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Bebés gemelos: Similares pero diferentes

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martes, 5 de julio de 2011

El Parto en la actualidad


Los parteros «tradicionales» han criticado el baño diciendo que no servía para nada introducir al recién nacido en agua tibia, diez minutos o diez horas, puesto que, de todos modos, tarde o temprano tendría que abandonar ese medio líquido. Más adelante veremos que, una vez más, se cae en el error de confundir medio y objetivo: el baño no constituye un fin en sí mismo, sino un medio. Si hay que operar a un paciente, se le anestesiará. La anestesia no constituye un fin en sí mismo, sino el medio de evitar al paciente los dolores posoperatorios. Pero, gracias a la anestesia, el paso de «todavía no operado» a «ya operado» se realizará con el mínimo de sufrimiento posible. Más adelante explicaré que viene a ser este papel el que desempeña el baño en el método Leboyer.

Bien es verdad que el niño acabará por ser arrancado del clima de ternura que lo acoge durante los primeros minutos de su vida, para ser confrontado con la desagradable realidad de lo que he denominado su «visita de incorporación». Esta constatación plantea dos problemas: ¿es posible atenuar la transición a la realidad brutal de la vida del recién nacido?; ¿es deseable atenuar el rigor de dicha i ransición?

Sin duda alguna, será posible modificar el comportamiento del equipo médico (enfermera, puericultora, comadrona, pediatra) líente al recién nacido en las horas y días siguientes a su venida al mundo. Pero será preciso cambiar, no sólo las costumbres, los ges-los automáticos, sino en especial las mentalidades, el estado de animo, el modo de considerar al recién nacido en tanto que ser viviente en todos los aspectos, las relaciones entre los adultos y el recién nacido...'

Todo esto no se llevará a cabo en un solo día, y deberá además enfrentarse a tantas reticencias como conoció el PSD en,el curso de los últimos diez años y el método Leboyer en la actualidad. Desgraciadamente, cualquier cambio de actitud mental se enfrenta, en la mayoría de los médicos, a un muro de oposición e inmovilismo.

Por otra parte, resulta verosímil pensar que las jóvenes generaciones médicas se mostrarán más abiertas ante las nuevas actitudes mentales que sus mayores; al menos cabe esperarlo así. En cualquier caso, pienso que no hay que pretender cambiarlo todo de un brochazo, y que es preciso dirigir nuestros esfuerzos hacia el logro de un nuevo clima psicoafectivo en el mismo momento del nacimiento. Este nuevo estado de ánimo comienza a ser comprendido por un cierto número de tocólogos, número que sin duda irá aumentando progresivamente, aunque sólo sea bajo la presión de la opinión pública. La siguiente etapa consistirá en convencer a los pediatras para que adopten una actitud nueva respecto a los lactantes.

Muchos médicos y psicólogos tradicionales han interpretado mal el resultado de ciertas experiencias. En efecto, se ha demostrado que el estrés o las agresiones podían ocasionar cierta superioridad en el desarrollo psíquico de un grupo de ratas, en relación con un grupo criado en un entorno tranquilo y protegido. Sin embargo, no hay que olvidar que un resultado idéntico o incluso mejor puede ser obtenido mediante estimulaciones sensoriales no traumáticas.

Confundir estrés con estimulación constituye una aberración mental. Si bien en la actualidad está indiscutiblemente probado que las estimulaciones intelectuales y sensoriales en el curso de las primeras semanas y los primeros meses de vida son indispensables para un mejor desarrollo, resulta evidente que esas estimulaciones pueden ser de muy diversos tipos; vale más una estimulación violenta que ninguna estimulación en absoluto, pero me parece obvio que una estimulación inteligente y no traumática será siempre superior a otra brutal y agresiva.

Ante un televisor que se apaga bruscamente, existen tres actitudes posibles: no hacer nada, darle un buen puñetazo o llevarlo al taller de reparaciones. La primera solución no resolverá nada; la segunda puede resultar más eficaz que la primera, pero es sin duda la tercera solución, la solución del razonamiento y la inteligencia, la que me parece más lógica.

