Numerosos trabajos científicos de zoólogos, antropólogos y fisiólogos han demostrado que el maternaje es indispensable para la supervivencia y el desarrollo normal de la cría. La ausencia del mismo ocasiona con frecuencia la muerte de la cría, y siempre causa graves trastornos fisiológicos del sistema nervioso, principalmente, del aparato digestivo, del aparato urinario, del comportamiento afectivo, etcétera.
En la mayoría de los mamíferos, la madre, desde el nacimiento, lame a su hijo. Se ha demostrado que la lamida no responde en absoluto al deseo de limpieza, sino a una necesidad fisiológica fundamental. El lameteo de la piel, y de zonas específicas como el contorno de la boca, el vientre y el perineo, es necesario e indispensable para el buen establecimiento de las grandes funciones vitales, en especial de las digestivas y urinarias.
Ello no debe sorprendernos, pues sabemos que la piel es el primer órgano nervioso del organismo, punto de partida de una multitud de reflejos orgánicos. Al parecer, el lameteo de la piel ejerce en los mamíferos una estimulación necesaria y beneficiosa que pone en marcha y controla las grandes funciones vitales. Numerosas observaciones zoológicas han confirmado sin duda posible estas nociones.
La cría de mamífero debe ser lamida por su madre para sobrevivir. Si no tiene lugar ese lameteo, muere por disfunción digestiva y urinaria. Sería demasiado tedioso citar la multitud de trabajos efectuados sobre dicho tema por los fisiólogos o por simples criadores profesionales; baste con saber que se trata de una ley indiscutible de la naturaleza, verificada en todos los mamíferos, desde la rata hasta el cordero, pasando por el ciervo y los simios inferiores.
La estimulación cutánea aparece pues como una necesidad imperiosa para las crías de todos los mamíferos.
Curiosamente, sólo los primates superiores, es decir los grandes simios (orangután, chimpancé, gorila) y el hombre, no lamen a sus crías. ¿Tienen al menos alguna actitud que supla esa omisión?
En la mayoría de los mamíferos, la madre, desde el nacimiento, lame a su hijo. Se ha demostrado que la lamida no responde en absoluto al deseo de limpieza, sino a una necesidad fisiológica fundamental. El lameteo de la piel, y de zonas específicas como el contorno de la boca, el vientre y el perineo, es necesario e indispensable para el buen establecimiento de las grandes funciones vitales, en especial de las digestivas y urinarias.
Ello no debe sorprendernos, pues sabemos que la piel es el primer órgano nervioso del organismo, punto de partida de una multitud de reflejos orgánicos. Al parecer, el lameteo de la piel ejerce en los mamíferos una estimulación necesaria y beneficiosa que pone en marcha y controla las grandes funciones vitales. Numerosas observaciones zoológicas han confirmado sin duda posible estas nociones.
La cría de mamífero debe ser lamida por su madre para sobrevivir. Si no tiene lugar ese lameteo, muere por disfunción digestiva y urinaria. Sería demasiado tedioso citar la multitud de trabajos efectuados sobre dicho tema por los fisiólogos o por simples criadores profesionales; baste con saber que se trata de una ley indiscutible de la naturaleza, verificada en todos los mamíferos, desde la rata hasta el cordero, pasando por el ciervo y los simios inferiores.
La estimulación cutánea aparece pues como una necesidad imperiosa para las crías de todos los mamíferos.
Curiosamente, sólo los primates superiores, es decir los grandes simios (orangután, chimpancé, gorila) y el hombre, no lamen a sus crías. ¿Tienen al menos alguna actitud que supla esa omisión?