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Bebés gemelos: Similares pero diferentes

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viernes, 2 de septiembre de 2011

Madre no esclava


Por otra parte, ocuparse con frecuencia del bebé durante el día le ayudará a adquirir el ritmo de vida de los adultos, es decir a permanecer despierto durante el día y dormir durante la noche.

El niño al que se deja solo en la cuna tiene en efecto la molesta costumbre de adoptar un ritmo de vida al revés: duerme durante el día y grita durante la noche para exigir que se ocupen de él, lo que no tarda en repercutir gravemente sobre el sueño —y en consecuencia sobre la salud— de los padres, quienes están obligados a seguir el ritmo de vida de los adultos.

Es por eso por lo que estoy en contra de la actitud de ciertos pediatras que reducen a las jóvenes madres a ser esclavas de su bebé. Éste duerme tranquilamente todo el día y perturba cada noche el sueño de su madre, reclamando el pecho a cualquier hora. La pobre madre sigue los consejos del pediatra, hallándose así al cabo de pocas semanas en un intenso estado de fatiga a causa del insomnio crónico.

A fin de respetar los imperativos de la vida moderna, y el sueño de los padres, es preciso que el niño duerma por la noche, permaneciendo en consecuencia bastante rato despierto durante el día. El único medio de lograrlo es ocupándose de él con frecuencia a lo largo del día.

lunes, 29 de agosto de 2011

La Maternidad en la sociedad moderna


Freud fue el primero en demostrar que la infancia, e incluso la primera infancia, tenía una importancia fundamental en el desarrollo del ser humano adulto.

Los trabajos de los psicólogos modernos, y en especial de los norteamericanos, van más lejos aún: las neurosis, los «problemas» del adulto dependerían sobre todo de los «traumas psíquicos» experimentados por el niño en los primeros meses y los primeros años de vida. Los psicoteóricos y los psicoterapeutas norteamericanos son en la actualidad, y con mucho, los más avanzados en lo que concierne directamente a la personalidad del adulto de nuestras sociedades modernas, adulto que en general no se siente muy feliz (y es lo menos que se puede decir).

Las nuevas concepciones psicoterapéuticas, que en Estados Unidos rebasan ampliamente el entusiasmo popular que en una determinada época se concedió al psicoanálisis clásico, freudiano o post-freudiano, hacen hincapié en los traumas psíquicos de la infancia, a pesar de que dichas teorías difieran en sus principios y métodos.

Una de las psicoterapias que parece más eficaz y prometedora, la terapia primal de Janov, lo centra todo en las relaciones entre el niño y sus padres. Para Janov, los padres modernos no sólo no «maternan» al niño pequeño, no sólo impiden que se desarrolle su verdadera personalidad, sino que le obligan a ser lo que los padres quieren que sea, en detrimento de lo que el niño es realmente.
El niño es impulsado a rechazar su propia personalidad, y a adoptar, para agradar a sus padres, la imagen del niño bueno que éstos desean que sea.

El niño muy pequeño espera de sus padres que le acepten tal como es y se dediquen a él por entero, estando disponibles en todo momento para aportarle amor y confianza.

Pero prefiero citar al propio Janov: «El niño nace en el contexto de las necesidades de sus padres y empieza a luchar para satisfacerlas desde su nacimiento [...]. Lo hará todo salvo ser él mismo. Esta multitud de relaciones que se establecen entre los padres y el niño, y en las que se dejan de lado sus necesidades naturales, sus necesidades primigenias, significa que el niño sufre.

Significa que no puede ser lo que es y al mismo tiempo ser amado [...]. Si hubiera amor en sus padres, el niño sería lo que es, pues amar significa dejar al otro ser lo que es [...]. En los primeros meses y los primeros años de su vida, el niño se cierra sobre sí mismo, porque en general no tiene otra elección. Para sobrevivir, debe condenar a muerte una parte de sí mismo. Es preciso que juegue el juego de sus padres, no el suyo [...]. Hará todo lo posible para agradar a sus padres pero, por desgracia, lo que se espera de él resulta vago e indefinido, porque sus padres tampoco saben qué hacer para ser libres y felices».

En los humanos, el adiestramiento ha reemplazado al maternaje que los padres modernos no pueden ni quieren dar.
De esta incursión en el dominio del pensamiento psicológico moderno retengamos una única noción: el maternaje es una necesidad vital de todo bebé en la que se le defrauda en nuestras sociedades modernas. La frustración que supone nunca será olvidada, pese a que sea reprimida en el subconsciente, y estará en la base de la mayoría de los problemas del adulto.