Ello no ha impedido al célebre profesor V... declarar con soberbia ante doscientas personas, con ocasión del Congreso Ginecológico de Lyon, en 1976, que: «... la intensa luz del dispositivo de alumbrado sin sombra en los ojos del niño que acaba de nacer es muy beneficiosa para el desarrollo de su visión, puesto que hoy día sabemos que la estimulación sensorial es necesaria para el desarrollo del órgano sensorial en sí mismo».

Esta pasmosa frase, destinada a echar por tierra mi alegato en defensa del nacimiento sin violencia, desencadenó los aplausos de todos los asistentes... Una muestra de hasta dónde puede llegar la estupidez cuando viene guiada por el conservadurismo, los prejuicios, la ignorancia o la admiración beatífica y pasiva de los ídolos sagrados...

domingo, 3 de julio de 2011

La Fecundación


El aparato genital femenino está constituido por los ovarios, que generan las células germinales (ovocitos); las trompas de Falopío, donde sé produce la fecundación; el útero, donde se implanta el embrión para su crecimiento; y la vagina, el sitio donde se lleva a cabo la cópula.

El ciclo femenino empieza con la menstruación, que es la caída del endometrio (cubierta interna del útero), y posteriormente comienzan a crecer los folículos en el ovario, en el interior de los cuales hay un ovocito madurando. Cuando éste alcanza el desarrollo, alrededor del día 14 del ciclo, tiene lugar la ovulación, es decir la salida del ovocito del ovario, que en los siguientes catorce días fabricará hormonas para preparar el endometrio por si se llega al embarazo.

En el caso de que no lo hubiera, la producción hormonal baja y el endometrio, por falta de mantenimiento, vuelve a caer, produciendo consecuentemente una nueva menstruación. Vale aclarar que el ovocito está cubierto por una estructura no celular que se llama membrana pelúcida y por un grupo de células denominadas "del cumulus".

En una relación sexual el semen es depositado en el fondo de la vagina. Aquí los espermatozoides se separan del plasma seminal y migran hasta el cuello uterino si tuviese las condiciones adecuadas, ya que eso sólo ocurre en los días próximos a la ovulación. Luego los espermatozoides ascienden por el tracto genital femenino hasta encontrarse, en el tercio externo de la trompa de Falopio, con los ovocitos.

La mayoría de los espermatozoides libera enzimas que permiten disociar las células del cumulus, que luego se unirán a la membrana pelúcida, y uno la penetrará para tomar contacto con el ovocito y activarlo. De ese espermatozoide se constituye el llamado pronúcleo masculino, que tiene 23 cromosomas, mientras que el ovocito aportará el pronúcleo femenino, que posee la misma cantidad. La unión de ambos cromosomas permite la formación de una célula de 46 cromosomas, característica de la especie humana. Luego ese embrión crece en número de células por sucesivas divisiones, viaja por el aparato genital femenino y tres o cuatro días después de la fecundación ingresa al útero, donde se implanta en el endometrio al séptimo día posterior a la fecundación.

Sin embargo, como dijimos en un principio, existe un gran número de parejas que no pueden materializar el embarazo por diferentes factores. Estos son las más importantes: -Factor espermático: la calidad y la cantidad de semen puede ser deficiente en cantidad, movilidad y forma de los espermatozoides. -Factor ovulatorio: hay fallas en la ovulación por diferentes motivos.

-Factor útero-tubo-peritoneal:
tanto el útero y las trompas de Falopio, como la cavidad pelviana, deben preservar sus condiciones anatómicas y funcionales para permitir el embarazo.

-Factor espermomigración-fertilización: Las fallas en este punto pueden deberse a un mal estado del espermatozoide (factor masculino) o a fallas en el moco cervical (factor femenino). Habitualmente se efectúa el test postcoital, que consiste en el análisis del moco cervical en fecha ovulatoria -luego de varias horas de una relación sexual- para buscar número y calidad de espermatozoides.

-Factor psicológico: los órganos reproductivos reciben influencias del sistema nervioso central. En este caso, una vez que se haya descartado cualquier otra causa, el tratamiento debería ser mo-nitoreado por un psicólogo.

