Esta vez, ya no puedes ocultarlo. No cabe duda de que estás encinta. Ahí está tu silueta para demostrarlo. En este estado del embarazo, la modificación no se reduce a un cambio de volumen del vientre, sino que se extiende a toda la apariencia física.
El tamaño de los senos se ha estabilizado desde el comienzo del segundo trimestre y, si pones mucho cuidado en no aumentar demasiado de peso, no hay ninguna razón para que la cara, la espalda, los brazos, los muslos y las piernas cambien de tamaño o de volumen. Todo lo más, advertirás una ligera pérdida de musculatura, que será menos importante si has practicado regularmente la natación y/o la gimnasia suave.
Al iniciarse el tercer trimestre, el fondo del útero se encuentra muy por encima del nivel del ombligo y, en el noveno mes, alcanza la punta del esternón. Ciertos órganos empiezan a manifestar síntomas de compresión. El espacio ocupado por la vejiga se reduce, lo que provoca frecuentes ganas de orinar.
La parte inferior de los intestinos tiende a llenarse de manera insuficiente y se observa con frecuencia un estreñimiento debido a la presión sufrida. La capacidad de expansión de los pulmones de la futura madre disminuye, por lo que puede sentirse oprimida, tener palpitaciones. También el estómago está comprimido. En esta fase del embarazo, se alcanza el máximo de volumen aparente.
Durante estos últimos meses, el útero se prepara ya para la expulsión. Toma la forma de una pera vuelta hacia abajo. Se desarrolla pues, en la parte superior del vientre femenino, al cual da perfiles diferentes, ya sea con el vientre apuntando hacia adelante, ya sea redondeado desde una cadera a la otra. Según la tradición popular, la forma del vientre varía de acuerdo con el sexo del niño que va a nacer: chico si la tripa apunta hacia adelante, chica en el caso contrario. Puedo asegurarte que no hay la menor verdad en eso.
En realidad, el perfil de una mujer al final del embarazo varía con el peso del niño, el volumen del líquido amniótico y el estado de su pared abdominal.
Durante el tercer trimestre, no es raro sentir contracciones. Las fibras musculares del útero se endurecen como lo harán en el momento del parto, con la sola diferencia de que las contracciones son en este momento espaciadas, irregulares y casi siempre indoloras.
El tamaño de los senos se ha estabilizado desde el comienzo del segundo trimestre y, si pones mucho cuidado en no aumentar demasiado de peso, no hay ninguna razón para que la cara, la espalda, los brazos, los muslos y las piernas cambien de tamaño o de volumen. Todo lo más, advertirás una ligera pérdida de musculatura, que será menos importante si has practicado regularmente la natación y/o la gimnasia suave.
Al iniciarse el tercer trimestre, el fondo del útero se encuentra muy por encima del nivel del ombligo y, en el noveno mes, alcanza la punta del esternón. Ciertos órganos empiezan a manifestar síntomas de compresión. El espacio ocupado por la vejiga se reduce, lo que provoca frecuentes ganas de orinar.
La parte inferior de los intestinos tiende a llenarse de manera insuficiente y se observa con frecuencia un estreñimiento debido a la presión sufrida. La capacidad de expansión de los pulmones de la futura madre disminuye, por lo que puede sentirse oprimida, tener palpitaciones. También el estómago está comprimido. En esta fase del embarazo, se alcanza el máximo de volumen aparente.
Durante estos últimos meses, el útero se prepara ya para la expulsión. Toma la forma de una pera vuelta hacia abajo. Se desarrolla pues, en la parte superior del vientre femenino, al cual da perfiles diferentes, ya sea con el vientre apuntando hacia adelante, ya sea redondeado desde una cadera a la otra. Según la tradición popular, la forma del vientre varía de acuerdo con el sexo del niño que va a nacer: chico si la tripa apunta hacia adelante, chica en el caso contrario. Puedo asegurarte que no hay la menor verdad en eso.
En realidad, el perfil de una mujer al final del embarazo varía con el peso del niño, el volumen del líquido amniótico y el estado de su pared abdominal.
Durante el tercer trimestre, no es raro sentir contracciones. Las fibras musculares del útero se endurecen como lo harán en el momento del parto, con la sola diferencia de que las contracciones son en este momento espaciadas, irregulares y casi siempre indoloras.
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