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Bebés gemelos: Similares pero diferentes

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jueves, 28 de abril de 2011

Parto occipito-posterior


¿Qué hay que temer si la cabeza del niño no gira normalmente en el curso del parto?

Normalmente, en el momento del nacimiento el niño se presenta con la cabeza hacia abajo, y durante el descenso su nuca se orientará hacia delante (hacia el pubis de la madre); mirará pues hacia el suelo al salir al exterior.

A veces, en lugar de orientarse hacia delante, la nuca se orienta hacia atrás durante el descenso (hacia el hueso sacro de la madre), y el niño sale mirando al techo (si la nuca del bebé, es decir el occipucio, se orienta hacia atrás, la presentación se denomina «occipito-posterior», por oposición a la variedad habitual, que es la «occipito-anterior»).

El parto en occipito-posterior suele ser más largo que el parto habitual. El médico puede verse obligado a utilizar fórceps o ventosa para facilitar la salida del niño.

miércoles, 27 de abril de 2011

La Placenta


¿Qué es la placenta?

La placenta es el lazo de unión entre tu hijo y tú. Por poner un ejemplo, yo diría que la placenta es a! niño lo que las botellas de oxígeno al submarinista; el cordón umbilical representaría el tubo que une al buceador con las botellas. En realidad, la función de la placenta es mucho más compleja, pues no sólo se trata de administrar oxígeno al niño, sino asimismo de proporcionarle todos los elementos nutritivos que necesita.

Desempeña además otros muchos papeles complejos, puesto que a partir del tercer mes del embarazo fabrica notables cantidades de hormonas (foliculina y progesterona), destinadas a asegurar la prosecución del embarazo.

En el momento de su expulsión, la placenta se presenta como una gruesa torta más o menos regular, de unos veinte centímetros de diámetro y con un peso de unos quinientos gramos. Presenta dos caras: una cara lisa y brillante, la cara fetal sobre la que se inserta el cordón umbilical y que estaba en contacto con el líquido amnióiico, y otra rugosa, rojiza, que era la que se hallaba insertada contra la pared del útero. Alrededor de la placenta se insertan las membranas que rodeaban al niño y al líquido amnió-lico, saco contenido a su vez en el útero. El fondo de ese saco es lo que constituye la bolsa de las aguas cuando el cuello comienza a abrirse.

La placenta tiene una constitución mixta; proviene a medias del huevo y del útero. Esas dos mitades, en forma de semicírculo, se hallan muy pegadas la una a la otra, y la placenta se encuentra así lijada en la pared del útero, en general en la parte más alta. Se une al ombligo del feto por medio del cordón umbilical, que flota en el líquido amniótico.

Constituye pues un órgano indispensable para el crecimiento del niño; le sirve al mismo tiempo de pulmones, de hígado, de glándulas secretoras, etc. Durante el embarazo, si el médico te pide análisis para verificar el nivel de hormonas es a fin de asegurarse del buen funcionamiento de la placenta, puesto que, como hemos visto, ésta segrega hormonas.

En el momento del nacimiento, cuando el niño sale al exterior, permanece unido a la placenta (que sigue en el interior del útero) por medio del cordón umbilical. El partero secciona el cordón de inmediato, o tras unos minutos. Quince o veinte minutos después de la salida del niño, la placenta se despegará espontáneamente, y será extraída de la vagina por el médico; es lo que se denomina expulsión.

La expulsión es pues la salida de la placenta y de la porción de cordón umbilical que permanece unido a ésta después de la salida del niño. Va acompañada de una ligera hemorragia, que corresponde al desprendimiento de la placenta y que no rebasa los doscientos centímetros cúbicos.

martes, 26 de abril de 2011

Parto Prematuro


¿Qué se puede hacer para evitar un parto prematuro?

Es difícil responder a esta pregunta. En el estado actual de conocimientos, no conocemos bien los mecanismos íntimos que presiden el comienzo del parto. Entre las causas que se conocen como favorecedoras del parto prematuro, debo citar la fatiga de la madre como una de las principales; no obstante, existen sin duda causas complejas que entran en juego a nivel del útero mismo.