-Factor genético: los matrimonios con esterilidad deberían realizarse estudios cromosómicos para descartar esta posibilidad. Si bien no hay una terapéutica que pueda revertir sus características genéticas, es muy útil para el pronóstico y el enfoque del tratamiento. Cuando no se consiguió diagnosticar la causa, la problemática es catalogada como ESCA (Esterilidad Sin Causa Aparente). En estos casos, así como cuando fracasaron los tratamientos convencionales, se debe recurrir de manera indefectible a las técnicas de fertilización asistida para poder lograr el embarazo.

sábado, 2 de julio de 2011

Método Leboyer - ¿peligroso para el niño?


El método Leboyer ¿puede ser peligroso para el niño?

No todas las críticas surgidas en el cuerpo médico contra las teorías de Leboyer eran producto del conformismo y la rutina; algunas se debían a la loable preocupación de no comprometer el bagaje científico de la obstetricia moderna, así como los gestos codificados que constituyen la base de la práctica obstétrica.

Es así como han creído poder predecir que el hecho de depositar al niño sobre el vientre de la madre, o de bañarlo, aumentaría el riesgo de infección. Ya ha surgido la gran palabra: infección, microbios. Debido a que la victoria sobre la infección es la única gran victoria obtenida por la medicina desde hace un siglo (las demás se deben a los progresos de la higiene, la nutrición y la técnica anestésica), y a que los antibióticos se cuentan entre los pocos medicamentos verdaderamente eficaces (lo que explica el abuso de su utilización, haya motivo o no), los médicos ven la infección por todas partes. Olvidan que, si bien los microbios se encuentran en efecto por todas partes, en las manos, en la boca, «microbio» no significa forzosamente infección; para ello es preciso que exista cierta fragilidad o debilidad del sujeto, así como otras condiciones especiales.

Volviendo al tema del recién nacido y el parto, ¿no resultan ridículos esos parteros «con casco, botas, máscara y guantes», si se piensa en los millones de microbios que pululan en la vagina y en la región perineo-anal de la madre, que es precisamente por donde sale el niño? Además, éste será depositado minutos más tarde en su cuna, que no es estéril. Entonces, ¿cómo es posible temer, seriamente, que la madre que acaricia a su hijo, depositado sobre su vientre, corre el riesgo de infectarlo?

Lo que defiende y protege al niño, mucho mejor que cualquier antibiótico, son las armas inmunizadoras transmitidas por la sangre y la leche maternas (de ahí la importancia de dar el pecho), por el líquido amniótico y por esa sustancia cremosa, el vernix caseosa, que recubre al recién nacido. Esa sustancia, que protege y nutre la piel del bebé, es muy grasa y no hay peligro de que desaparezca con el baño pues, obviamente, no se trata de fregar al niño.

Me parece evidente que tales temores sólo pueden aparecer en la mente de los médicos que no conocen bien el método Leboyer ni sus límites y que, en cualquier caso, no han probado dicho método.

Por mi parte, me apliqué a la tarea de tranquilizar a mis colegas efectuando las primeras comunicaciones científicas sobre el método Leboyer (en la Société de Gynécologie, en París, en abril de 1976, y en el Congreso de la Federación de Sociedades de Ginecología, en Lyon, en mayo de 1976) y publicando el primer artículo científico sobre dicho tema (Revue Frangaise de Gynécologie, abril de 1976).

Habiendo sido el más encarnizado adversario de Leboyer cuando apareció su libro, me pareció normal, a renglón seguido, convertirme en su defensor más eficaz en el mundo médico (el éxito logrado por su libro demuestra, sin embargo, que no necesita ayuda alguna). Al menos, mi toma de posición ha tenido cierto efecto, pues creo ser considerado como un garante de la obstetricia moderna, ya que soy autor de los principales manuales sobre esta I iencia para el uso de médicos, comadronas y enfermeras.

