Desde el punto de vista psicológico, al empezar el segundo trimestre se aborda la fase más tranquila, la más equilibrada del embarazo, en la que nos sentimos más seguras.
En primer lugar, ya estás prácticamente libre de los riesgos de ¡iborto del primer trimestre y todavía no te angustia la idea de un parto prematuro, ni la del parto propiamente dicho.
Y además, ahora sí que sientes vivir a tu hijo en tu interior. Ahí está, existe, muy presente de día y de noche. Los primeros movimientos del feto representan un acontecimiento capital para la futura madre. Dan testimonio a la vez del embarazo y del niño. Gracias a los movimientos, el bebé existe para ti, tiene un cuerpo, se comunica contigo. Desde ese momento, se inicia el diálogo entre la madre y el hijo.
Con frecuencia, en esta época, la mujer se repliega sobre sí misma, sobre el pequeño ser que va a monopolizar toda su atención. Así quedan los dos encerrados en el interior de una burbuja mágica. Las señales que llegan del lejano mundo exterior parecen amortiguadas por una pantalla de algodón. La mente se vuelve sin cesar al fondo de ese vientre en que se mueve el hijo. La mujer está como «poseída», en plena introversión. La familia, la profesión, la casa, los amigos... Todo pierde interés a favor de un retorno a sí misma.
Ciertas mujeres padecen una «regresión». Al volverse hacia su hijo, se vuelven hacia sí mismas. La primera infancia vuelve de manera natural a la superficie, a bocanadas. Es cómodo y tranquilizador. Se acaban las angustias. Pero la regresión implica una dependencia, una necesidad de protección. La mujer busca apoyo en su marido, en el ginecólogo, que harán las veces de protector, de padre.
El trastorno físico y psíquico vivido por la mujer durante el segundo trimestre del embarazo provoca a la vez una introversión y una regresión, que sirven de muletas para ayudarnos a soportar esta verdadera muda.
En este estadio del embarazo, la mujer embarazada no puede ya querer a su hijo, puesto que no existe todavía. El amor que cree sentir por él no es más que una forma particular del amor de sí misma.
En todo caso, vive plenamente el segundo trimestre de tu embarazo. Se trata de un período de regocijo, de satisfacción profunda para la futura madre. Esta anticipación maravillosa de las alegrías de la maternidad no se compara con nada. Algunas mujeres encuentran incluso tan agradable el hecho de estar embarazadas que, tan pronto como dan a luz a su hijo, empiezan ya a pensar en concebir otro.
En cuanto a mí, el embarazo no me parece atractivo hasta ese punto. Pero hay que confesar que el segundo trimestre supone un período feliz, lleno de satisfacciones. Unase siente serena, atrayente, radiante, con la tez clara. Por lo demás, muchos hombres piensan, que una mujer nunca es tan seductora como cuando vive su embarazo de manera dichosa.
En primer lugar, ya estás prácticamente libre de los riesgos de ¡iborto del primer trimestre y todavía no te angustia la idea de un parto prematuro, ni la del parto propiamente dicho.
Y además, ahora sí que sientes vivir a tu hijo en tu interior. Ahí está, existe, muy presente de día y de noche. Los primeros movimientos del feto representan un acontecimiento capital para la futura madre. Dan testimonio a la vez del embarazo y del niño. Gracias a los movimientos, el bebé existe para ti, tiene un cuerpo, se comunica contigo. Desde ese momento, se inicia el diálogo entre la madre y el hijo.
Con frecuencia, en esta época, la mujer se repliega sobre sí misma, sobre el pequeño ser que va a monopolizar toda su atención. Así quedan los dos encerrados en el interior de una burbuja mágica. Las señales que llegan del lejano mundo exterior parecen amortiguadas por una pantalla de algodón. La mente se vuelve sin cesar al fondo de ese vientre en que se mueve el hijo. La mujer está como «poseída», en plena introversión. La familia, la profesión, la casa, los amigos... Todo pierde interés a favor de un retorno a sí misma.
Ciertas mujeres padecen una «regresión». Al volverse hacia su hijo, se vuelven hacia sí mismas. La primera infancia vuelve de manera natural a la superficie, a bocanadas. Es cómodo y tranquilizador. Se acaban las angustias. Pero la regresión implica una dependencia, una necesidad de protección. La mujer busca apoyo en su marido, en el ginecólogo, que harán las veces de protector, de padre.
El trastorno físico y psíquico vivido por la mujer durante el segundo trimestre del embarazo provoca a la vez una introversión y una regresión, que sirven de muletas para ayudarnos a soportar esta verdadera muda.
En este estadio del embarazo, la mujer embarazada no puede ya querer a su hijo, puesto que no existe todavía. El amor que cree sentir por él no es más que una forma particular del amor de sí misma.
En todo caso, vive plenamente el segundo trimestre de tu embarazo. Se trata de un período de regocijo, de satisfacción profunda para la futura madre. Esta anticipación maravillosa de las alegrías de la maternidad no se compara con nada. Algunas mujeres encuentran incluso tan agradable el hecho de estar embarazadas que, tan pronto como dan a luz a su hijo, empiezan ya a pensar en concebir otro.
En cuanto a mí, el embarazo no me parece atractivo hasta ese punto. Pero hay que confesar que el segundo trimestre supone un período feliz, lleno de satisfacciones. Unase siente serena, atrayente, radiante, con la tez clara. Por lo demás, muchos hombres piensan, que una mujer nunca es tan seductora como cuando vive su embarazo de manera dichosa.