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domingo, 20 de febrero de 2011

Trastornos circulatorios del Embarazo - las várices


El embarazo tiene un efecto nefasto sobre la circulación venosa. Tal efecto puede deberse a una causa hormonal, ya que las hormonas secretadas en abundancia por la placenta en el curso del embarazo alteran la pared venosa.

La pildora anticonceptiva ejerce el mismo efecto desfavorable, puesto que provoca de hecho un seudo embarazo, y por lo tanto tiene las mismas consecuencias que el embarazo sobre la circulación venosa.

A este respecto, quiero hacer notar que la mayor parte de las molestias que ocasiona la pildora se observan asimismo a lo largo del embarazo; la pildora no es pues más peligrosa que un embarazo.

El efecto perjudicial del embarazo sobre la circulación puede deberse igualmente a una causa mecánica: la presión ejercida por el útero sobre las venas del vientre y la pelvis.

La alteración de la circulación venosa explica pues el mecanismo de los trastornos circulatorios más comunes en el embarazo: las varices, las hemorragias y la pesadez de las piernas.

Las varices
Con frecuencia se manifiestan en los primeros meses, circunstancia agravada por una mala circulación antes del embarazo o por una predisposición hereditaria. La presión ejercida por el abultado útero sobre las venas de la pelvis menor —que drenan las venas de las piernas— juega asimismo un importante papel.

Para limitar la extensión de las varices, debes evitar todo aquello que pueda obstaculizar la circulación (fajas, ligas), favorecer la dilatación de las venas, como por ejemplo el calor (baños demasiado calientes, calcetines muy gruesos, excesivas mantas en la cama, el uso de una manta eléctrica o una bolsa de agua caliente, exposición al sol, colocar las piernas cerca del radiador, la calefacción que irradie desde el suelo, etc.), o facilitar el estancamiento de la sangre en las venas (permanencia en pie o marcha prolongada, mantener las piernas colgando o cruzada una sobre otra al sentarse, etc.).

Te aconsejo que subas los pies de la cama a fin de facilitar un drenaje venoso por declive mientras duermes, y asimismo que consultes al médico sobre la conveniencia de usar medias para varices, que deberás ponerte por la mañana, antes de bajar de la cama, de lo contrario su eficacia es mucho menor. Por último, la marcha moderada supone un buen ejercicio, pues la contracción de los músculos de las piernas favorece la circulación de la sangre.

Después del embarazo, las varices desaparecerán en parte, pero siempre persiste algo, y esas secuelas varicosas aumentan con sucesivos embarazos. Puedes entonces plantearte, siempre siguiendo los consejos del médico, un tratamiento para las varices más antiestéticas (esclerosis, o extirpación quirúrgica).

miércoles, 16 de febrero de 2011

Trastornos circulatorios del Embarazo - Hemorroides y Tratamientos


Las hemorroides
Son varices producidas en las venas del ano (hemorroides externas) y en la parte baja del recto (hemorroides internas). Pueden manifestarse por medio de dolor, picazón o a veces por sangrar en el momento de la evacuación.

Tienen las mismas causas que las varices de los miembros inferiores, pero se ven agravadas además por la diarrea y por la presión que ejerce la cabeza del niño contra el recto, alterando la circulación venosa.

El médico te prescribirá s¡n duda pomadas o supositorios que, sea cual fuere la marca, contienen productos similares: un anticoagulante, un antiinflamatorio y un anestésico local.

Las hemorroides pueden complicarse dando lugar a una trombosis (coagulación de la sangre), que se caracteriza por un dolor atroz y por la formación de una bola dura en la hemorroide, requiriendo a veces una pequeña incisión.

Pesadez en las piernas
Los dolores y sensación de pesadez en las piernas, acompañados a veces de calambres u hormigueo, sobre todo por la noche, traducen trastornos circulatorios de las venas profundas, del mismo modo que las varices traducen los de las venas superficiales.

Los consejos respecto a las varices son obviamente aplicables aquí.

Tratamiento de los problemas circulatorios
Cuando éstos son provocados por el embarazo, es fácil comprender que no es posible eliminarlos por completo, y que de hecho no remitirán hasta el final del embarazo.

Sin embargo, el médico podrá prescribir medicamentos que ayudarán a las venas a defenderse mejor, y a los que se denomina «tónicos venosos»: extracto de castaño de indias, hamamelis, vitaminas B y C, etcétera.

martes, 15 de febrero de 2011

Trastornos urinarios en el Embarazo


Son frecuentes en la mujer encinta, en especial al final del embarazo. Puede tratarse simplemente de ganas frecuentes de orinar, de incontinencia o de disuria (dificultad de expulsar la orina), sin que haya sensación de escozor y manteniéndose ciará la orina.

Estas molestias suelen ser debidas a la presión que ejerce la cabeza del niño sobre la vejiga, y desaparecen después del parto. Por desgracia, no hay manera de evitarlas. Evita al menos beber antes de acostarte, a fin de que las ganas de orinar no te despierten con frecuencia durante la noche.

No obstante, a veces aparecen trastornos que se traducen en una verdadera infección urinaria, favorecida en la mujer encinta por la presión del útero sobre las vías urinarias, así como por la diarrea, que provoca la aparición de colibacilos, microbios habituales en la infección urinaria. Los signos que deben inquietarte y hacerte consultar al médico son:

— ganas muy frecuentes de orinar, con sensación de escozor;

— dolor o pesadez a la altura de la vejiga;

— orina turbia, oscura, con sedimentos.

El médico te pedirá que te hagas un análisis de orina a fin de aislar el microbio causante de la infección (habitualmente un colibacilo) y prescribirte el tratamiento adecuado (sulfamidas o antibióticos) para evitar que esa pequeña infección de la vejiga alcance al resto de las vías urinarias, llegando a provocar la grave pielonefritis (fiebre alta, acompañada de escalofríos, dolor a la altura de los ríñones, orina muy turbia, incluso francamente purulenta).

Los mejores medios para prevenir la aparición de estas molotias son, por una parte, evitar la diarrea, y por otra, beber cada día una cantidad suficiente de líquido, a fin de mantener un buen drenaje renal.