Sin entrar en detalles (carentes de interés para el gran público) sobre mis comunicaciones y artículos científicos, diría que las observaciones médicas que realicé sobre más de un centenar de partos según el método Leboyer permiten asegurar que dicho método no |)icsenta ningún peligro para el niño, con la única condición, subrayada por Leboyer, de que se aplique solamente en el parto normal, con un recién nacido normal. Idénticas aseveraciones tranquilizado-las aporta el doctor Odent, de la maternidad de Pithiviers, con varios miles de partos Leboyer en su haber. En su clínica modelo, donde todo se halla dominado por la preocupación de humanizar el nacimiento, las cifras de mortalidad perinatal pasaron del veintinueve por mil en 1962 al diez por mil en 1976, netamente inferior a la tasa media en Francia, que es actualmente del veinte por mil.

Creo que sólo me resta reproducir a continuación las conclusiones de mi artículo aparecido en la Revue Francaise de Gynécologie: «Este método cambia profundamente el clima psicológico del parto y, por lo tanto, marca una etapa importante en la historia de la obstetricia, tan importante como la que supuso la introducción del parto sin dolor, el cual, a su vez, en un principio no había suscitado sino desinterés, escepticismo o críticas sistemáticas.

»Este método no presenta ningún peligro para el niño, siempre que sólo se aplique en el parto eutócico.-1 Su aplicación cambia el comportamiento del recién nacido de un modo sorprendente; estrecha los lazos entre madre e hijo y permite al padre compartir el gozo del nacimiento; por último, crea un nuevo clima afectivo y tranquilizador al que no se está acostumbrado en una sala de partos, que cada vez se vuelca más a la frialdad inhumana de la electrónica».

viernes, 1 de julio de 2011

Celulitis en el Embarazo


En el transcurso del embarazo puede producirse un acentuamiento de la celulitis; sobre todo en las mujeres propensas a ella o en las que ya significa un auténtico problema. El grado de intensificación depende del cambio del estado hormonal, que hace más lento el drenaje linfático y favorece la retención hídrica.

Lo más efectivo y seguro es seguir una dieta hiposódica (pobre en sal), para evitar que se manifiesten con más virulencia estas indeseadas adiposidades.

Tomar mucho líquido, por lo menos dos litros de agua diarios y no descuidar una sobria actividad física, son otros consejos a tener en cuenta. El movimiento beneficia la circulación sanguínea y ayuda a eliminar todo resto de líquido. Una gimnasia también es útil para prevenir la hinchazón y la pesadez de las piernas y no permitir la aparición o acentuación de microvárices.

Lo ideal es caminar 30 minutos todos los días, a paso vivo y metódicamente. No se aconseja durante estos 9 meses una actividad física fuerte para no correr riesgos de golpes o agotamientos. En este período conviene desechar rotundamente la práctica de la equitación, la bicicleta o el esquí.

Se recomienda la natación por ser un ejercicio completo y relajante, que se puede practicar hasta el noveno mes de embarazo sin ningún problema, porque en el agua desaparece la percepción del peso de la panza. Puede ser beneficioso, también, hacer ejercicios de yoga.

miércoles, 29 de junio de 2011

Nacimiento sin violencia


Como se deduce de la lectura del apartado anterior, hacer nacer a un niño sin violencia constituye más una mentalidad que la aplicación de recetas mágicas.

Es preciso reemplazar las ideas preconcebidas y los gestos rutinarios por ideas y gestos nuevos.

Es preciso, sobre todo, considerar al recién nacido como un ser humano, altamente sensible y vulnerable, y no como un paquete inerte que hay que manipular fríamente.
Ese cambio de mentalidad concierne tanto al tocólogo como a los padres.

Al tocólogo, pues debe cambiar algunas de sus costumbres, mollificar algunos de sus gestos, a menudo afianzados por una larga práctica profesional. Debe aprender, sobre todo, a otorgar al niño el principal papel, y a establecer un contacto directo con él.

Sencillamente, debe darse cuenta de que el niño existe en tanto que ser vivo y sensible. Como ya he dicho, para el partero tradicional el recién nacido no es sino un animal de laboratorio, que hay que vigilar técnica y científicamente, y al que deposita lo más pronto posible en manos de la puericultura. Sin embargo, el partero moderno y sensible deberá ocuparse por sí mismo del niño durante su primera media hora de vida, lo que sin duda creará un lazo nuevo, cálido y tierno, entre el médico y el recién nacido.

