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domingo, 11 de septiembre de 2011

No existe la madre ideal


En la práctica, a medida que pasan las semanas después del nacimiento, debes pues ocuparte lo más posible de tu hijo durante sus «ratos de ocio», es decir sus períodos de vigilia, si bien respetando sus pequeñas siestas de después de mamar. Así, habiendo tenido una jornada bien repleta, dormirá toda la noche sin molestar a sus padres.

El cuarto paso consiste en consagrar al bebé los dos meses que siguen al alumbramiento, como mínimo. No hay duda de que resulta insuficiente, pero en nuestras sociedades modernas en que la mujer suele trabajar, es generalmente imposible que ésta pueda obtener más de dos meses de descanso posnatal.

Al menos, esos dos meses deben ser consagrados de modo prioritario al bebé. Tanto el marido como los otros hijos deben comprender esa necesidad, y no constituir una carga suplementaria para la joven madre, sino una ayuda.

El quinto paso, y el más difícil, consiste en tratar de seguir prodigando el máximo de ternura y de atenciones posibles al lactante tras esos dos meses.

Mas es evidente que las condiciones varían según cada caso particular, y que la mujer que sale a trabajar a las seis de la mañana para no volver hasta las ocho de la tarde, teniendo que ocuparse además de la casa, podrá consagrar muy poco tiempo a su hijo, confiado por lo general a una guardería o a una nodriza.

En definitiva, el ideal no existe en nuestro «evolucionado» mundo actual. A cada madre le corresponde comprender la importancia del contacto físico y sentimental que debe tener con su hijo, así como organizar su vida, en el límite de sus obligaciones profesionales, para consagrarle el mayor tiempo posible y lo mejor de sí misma.

No obstante, no debe olvidar nunca que un bebé necesita todavía más sus caricias que su leche, más su amor que el hecho de cambiarle los pañales.