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martes, 23 de agosto de 2011

Maternidad y Psicología Moderna


Durante los primeros meses y los primeros años, el afecto más íntimo del niño se centra en su madre. Ese cariño se inicia antes del nacimiento, cuando madre e hijo, pese a ser dos, constituyen un solo ser.

Sin duda, el nacimiento modifica la situación en ciertos aspectos, si bien menos de lo que hacen suponer las apariencias. A pesar de que ahora viva fuera de la matriz, el niño sigue siendo completamente dependiente de la madre.

Tan sólo al cabo de los días conquista su autonomía; aprende a andar, a hablar, a explorar el mundo por sí mismo...

ERICH FROMM, El arte de amar.

lunes, 22 de agosto de 2011

Aspectos generales de la Maternidad


Mas lo que me parece esencial no perder de vista es que el maternaje no sólo representa un contacto cutáneo de efectos fisiológicos más o menos claros según las especies, sino asimismo un contacto afectivo, con un efecto psicológico extremadamente importante.

Considero que, a medida que nos elevamos en la jerarquía de los mamíferos, el aspecto afectivo del maternaje se hace incluso mucho más esencial, en tanto que el lado puramente fisiológico, orgánico, se vuelve menos marcado.

Pienso que en el hombre, que ha llegado a la cima de la evolución animal, si bien el maternaje ha perdido su importancia fisiológica, adquiere en compensación una importancia afectica y psicológica capital, tanto para la madre como para el hijo.

Todo lo cual viene a confirmarnos en lo que ya apuntábamos al estudiar los datos de la psicología y la psicoterapia: la importancia fundamental del contacto con la madre en la primera infancia y de la relación con los padres en el resto de la misma.

Los datos de la psicología moderna confirman perfectamente la importancia del maternaje para el desarrollo afectivo y psicológico del futuro niño y el futuro adulto.

Anteriormente ya me he referido a los trabajos e investigaciones de los grandes psicólogos norteamericanos contemporáneos, en base a las grandes psicoterapias modernas: terapia Gestalt, bioenergía, terapia primal, análisis transaccional, investigaciones y análisis bajo los efectos del LSD, psicodramas, etcétera.

Todas estas aproximaciones psicológicas a las profundidades del subconsciente y del pasado memorizado conceden una importancia fundamental a las primeras semanas, meses y años de la vida del ser humano, a pesar de que luego difieran en sus conclusiones en el plano psicoterapéutico.

Para Arthur Janov, cuya terapia primal constituye una de las técnicas más eficaces, si no la más brutal, el porvenir psicológico del adulto se decide en los primeros meses y años de la vida del niño. Todos los conflictos del adulto encuentran su explicación, su fuente, en los conflictos cruelmente sentidos y reprimidos de inmediato de la primera infancia.

miércoles, 17 de agosto de 2011

MARILYN FERGUSON - Maternaje y Tradición Ancestral


Maternaje y tradición ancestral

El hombre,- con su largo período de edad temprana y su preadoles-cencia prolongada, con su excepcional plasticidad, tiene todavía muchas más probabilidades que las ratas y los gatos de dejarse influir por las estimulaciones en su primera infancia.

En Uganda, el niño medio, educado según las costumbres de dicho país, camina a la edad de diez meses, si no es a los siete. El niño ugandés es vigilado de muy cerca por su madre, quien lo lleva con ella a todas partes, acechando con cuidado sus menores deseos. En cuanto intenta sentarse o levantarse, ella le ayuda.

En cuanto intenta hablar, le anima a que lo haga. Entre el quinto y el séptimo mes, el bebé ugandés alcanza el estadio de los bebés europeos dos meses mayores por lo que respecta a la aptitud de hablar, de adaptarse, de comunicarse con el entorno. No obstante, los niños ugan-deses criados por padres que han adoptado las costumbres europeas no muestran ninguna precocidad más allá del primer mes.

MARILYN FERGUSON, La Révolution du cerveau.

lunes, 15 de agosto de 2011

La Maternidad Humana


Hemos visto cómo todas las crías de los mamíferos se benefician en cuanto nacen —y durante su edad temprana— de los atentos y constantes cuidados de su madre.

Esos diversos cuidados, designados bajo el vocablo general de «maternaje», se caracterizan por una unión permanente entre madre e hijo, y por la importancia extrema, vital, de los contactos cutáneos entre ambos. Cualquiera que sea la naturaleza y la variedad de esos contactos, su importancia ha sido subrayada por todos los investigadores.

De todos los mamíferos, incluso los más evolucionados, el bebé humano es el único que no recibe esas atenciones. ¿Por qué?
Montagu enuncia una hipótesis explicativa: los contactos cutáneos, y en especial la estimulación sensorial que representan, no serían indispensables en el hombre porque el feto recibiría dicha estimulación durante la fase de dilatación por medio de las contracciones uterinas.

Es un hecho que la fase de dilatación es en la mujer la de más larga duración de todos los mamíferos.