Los padres deben estar preparados para el parto sin violencia, lo que evidentemente constituye el objeto de este libro. En efecto, deben saber que el comportamiento del recién nacido será, en general, diferente del que puede observarse en un parto tradicional; el niño pasará progresivamente de la vida intrauterina a la vida independiente al aire libre, en un clima de ternura y suavidad.

Los padres no deben pues estar pendientes de los gritos del niño, ni desesperarse si éstos se retrasan o no son muy intensos; uno de los efectos del método consiste, precisamente, en tranquilizar al niño, el cual ya no tiene ni razón ni necesidad de llorar. Nada hay más decepcionante para un tocólogo que logra el nacimiento sin violencia de un niño que oír a la madre repetir angustiada: «¡No grita!». Significa que no ha entendido nada, y que sólo el niño podrá apreciar el método del que se beneficia.

Así pues, los padres deben tener presente que todo va a ocurrir lentamente, en un clima de ternura y de calma, y que podrán observar con sus propios ojos, segundo a segundo, el descubrimiento progresivo que su hijo hace del mundo.

Silencio, calma, luz tamizada, serenidad... Estamos preparados para acoger al niño

Para el profano, el «parto Leboyer» equivale al «parto en la oscuridad», lo que supone una imagen tan falsa como simplista.

Con justa razón, Leboyer insiste en el clima de calma y serenidad que debe presidir la entrada del recién nacido en nuestro mundo.

Ese clima implica la eliminación del ruido: los padres y el tocólogo hablan en voz baja; la eliminación de las luces intensas: en la sala de partos sólo se utilizan luces suaves o amortiguadas, siempre suficientes para permitir al médico trabajar en buenas condiciones; la eliminación de cualquier gesto brusco o brutal, generadores de ruido y que no hacen sino traducir una tensión nerviosa inoportuna.

lunes, 27 de junio de 2011

La Piel en el Embarazo


Como se sabe, los cambios hormonales relativos al embarazo influyen sobre todo el aspecto exterior. Esta condición no se refleja sólo en la vida emotiva de la mujer, sino en toda ella. La mirada se hace más intensa, más dulce. Tanto, que algunos ginecólogos se arriesgan a diagnosticar un embarazo en su paciente, antes de que se haya cumplido un mes del mismo, sin recurrir a análisis o a un test. ¿Cómo hacen? Simplemente se guían por los ojos o la tersura de la piel.

El aumento de algunas hormonas, estrógeno, progesterona, producen un efecto lifting natural, aunque temporario. Al disminuir la actividad de las glándulas sebáceas, desaparecen eventuales defectos, como un cutis graso o con problemas de acné. Con el aumento de ciertas sustancias femeninas, los cabellos aparecen más fuertes, brillantes y sanos.

Después del parto, con el brusco retorno al estado fisiológico normal, se manifestará la tendencia, en algunos casos, a una caída del cabello. Se trata de un inconveniente pasajero, que termina cuando finaliza el puerperio.

Una buena fórmula para prevenir este problema, es mantener durante el embarazo y por un tiempo posterior al parto, con un control riguroso, la concentración del hierro en la sangre. La carencia de este elemento químico, perjudica casi siempre la salud capilar.

La piel durante el embarazo se vuelve más delicada, más sensible y, sobre todo, más seca. Sobre todo en los muslos, el abdomen y los senos, donde la actividad de las glándulas sebáceas es generalmente más escasa. Es entonces cuando aparece uno de los riesgos estéticos más preocupantes: la piel resquebrajada. El cutis también se vuelve más seco y expuesto a un notable estiramiento progresivo. No consigue, en algunos puntos particulares del cuerpo, ceder su parte elástica; entonces pueden instaurarse las clásicas estrías o venitas atrofiadas, inicialmente rosadas y luego blancuzcas.

Contrariamente a lo que se pueda pensar, el riesgo del resquebrajamiento, es más frecuente en las mujeres menores de 30 años. Como lo demuestran recientes estudios, en edades menores es más alta la tasa de cortisona, la hormona que favorece las manifestaciones de estas lesiones cicatriformes. ¿Cómo evitar que aparezcan? Es importante masajear delicadamente todos los días, la piel con cremas hidratantes y elastizantes, a base de colágeno y elastina, desde el inicio del embarazo.