Aun cuando esa influencia de los primeros meses y los primeros años de vida sobre el comportamiento del adulto pueda parecer inverosímil a muchos de nosotros, ha quedado demostrada en nuestros días por casi un siglo de investigaciones psicológicas y psicoanalíticas.
El que la mayoría de nuestros contemporáneos lo ignoren todo sobre la psicología y el desarrollo psicológico de la personalidad humana no les autoriza a negarlo todo con ironía.

Convendría quizá no criticar tanto a priori, documentarse antes, mantenerse al día en lo que concierne a las grandes corrientes de pensamiento que florecen y se multiplican allende nuestras fronteras, y después juzgar con pleno conocimiento de causa.

lunes, 22 de agosto de 2011

Aspectos generales de la Maternidad


Mas lo que me parece esencial no perder de vista es que el maternaje no sólo representa un contacto cutáneo de efectos fisiológicos más o menos claros según las especies, sino asimismo un contacto afectivo, con un efecto psicológico extremadamente importante.

Considero que, a medida que nos elevamos en la jerarquía de los mamíferos, el aspecto afectivo del maternaje se hace incluso mucho más esencial, en tanto que el lado puramente fisiológico, orgánico, se vuelve menos marcado.

Pienso que en el hombre, que ha llegado a la cima de la evolución animal, si bien el maternaje ha perdido su importancia fisiológica, adquiere en compensación una importancia afectica y psicológica capital, tanto para la madre como para el hijo.

Todo lo cual viene a confirmarnos en lo que ya apuntábamos al estudiar los datos de la psicología y la psicoterapia: la importancia fundamental del contacto con la madre en la primera infancia y de la relación con los padres en el resto de la misma.

Los datos de la psicología moderna confirman perfectamente la importancia del maternaje para el desarrollo afectivo y psicológico del futuro niño y el futuro adulto.

Anteriormente ya me he referido a los trabajos e investigaciones de los grandes psicólogos norteamericanos contemporáneos, en base a las grandes psicoterapias modernas: terapia Gestalt, bioenergía, terapia primal, análisis transaccional, investigaciones y análisis bajo los efectos del LSD, psicodramas, etcétera.

Todas estas aproximaciones psicológicas a las profundidades del subconsciente y del pasado memorizado conceden una importancia fundamental a las primeras semanas, meses y años de la vida del ser humano, a pesar de que luego difieran en sus conclusiones en el plano psicoterapéutico.

Para Arthur Janov, cuya terapia primal constituye una de las técnicas más eficaces, si no la más brutal, el porvenir psicológico del adulto se decide en los primeros meses y años de la vida del niño. Todos los conflictos del adulto encuentran su explicación, su fuente, en los conflictos cruelmente sentidos y reprimidos de inmediato de la primera infancia.

lunes, 15 de agosto de 2011

La Maternidad Humana


Hemos visto cómo todas las crías de los mamíferos se benefician en cuanto nacen —y durante su edad temprana— de los atentos y constantes cuidados de su madre.

Esos diversos cuidados, designados bajo el vocablo general de «maternaje», se caracterizan por una unión permanente entre madre e hijo, y por la importancia extrema, vital, de los contactos cutáneos entre ambos. Cualquiera que sea la naturaleza y la variedad de esos contactos, su importancia ha sido subrayada por todos los investigadores.

De todos los mamíferos, incluso los más evolucionados, el bebé humano es el único que no recibe esas atenciones. ¿Por qué?
Montagu enuncia una hipótesis explicativa: los contactos cutáneos, y en especial la estimulación sensorial que representan, no serían indispensables en el hombre porque el feto recibiría dicha estimulación durante la fase de dilatación por medio de las contracciones uterinas.

Es un hecho que la fase de dilatación es en la mujer la de más larga duración de todos los mamíferos.

Sin embargo, los niños nacidos por medio de cesáreas efectuadas antes de que comience la dilatación no se benefician de la acción de las contracciones uterinas. Montagu intenta exponer que la mortalidad es más elevada entre los niños nacidos con cesárea, opinión falsa por completo y que por consiguiente yo rechazo enérgicamente.

Por el contrario, se podría señalar que existen contracciones uterinas, no percibidas por la madre, bastante antes del parto, en el curso de los dos últimos meses del embarazo, y que esas contracciones, en una óptica finalista, podrían desempeñar un papel de estimulación sensorial cutánea.

De modo más verosímil, se puede admitir sin duda alguna que el ser humano ha alcanzado un grado de desarrollo tal en la evolución animal que su cría no necesita esas estimulaciones cutáneas para asegurar el buen funcionamiento de sus órganos después del nacimiento. De hecho, parece que sea sobre todo en los mamíferos inferiores donde dichas estimulaciones cutáneas revisten una importancia primordial.