Sin embargo, los niños nacidos por medio de cesáreas efectuadas antes de que comience la dilatación no se benefician de la acción de las contracciones uterinas. Montagu intenta exponer que la mortalidad es más elevada entre los niños nacidos con cesárea, opinión falsa por completo y que por consiguiente yo rechazo enérgicamente.

Por el contrario, se podría señalar que existen contracciones uterinas, no percibidas por la madre, bastante antes del parto, en el curso de los dos últimos meses del embarazo, y que esas contracciones, en una óptica finalista, podrían desempeñar un papel de estimulación sensorial cutánea.

De modo más verosímil, se puede admitir sin duda alguna que el ser humano ha alcanzado un grado de desarrollo tal en la evolución animal que su cría no necesita esas estimulaciones cutáneas para asegurar el buen funcionamiento de sus órganos después del nacimiento. De hecho, parece que sea sobre todo en los mamíferos inferiores donde dichas estimulaciones cutáneas revisten una importancia primordial.

viernes, 12 de agosto de 2011

Maternaje y lameteo


Las actitudes que sustituyen al lameteo

Son poco conocidas las costumbres de ciertos mamíferos difíciles de observar, como los mamíferos marinos, por ejemplo. No obstante, se sabe que la madre prodiga a su hijo, después del nacimiento, frecuentes contactos cutáneos, una especie de caricias.

También aquí esos contactos cutáneos parecen tener un efecto estimulante, y un importante papel para el completo desarrollo del recién nacido.

Por el contrario, conocemos bien las costumbres de los grandes simios. En ellos el lameteo es reemplazado por lo que se denomina grooming (del inglés to groom: almohazar, acariciar a un caballo, prodigar atentos cuidados a un animal, sobre todo frotándolo y acariciándolo). La madre proporciona a su hijo recién nacido múltiples contactos cutáneos, en forma de caricias, masaje, manipulaciones, despiojamiento, etc.

Ha sido demostrado científicamente, por medio de observaciones y experimentaciones, que el monito siente una imperiosa necesidad de esos contactos con su madre, de su calor, de sus pelos, de su piel, de ser manipulado y llevado por ella en brazos o sobre la espalda.

Vemos así que incluso en los grandes simios, que no lamen a sus crías, existe la necesidad de estrecho contacto cutáneo entre madre e hijo, necesidad que es satisfecha con el grooming, actitud característica de las hembras hacia sus crías.

Los contactos táctiles juegan pues un pape! primordial en el maternaje de los primates, tal como lo juegan, bajo otras formas, en todos los mamíferos.

Como dice Montagu, parece haber habido una evolución del maternaje paralela a la evolución de las especies, desde el lameteo de los mamíferos inferiores, pasando por la «roedura» de los lemúridos (se sirven de sus dientes para acicalar), hasta el grooming con las manos y los dedos de los monos superiores más evolucionados.

Y el hombre, que se halla en la cima de la pirámide evolutiva, ¿a qué nivel se encuentra en lo que concierne al maternaje?

viernes, 29 de julio de 2011

Maternaje en la Naturaleza


Numerosos trabajos científicos de zoólogos, antropólogos y fisiólogos han demostrado que el maternaje es indispensable para la supervivencia y el desarrollo normal de la cría. La ausencia del mismo ocasiona con frecuencia la muerte de la cría, y siempre causa graves trastornos fisiológicos del sistema nervioso, principalmente, del aparato digestivo, del aparato urinario, del comportamiento afectivo, etcétera.

En la mayoría de los mamíferos, la madre, desde el nacimiento, lame a su hijo. Se ha demostrado que la lamida no responde en absoluto al deseo de limpieza, sino a una necesidad fisiológica fundamental. El lameteo de la piel, y de zonas específicas como el contorno de la boca, el vientre y el perineo, es necesario e indispensable para el buen establecimiento de las grandes funciones vitales, en especial de las digestivas y urinarias.

Ello no debe sorprendernos, pues sabemos que la piel es el primer órgano nervioso del organismo, punto de partida de una multitud de reflejos orgánicos. Al parecer, el lameteo de la piel ejerce en los mamíferos una estimulación necesaria y beneficiosa que pone en marcha y controla las grandes funciones vitales. Numerosas observaciones zoológicas han confirmado sin duda posible estas nociones.

La cría de mamífero debe ser lamida por su madre para sobrevivir. Si no tiene lugar ese lameteo, muere por disfunción digestiva y urinaria. Sería demasiado tedioso citar la multitud de trabajos efectuados sobre dicho tema por los fisiólogos o por simples criadores profesionales; baste con saber que se trata de una ley indiscutible de la naturaleza, verificada en todos los mamíferos, desde la rata hasta el cordero, pasando por el ciervo y los simios inferiores.

La estimulación cutánea aparece pues como una necesidad imperiosa para las crías de todos los mamíferos.

Curiosamente, sólo los primates superiores, es decir los grandes simios (orangután, chimpancé, gorila) y el hombre, no lamen a sus crías. ¿Tienen al menos alguna actitud que supla esa omisión?