También, es necesario tener en cuenta durante los primeros meses que aunque el cutis se vea húmedo y elástico, será conveniente prepararlo adecuadamente para el inevitable y sucesivo estiramiento, que puede provocar una tensión excesiva, difícil luego de corregir.

sábado, 25 de junio de 2011

Dieta Mediterránea para Embarazadas


La dieta mediterránea incluye pastas y arroz. Consiste en una alimentación sabrosa, rica en propiedades, variadas, que satisface perfectamente las necesidades de la embarazada, sin producir aumento de peso.

Desayuno
Té o café poco azucarado o directamente amargo.
Leche o yogur. Descremados 200 gramos. Enteros 150 gramos, con un huevo al poché.
Galletas integrales o cereales (30 gramos), pan (40 gramos) frutas frescas enteras, exprimidas o ralladas.

Almuerzo
Plato único a base de cereales, acompañado por otro alimento como pasta seca con diversos tipos de salsas o una tortilla cocida con jugo de tomate.
Verdura, toda la que quiera (una porción abundante).
Fruta de estación.

Merienda
Leche o yogur descremados o enteros reduciendo la cantidad.

Cena
Carne roja o pescado o pollo o legumbres.
Verdura toda la que quiera. Pan (50 gramos). Fruta de estación.

jueves, 23 de junio de 2011

Mujer embarazada


Se dice: la mujer embarazada es más hermosa- Es verdad, está científicamente comprobado que es así. Pero también es cierto que, durante esos 9 meses, se corren riesgos de que aparezcan imprevistamente desarreglos estéticos que con un tratamiento previo se pueden evitar.

Las estrías pueden dejar de ser una amenaza constante, valiéndose de una buena crema hidratante. Microvárices, hinchazón en las piernas, empeoramiento de la celulitis pueden combatirse con una cuidada dieta alimenticia. El clásico aumento de peso no tiene por qué producirse, si se conviene controlarlo mes por mes. ¿Cómo responder inteligentemente al mito de que la embarazada debe "comer por dos"?

La mayoría de las mujeres vive el embarazo como una etapa gloriosa de la femeneidad. Poco a poco el cuerpo se va ensanchando y poniéndose en evidencia.

Hasta no hace muchos años, ese período era considerado por algunas mujeres, como un contratiempo. Sobre todo si se movía en el mundo de las imágenes. Se conocen casos de actrices de cine que se ocultaron durante meses y lo vivieron como un verdadero castigo. Inclusive hubo algunas que hasta renunciaron a ser madres, por no ajear su cuerpo o ante la posibilidad de tener que dejar, temporariamente, su trabajo.

La realidad de los '90 presenta esta circunstancia de una forma bien distinta. Demi Moore la bellísima protagonista de Propuesta indecente, llegó hasta a posar desnuda para la tapa de la revista Vanity Fazr, mostrado su panza de casi 9 meses. En la actualidad, esperar un hijo es una experiencia que ninguna mujer quiere dejar de tener y la vive sin inhibiciones, liberada ya de viejos mitos. Atraviesa su gravidez como el momento más precioso de su vida.

Ocurre que hoy es mucho más fácil superar esa transformación que sufre el cuerpo, ya que gracias a numerosas investigaciones, existen tratamientos dermacosméricos y alimenticios que ayudan a transcurrir ese período sin dificultades estéticas y, una vez producido el parto, recuperar en fl breve tiempo la antigua figura. Aun en las mujeres mayores de 35 años, como está ocurriendo cada vez con más frecuencia, la maternidad ha dejado de ser un tema preocupante, porque se tiene la seguridad, que con mínimas precauciones, después del nacimiento del bebé se puede volver a lucir esbelta y atractiva.