En la actualidad, los médicos disponen de dos armas para luchar contra el parto prematuro: el reposo, fundamental, y los medicamentos que calman el útero, frenando su tendencia a contraerse. Así pues, si antes de la fecha prevista para dar a luz percibes contracciones, las cuales al principio no son dolorosas si bien se traducen por un endurecimiento intermitente de la pared abdominal, advierte de inmediato al médico.

Éste procederá a examinarte y, si juzga que hay un riesgo real de parto prematuro, prescribirá sin duda reposo absoluto y el tratamiento adecuado. Si el riesgo es importante, podrá justificar tu ingreso en la clínica, a fin de ponerte en tratamiento por medio de perfusión intravenosa (así te inyectarán medicamentos destinados a calmar el útero, impidiendo que siga el proceso).

Estos medicamentos son de dos tipos: por una parte altas dosis de progesterona, administrada por vía intramuscular, y por otra, medicamentos que faciliten la circulación en la placenta y el útero, ocasionando una relajación muscular y una disminución y posterior supresión de las contracciones uterinas. En los casos graves, estos medicamentos son suministrados por perfusión venosa.

lunes, 25 de abril de 2011

Frotis vaginal y Amnioscopía

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Tales medios de detección son:

— el frotis vaginal (las células de la vagina se modifican cuando el embarazo rebasa su término real);

— la amnioscopía, que consiste en apreciar el color de las «aguas», visto por transparencia a través de la bolsa de las mismas, gracias a un tubo metálico introducido con gran cuidado en el orificio del cuello del útero. Las aguas, o líquido amniótico, toman una coloración verdosa en caso de sufrimiento del niño;

— verificar la dosis de estriol en la orina materna; el estriol es una hormona derivada de la foliculina, sintetizada esencialmente por el niño y excretada en la orina de la madre. Su tasa normal es pues un reflejo directo de la buena salud del niño; toda caída importante de esa tasa traduce el sufrimiento del niño. Este método es el más moderno y preciso para apreciar la repercusión que la anormal prolongación del embarazo tiene en el bebé.

Estos controles, efectuados cada dos días, permiten al médico seguir con precisión la salud del niño.

¿Qué es lo que ocurre en la práctica? En la gran mayoría de los casos, el parto se desencadena por sí mismo al cabo de ocho o diez días de retraso, durante los cuales la vigilancia de que acabo de hablarte alejará todos los temores.

En determinados casos, el médico juzgará conveniente interrumpir voluntariamente la prolongación del embarazo, sea porque los resultados de los exámenes de vigilancia muestren que el niño sufre, sea porque el retraso sobrepase los límites de seguridad que se han fijado (por ejemplo, diez días de retraso).

Según cada caso particular, y en función de numerosos criterios de apreciación, el médico decidirá interrumpir el embarazo, sea efectuando una cesárea, sea forzando el parto por las vías naturales.

domingo, 24 de abril de 2011

¿Puedo elegir la fecha del parto?

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¿Es posible elegir la fecha del parto?

En principio, no, puesto que todavía no conocemos con exactitud los complejos fenómenos que presiden el comienzo del parto. Sin embargo, cuanto más próxima esté la fecha a la fijada por el médico, con mayor facilidad podrá provocarse el parto por medio de una medicación específica, destinada a provocar las contracciones uterinas (el «gota a gota», del que hablaremos en el capítulo sobre el parto). La inducción del parto es más fácil si no se trata del primer embarazo.

Por consiguiente, en ciertos casos el partero podrá provocar el parto haciendo ingresar a la mujer en la clínica en una fecha determinada (fecha en general poco alejada de la prevista para el alumbramiento), y originando las contracciones por medio de una perfusión medicamentosa. Si se reúnen todas las condiciones y no hay contraindicaciones, esta técnica resulta eficaz y no hace correr ningún riesgo ni a la madre ni al hijo.

Por otra parte, deseo señalar que en un futuro próximo, un nuevo producto del que quizás hayas oído hablar, las prostaglandinas, permitirá sin duda provocar el parto con mucha mayor facilidad. Sin embargo, por el momento, su utilización se encuentra en un nivel experimental, y parece dar lugar a fenómenos secundarios desagradables para la madre (náuseas, vómitos, palpitaciones, etc.).

