El psiquismo del feto
Es interesante destacar que esa experiencia sensorial desemboca en reflexiones concernientes al psiquismo del feto. Si el feto es capaz de compartir un estado de relajación y de bienestar experimentado por su madre, ¿no podría compartir asimismo —y por lo tanto sufrir— ciertas angustias o estados de tensión que pueden asaltar a la mujer encinta?
El paraíso, la quietud perfecta de la vida intrauterina podría ser turbada no sólo por una enfermedad de la madre o un problema del embarazo, sino también por el estado psíquico de aquélla. La sabiduría popular ha sabido desde siempre que una madre angustiada podía influir sobre el niño que llevaba en su interior, y dar a luz un niño angustiado.
Numerosos médicos y psiquiatras comparten hoy esa opinión. mado mediante una impresionante experiencia, que el feto sufre —incluso en el interior del útero— las emociones sentidas por su madre, las cuales le son transmitidas por un mecanismo todavía poco conocido. Cada mañana, al llegar a su laboratorio, el investigador golpeaba a un grupo de ratas encinta y acariciaba a otro. Después del nacimiento, constató que los hijos de las madres golpeadas eran hipotróficos, diarreicos, se movían mucho y se convulsionaban al menor ruido, mientras que los del otro grupo no manifestaban nada semejante.
Dado que el feto es sensible a las alteraciones psicológicas y fisiológicas que pueden afectar a la madre, se comprende la necesidad de que el embarazo se desarrolle en el clima más favorable posible, tanto en el plano físico como en el mental.
La receptividad del psiquismo del feto en relación con el psiquismo de la madre es tanto más importante cuanto que se efectúa incluso durante el sueño.
Debemos a la doctora Olga Petre Quadens las investigaciones sobre el sueño del feto. Esta especialista del sueño fue ayudante del profesor Van Bogaert en Amberes, trabajó en París en la Salpé-triére y en la maternidad de Port-Royal, y sobre todo en Lyon con el profesor M. Jouvet, uno de los mejores especialistas mundiales sobre el sueño. Sus diversos trabajos, de resonancia internacional en la actualidad, han puesto de manifiesto la interacción existente entre los sueños de una madre y los del feto, así como el claro aumento de la frecuencia de los mismos en los últimos meses del embarazo.
Según esta investigadora, los sueños serían para la madre un medio de lograr que el niño saque provecho de su experiencia personal —vivida o heredada—, experiencia que sería almacenada por el feto en una especie de memoria intrauterina. El feto sería conectado directamente a los sueños de la madre, quizá por medio de «mensajes bioquímicos» elaborados bajo la influencia de las emociones que los sueños de la madre desencadenan en el psiquismo de ésta.
Así enfocado, el sueño representa para el feto una forma de construirse una «experiencia de defensa», de aprovechar la experiencia materna, incluso la experiencia colectiva. Según el profesor Bourguignon, «el recién nacido aprende a sentir en el interior del útero. El sueño desempeña un papel de dominio de la angustia».
Es interesante destacar que esa experiencia sensorial desemboca en reflexiones concernientes al psiquismo del feto. Si el feto es capaz de compartir un estado de relajación y de bienestar experimentado por su madre, ¿no podría compartir asimismo —y por lo tanto sufrir— ciertas angustias o estados de tensión que pueden asaltar a la mujer encinta?
El paraíso, la quietud perfecta de la vida intrauterina podría ser turbada no sólo por una enfermedad de la madre o un problema del embarazo, sino también por el estado psíquico de aquélla. La sabiduría popular ha sabido desde siempre que una madre angustiada podía influir sobre el niño que llevaba en su interior, y dar a luz un niño angustiado.
Numerosos médicos y psiquiatras comparten hoy esa opinión. mado mediante una impresionante experiencia, que el feto sufre —incluso en el interior del útero— las emociones sentidas por su madre, las cuales le son transmitidas por un mecanismo todavía poco conocido. Cada mañana, al llegar a su laboratorio, el investigador golpeaba a un grupo de ratas encinta y acariciaba a otro. Después del nacimiento, constató que los hijos de las madres golpeadas eran hipotróficos, diarreicos, se movían mucho y se convulsionaban al menor ruido, mientras que los del otro grupo no manifestaban nada semejante.
Dado que el feto es sensible a las alteraciones psicológicas y fisiológicas que pueden afectar a la madre, se comprende la necesidad de que el embarazo se desarrolle en el clima más favorable posible, tanto en el plano físico como en el mental.
La receptividad del psiquismo del feto en relación con el psiquismo de la madre es tanto más importante cuanto que se efectúa incluso durante el sueño.
Debemos a la doctora Olga Petre Quadens las investigaciones sobre el sueño del feto. Esta especialista del sueño fue ayudante del profesor Van Bogaert en Amberes, trabajó en París en la Salpé-triére y en la maternidad de Port-Royal, y sobre todo en Lyon con el profesor M. Jouvet, uno de los mejores especialistas mundiales sobre el sueño. Sus diversos trabajos, de resonancia internacional en la actualidad, han puesto de manifiesto la interacción existente entre los sueños de una madre y los del feto, así como el claro aumento de la frecuencia de los mismos en los últimos meses del embarazo.
Según esta investigadora, los sueños serían para la madre un medio de lograr que el niño saque provecho de su experiencia personal —vivida o heredada—, experiencia que sería almacenada por el feto en una especie de memoria intrauterina. El feto sería conectado directamente a los sueños de la madre, quizá por medio de «mensajes bioquímicos» elaborados bajo la influencia de las emociones que los sueños de la madre desencadenan en el psiquismo de ésta.
Así enfocado, el sueño representa para el feto una forma de construirse una «experiencia de defensa», de aprovechar la experiencia materna, incluso la experiencia colectiva. Según el profesor Bourguignon, «el recién nacido aprende a sentir en el interior del útero. El sueño desempeña un papel de dominio de la angustia».
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