos esos autores: «... la función puede desempeñar un papel en la maduración normal de los órganos y del cerebro, y por consiguiente en el desarrollo del comportamiento [...].

El momento de aparición de una determinada conducta depende de la función o de la experiencia. En ausencia de toda experiencia, el comportamiento en cuestión aparecerá a pesar de todo, aunque mucho más tarde [...].

Esta idea de «facilitamiento» implica asimismo que, si bien ciertas aptitudes comportamentales propias de una especie pueden desarrollarse en ausencia de experiencia anterior, nunca podrán alcanzar su más alto nivel de funcionamiento o de diferenciación [...].

La experiencia precoz produce —con respecto a un estado ulterior normal— fenómenos que jamás se manifestarían si no hubiera existido dicha experiencia precoz [...]. Los ejemplos de inducción (influencia determinante de una experiencia precoz) subrayan la importancia de la plasticidad com-portamental a lo largo del desarrollo...».

jueves, 8 de septiembre de 2011

Aprendizaje del bebé


Veamos lo que escribe el profesor P. Monnod, de la universidad de Ginebra, y alumno de Piaget: «La organización del niño desde el nacimiento es mucho más rica y mucho más compleja de lo que antaño se creía. Hechos evidenciados recientemente han demostrado que el bebé posee un único compuesto de objetos estables desde las primeras semanas de vida, mientras que las antiguas experiencias atribuían tales posibilidades al segundo año de vida.

Es necesario volver a plantearse la personalidad del bebé [...]. El segundo descubrimiento consiste en que el bebé no realiza progresos acumulativos; cada nueva adquisición no viene a añadirse a las precedentes, el bebé no lleva a cabo progresos que van de lo malo a lo mejor. Y es así pese a que nos cueste admitir la discontinuidad del desarrollo. Varias veces seguidas, el bebé reorganiza de modo diferente sus intercambios con el mundo que le rodea...».

Desde el comienzo de su existencia, el ser humano elabora teorías que periódicamente deberá destruir y abandonar a fin de construir otras más acordes y que se beneficien de sus adquisiciones más recientes. Es así, «de revolución en revolución», como irá progresando.

Dicha plasticidad comportamental, que parece oponerse a la rigidez del sistema de Piaget. es igualmente puesta de relieve por los trabajos de Jéróme Bruner, investigador de Harvard, quien ha demostrado las actividades ultraprecoces del cerebro de los lactantes: «... existe realmente un sistema de información y de reflexión en el cerebro de todo lactante [...].

Los niños responden, desde las primeras semanas y desde la primera experiencia, a los cambios ocasionados por sus propios actos [...]. Al revés de lo que ocurre en el condicionamiento, cuando se trata de su propia iniciativa el bebé aprende con extraordinaria rapidez [...]. La intención que precede a la acción y las hipótesis que fabrica el cerebro son fundamentales en la organización del conocimiento. La intención del niño actúa como un filtro selectivo.

Es ella la que le permite eliminar las informaciones parásitas. Cada gesto, pensado antes de ser realizado, se convierte en un modelo que en adelante podrá ser utilizado, no sólo para llegar a una habilidad de manipulación de la que solamente el hombre es capaz, sino también para hacer progresar el pensamiento y el lenguaje [...]. La noción de un orden interior prefijado, tal como es definida por Piaget, no abarca la inmensidad del campo de las posibilidades humanas».

Las teorías de Piaget son refutadas por los trabajos del equipo de Tom Boweer y los del doctor G. Trevarthen en Edimburgo, que han probado que los recién nacidos y los lactantes poseen una mayor y mejor coordinación de lo que pensaba Piaget, y además desde una etapa mucho más temprana. En la universidad de Oxford, el equipo del doctor P. Bryant ha demostrado asimismo que los niños pequeños son capaces de realizar deducciones lógicas mucho antes de lo que pensaba Piaget.