En resumen, la inducción del parto es pues posible en determinadas condiciones, pero se trata de una técnica que no es empleada de modo sistemático, y sólo el médico podrá apreciar su conveniencia.

sábado, 23 de abril de 2011

Alumbramiento - que hacer si se pasa la fecha


¿Qué hacer si me paso de la fecha prevista para el alumbramiento?

No debes inquietarte. Como ya te he explicado, la fecha fijada por el médico no es sino orientativa.

Lo único que debes hacer es consultar al médico, a fin de que pueda tomar las decisiones que juzgue oportunas.

Rebasar en algunos días la fecha prevista para el parto (lo que los médicos denominan «salir de cuentas») es un fenómeno bastante frecuente y sin gravedad alguna. Por el contrario, si el retraso es superior a ocho días, el médico llevará a cabo una especial vigilancia, pues una prolongación anormal del embarazo es desfavorable para el niño.

Sin embargo, el problema consiste en saber si se ha rebasado realmente el embarazo más allá de los nueve meses, eventualidad muy rara, o bien —lo que resulta mucho más frecuente— si se trata de un error en el cálculo de la fecha del parto (dado el gran número de variaciones posibles en la determinación de la fecha exacta de la ovulación).

Ese riesgo justifica la realización, por parte del médico, de un cierto número de controles, a fin de detectar un comienzo de sufrimiento del niño, único testimonio de un embarazo anormalmente prolongado.

viernes, 22 de abril de 2011

Corte de cordón umbilical


Lo primero que se hace es cortar el cordón umbilical. Mientras la ayudante mantiene al niño cabeza abajo, el partero coloca dos pinzas sobre el cordón y lo secciona por el espacio que media entre ambas. El objeto de las pinzas es impedir que se derrame sangre, ya que el cordón es recorrido por los vasos umbilicales: dos arterias y una gruesa vena.

Una vez seccionado el cordón, una parte queda unida al ombligo del niño y la otra a la placenta, que sigue todavía en el interior del útero.

A continuación, el niño es conducido de inmediato a la mesa de reanimación. Dicha mesa debe contar necesariamente con:

un equipo de oxigenación apropiado para el recién nacido;

un equipo de aspiración, a fin de poder aspirar el líquido y las mucosidades que pueda haber en su garganta y en la parte posterior de la misma;

un equipo completo de reanimación neonatal.

A veces, todos estos equipos se agrupan en una única mesa de reanimación, la cual es utilizada de modo sistemático para el cuidado de todos los recién nacidos.

En otros casos, se encuentran una junto a otra la mesa de puericultura normal para los cuidados habituales que se efectúan a todos los bebés y una mesa especial de reanimación utilizada tan sólo en los casos en que se necesite una verdadera reanimación.

jueves, 21 de abril de 2011

Mesa de reanimación - cosas que no pueden faltar


En cualquier caso, la mesa de reanimación debe comprender obligatoriamente:

— un sistema de calefacción, a fin de mantener al niño a una temperatura constante y apropiada;

— un sistema de iluminación que permita al personal médico trabajar en buenas condiciones;

— el material necesario para una intubación traqueal y un cateterismo umbilical (hablaremos de estas nociones más adelante);

— un equipo completo de oxigenación con balón, máscara y manómetro (para verificar la presión del oxígeno insuflado);

— un equipo completo de aspiración.

En las clínicas modernas, se suelen utilizar mesas de reanimación especialmente fabricadas para este fin por laboratorios médicos; mesas que son, de hecho, verdaderos pequeños centros de reanimación portátiles, en los que todo está calculado para un uso óptimo, todo está al alcance de la mano y todo está concebido para asegurar el máximo de seguridad para el niño.

miércoles, 20 de abril de 2011

La Expulsión en el Parto


El período de expulsión

Como hemos visto, es la fase activa del parto; por lo tanto, es donde debes mantener el máximo control posible de la situación.