Aquí encontrará una guía fácil y práctica, con los últimos avances científicos y también buenos consejos para que, durante los meses de espera, puedan conservarse al tope de la belleza, previniendo posibles problemas estéticos. Luego, una vez producido el nacimiento, podrá continuar con un tratamiento sencillo, que le permitirá prolongar los resultados obtenidos.

miércoles, 22 de junio de 2011

Problemas con la alimentación del niño


Amenudo, los padres se preocupan mucho por el apetito de sus hijos. Para que este tema deje de ser un problema, le sugerimos algunos consejos para cuando les dé de comer:

- Controle el horario de comida, el ritmo, la duración y el lugar.

- Prepare una dieta equilibrada de acuerdo a sus necesidades

- No le ofrezca golosinas a cualquier hora ni para calmarlo cuando llora ni para satisfacer sus ansiedades.

- Evite premiar con dulces su buen comportamiento ni lo castigue con comidas que no le gustan. Lo alimentos no deben tener ninguna connotación simbólica, ni de premio ni de castigo.

- No pretenda ganarse su cariño a base de golosinas

- Trate de que la hora de la comida se desarrolle en un ambiente apacible.

- Cuide la presentación de sus platos para que sean atractivos.

martes, 21 de junio de 2011

El Parto Sin dolor


Los métodos del PSD preparan a la parturienta hasta la salida del niño. En ese momento, el partero, que ha cortado inmediatamente el cordón umbilical, confía el niño a la puericultora, quien se lo lleva lejos de la vista de su madre para aplicarle los cuidados habituales. Esa separación tan rápida, pocos minutos después del nacimiento, constituye una auténtica desesperación para muchas madres, que se ven así privadas de sus hijos apenas venidos éstos al mundo...

Por el contrario, en el método Leboyer, apenas salido de las vías genitales el niño es depositado sobre el vientre de su madre, que puede sentirlo, verlo, tocarlo. Esos primeros instantes son especialmente emotivos, y el contacto físico inmediato con el bebé crea en la madre un sentimiento de intensa felicidad que en pocos segundos le hace olvidar las molestias sufridas.

Por su parte, el padre, que asiste al nacimiento, participa también plenamente de ese momento único y maravilloso. Las numerosas parejas que he visto llorar de alegría en los primeros minutos de vida de su hijo testimonian la intensidad emocional única que invade esos instantes excepcionales.

Momentos después, el niño es depositado en la bañera para darle un baño de agua a 37 grados centígrados. Ciertamente, entonces es arrebatado a su madre, pero el contacto físico ya ha tenido lugar; además, permanece a la vista de sus padres, a pocos centímetros de ellos.

Se desarrolla entonces un nuevo espectáculo extraordinario; el niño, al volver a hallarse en el elemento líquido y tibio que le ha sido familiar durante nueve meses, se relaja, y se calma si estaba llorando. De todo su cuerpo se desprende un sentimiento de bienestar innegable, de confianza, de tranquilidad.

Es frecuente que abra los ojos y, si bien es cierto que no «ve» en el sentido estricto del término, resulta siempre maravilloso el espectáculo de ese bebé de pocos minutos que fija sus grandes ojos muy abiertos en nosotros.

En su libro, Leboyer preconizaba que fuera el propio padre quien bañara a su hijo. Sin embargo, en la actualidad coincide conmigo en pensar que a veces es mejor que sea el tocólogo quien lo bañe. En efecto, el padre suele estar demasiado emocionado y siempre se desenvuelve con torpeza, torpeza que, por curioso que resulte, es innegable que el niño percibe, perdiendo de resultas su confianza y echándose a llorar de miedo.

Sin contar con que ciertos padres, temblorosos y paralizados por la emoción, dan algún tra-guito de agua a su hijo, pues un bebé recién nacido es algo muy resbaladizo y difícil de manipular.

Por el contrario, el tocólogo se habitúa con rapidez, pudiendo encargarse mejor de esa tarea con el máximo cuidado y eficacia. Sin contar con que ese contacto con el recién nacido proporciona al médico nuevas alegrías que, en la rutina cotidiana de su profesión, casi había olvidado. Ese «reciclaje» de humanización me parece importante para el partero, quien tenía demasiada tendencia a considerar al niño como un juguete pasivo que se apresuraba a depositar en manos de la puericultora.