La cabeza del niño encaja en el paso óseo de la pelvis, y después desciende por ésta en dirección a la vagina.

Las contracciones se vuelven más frecuentes e intensas. Un dolor en la zona del sacro anuncia a veces el ajuste y el descenso. Finalmente, vas a sentir la necesidad de empujar; a cada contracción, la cabeza del niño se apoya sobre el perineo y es sentida como un voluminoso cuerpo extraño, que origina ganas de evacuar. Es inútil empujar demasiado pronto; deb'es esperar la decisión del partero. Cuando llega el momento, éste te colocará en la posición adecuada y guiará tus esfuerzos expulsivos.

La posición adecuada
Te colocarán con las nalgas en el borde de la cama, y tus pies en los estribos fijados a los largueros metálicos verticales; así, tus pies se mantienen en el aire, con los muslos en la adecuada posición. Debes asir con las manos esos largueros metálicos, con lo que podrás hacer fuerza para ayudarte en el empuje.

Los esfuerzos expulsivos
Tan sólo deben efectuarse en el momento de las contracciones (fuera de ellas, son ineficaces y fatigan inútilmente).
Por el contrario, es deseable que no se pierda ni un instante durante la contracción; en ese momento, el esfuerzo debe ser tan prolongado, intenso y bien dirigido como sea posible.

Ya he descrito con detalle el esfuerzo expulsivo en el capítulo dedicado al ensayo del parto; así pues, ahora me limitaré a resumirlo:

Desde el comienzo de la contracción: inspiración profunda y bloqueo del diafragma, manteniendo los pulmones llenos.

— Empuje abdominal dirigido hacia abajo, tirando de los largüeros metálicos de la cama. No debes respirar ni hacer-ruidos con la garganta durante el esfuerzo; eso lo haría ineficaz. La barbilla apoyada en el pecho, facilita el bloqueo de la respiración.

— El esfuerzo debe realizarse de una sola vez mientras tengas aire; si te ves obligada a concluirlo cuando aún no ha concluido la contracción, respira rápidamente, hincha los pulmones, bloquea el aire y reemprende el empuje.

— Cuando termine la contracción, debes descansar y relajarte; suelta los barrotes, realiza varias respiraciones profundas y después respira con calma hasta la siguiente contracción.

martes, 19 de abril de 2011

Exámenes del bebé recien nacido


En el alumbramiento clásico, el niño, desde su salida de las vías maternas, es sometido a un determinado número de exámenes y movimientos codificados, destinados a apreciar su estado físico y a paliar de inmediato cualquier anomalía detectada.

La aplicación de esas pruebas sistemáticas ha servido para mejorar la calidad de los cuidados y hacer que disminuyan las posibles consecuencias que un parto difícil tendría en el niño. Sin embargo, como toda actitud nueva, esta conducta científica tiende a caer en ciertos excesos, en los que el parto ya no es considerado como un hecho natural sino como una intervención quirúrgica, y el niño, más que un ser humano, pasa a ser un objeto pasivo que se somete a los últimos inventos de la técnica electrónica.

Un retorno hacia una actitud más humana, menos fría, se abre paso poco a poco en nuestros días; la humanización del nacimiento pasa por una reducción de los factores médicos, lo que no supone ni una negación de los progresos técnicos obtenidos ni una vuelta atrás. Se trata más bien de poner al médico y a la técnica médica en su lugar, que es el de un testigo vigilante y discreto del nacimiento, y no el de protagonista.

Tanto el médico como la técnica deben estar listos para intervenir, pero permaneciendo en la sombra y dejando la escena a los verdaderos protagonistas del nacimiento: el niño, la madre y el padre.

Sin embargo, voy a describir brevemente las pruebas a-las que es sometido el niño en el parto tradicional.

En cuanto sale del vientre materno, se encargan de él la comadrona o la puericultora. A menudo, a la madre le extraña que el médico o la puericultora mantengan a su hijo cabeza abajo sujeto por los pies; esa posición está motivada por el temor de que el niño inhale en sus pulmones las mucosidades y el líquido amniótico que han llenado sus cavidades bucales y nasales durante el parto.