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Bebés gemelos: Similares pero diferentes

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miércoles, 23 de marzo de 2011

Estudiando al Parto - Parte 2



La imagen de la madre había desaparecido definitivamente.

La mujer moderna se halla a solas con su miedo, frente a la ciencia, ,i sus máquinas electrónicas y al hombre vestido de blanco.

Esta nueva teoría explica a la perfección los excelentes resultados obtenidos con el método de preparación psicoprofi láctica para el parto, más conocido por la impropia denominación de preparación para el parto sin dolor (PSD).

Antes de hablarte de las dos corrientes de pensamiento (Read y Pavlov) que han conducido al PSD tal como se suele practicar en la actualidad, querría señalar otra deducción que se desprende de la Icoría de las compuertas.

El cerebro parece ser capaz de reajustar el nivel a partir del cual se inhibe el dolor. Parecería que cuanto más se lucha contra el dolor, más se retarda el cierre de la compuerta; y cuanto mayor es la aceptación del dolor, más se favorece el cierre de la misma y con él la desaparición del dolor.

Nos parece más cierto, médica y científicamente hablando, admitir que las contracciones uterinas del parto son fisiológicas y no deberían ser dolorosas —ya que el dolor no se halla inscrito a nivel genético—, y que la sensación ligada a la percepción de la contracción uterina ha sufrido una modificación, una perturbación de orden cerebral.

El útero puede sufrir, al igual que oíros órganos internos —como el estómago por ejemplo—, influencias externas e internas que modifican su trabajo y modifican asimismo, a nivel cerebral, la traducción, la integración de la percepción de las excitaciones de que es objeto; tales influencias externas e internas son capaces de perturbar las sensaciones que van del útero al cerebro, y viceversa. [...] Nos parece que el dolor de la parturienta no es sino la expresión de la huella mnésíca o de la pantalla de una potente angustia inscrita en un cierto nivel superior de su cerebro. Nos parece incluso que ese dolor representa a ¡a vez la expresión y la pantalla de la angustia de la muerte y de un sentimiento femenino de culpa.

martes, 22 de marzo de 2011

Estudiando al Parto - Parte 1



La mujer, en el momento del parto, siempre reclama a su madre. Ya se trate de un hombre o de una mujer, se recurre a la madre en cualquier momento dramático de la vida, cuando el ser humano se halla atormentado por el sufrimiento o la muerte; el guerrero que muere en el combate llama a su madre, la mujer que da a luz. busca la reconfortante presencia de la suya. El amor materno supone protecCión, calor, solicitud; es incondicional, último refugio del desposeído, del desgraciado, del débil.

El hombre herido en combate se halla débil y desposeído, perdido, como débil, perdida y desposeída se encuentra la mujer que pare. Durante mucho tiempo, el parto ha representado para la mujer lo que el combate para el hombre, lo que aún representan a veces las «obligaciones militares»: algo ineludible, que auna la idea de deber, de sacrificio y de sufrimiento.
Antiguamente, el ruego de la parturienta era atendido; era su madre quien la asistía, o en su defecto una sustituía de la madre, una prima, abuela o pariente.

Apoyada en las rodillas de esa mujer de más edad, puesta en cuclillas sobre las dos piedras ancestrales que aún están presentes en muchas tradiciones, la madre del alba de la humanidad daba a luz a su hijo.

Más tarde, a fuerza de acumular experiencias y de asistir a un nacimiento tras otro, esas mujeres mayores que asistían a las parturientas, esas «matronas» adquirieron ciertos conocimientos. Entonces se las buscó con preferencia, debido a que estaban más habituadas, a que tabían (de ahí que en francés se las denomine sage-femme, «la que sabe») y su presencia era tranquilizadora.

A lo largo de los siglos, el concepto de «la que sabe» prevaleció sobre el de «la que representa a la madre», para desembocar en el siglo XVIII en la total preeminencia del conocimiento y la ciencia sobre el sentimiento, sobre la humanización.
Era terreno abonado para la eclosión de la imagen aún más prestigiosa del partero, el que sabe todavía más, el que conoce la medicina y la cirugía, y cuyos tímidos comienzos, a fines del siglo XVIII, desembo-caron finalmente en la supremacía absoluta en el siglo actual.


lunes, 21 de marzo de 2011

El Factor Rh - Parte 2



Ese ataque va a tener dos consecuencias:

— por una parte, la destrucción de una cantidad más o menos importante de glóbulos rojos, lo que provocará un estado de anemia de mayor o menor gravedad;

— por otra, una grave ictericia, debida al pigmento amarillo (la bilirrubina) contenido en los glóbulos y liberado por la destrucción de éstos. Dicho pigmento, cuando alcanza tasas importantes en la sangre del niño, puede fijarse en su cerebro, ocasionando graves trastornos neurológicos.

En resumen:

1. Si eres Rh positivo, no hay ningún problema, cualquiera que sea el grupo de tu marido.

2. Si tanto tú como tu marido sois Rh negativo, tampoco hay ningún problema.

3. Si eres Rh negativo, y tu marido Rh positivo, no hay nada que temer si se trata de tu primer embarazo, a condición de que no hayas recibido con anterioridad una transfusión de sangre Rh positivo, lo que sin duda sería algo excepcional.

4. Si eres Rh negativo —y tu marido Rh positivo— y ya has tenido otros hijos, no hay motivo de preocupación si tus hijos son Rh negativo, o si te vacunaste tras el nacimiento de tus hijos Rh positivo.

Desde hace varios años, las madres Rh negativo que dan a luz un hijo Rh positivo se benefician de la vacuna anti-Rh. Este factor dejará pues de ser un problema en los próximos años.

Incluso en los casos en que inciden todas las circunstancias d^_ favorables, lo que es muy raro, hay relativamente pocas probabilidades de que el niño sufra algún trastorno. Caso de que así sea, puede apreciar la gravedad del ataque por la dosis de aglutiniii j (sustancias fabricadas por la madre y que atacan a los hematíes 0 hijo) y, eventualmente, por la punción amniótica, que permite estudiar la importancia de la liberación de bilirrubina.

En general, en esos casos desfavorables, basta con hacerle niño, una vez ha nacido, un cambio completo de sangre, para aportarle nuevos glóbulos rojos y retirar el exce^ de bilirrubina, evitando así cualquier accidente. En casos excepcíonales, puede considerarse la posibilidad de efectuar al niño w transfusión antes de que nazca (transfusión in útero).

Los progresos realizados por la medicina actual en su lucha ce/ tra las complicaciones del factor Rh permiten salvar a la mayoría i los niños.

domingo, 20 de marzo de 2011

El Parto - Gale Control Theory



Algunas nociones teóricas
Hasta hace muy poco, nuestra concepción del funcionamiento del dolor era muy simplista. Una estimulación excesiva en un punto cualquiera del cuerpo originaba una información, un «estímulo», es decir una reacción electroquímica.

Dicho estímulo, transformado en impulso nervioso, recorría los nervios hasta la médula espinal —contenida en la columna vertebral—, la cual lo enviaba al cerebro. Allí, el estímulo era descifrado e interpretado como dolor.

Ese esquema demasiado sencillo no explica en qué consiste realmente el dolor, así como tampoco explica ciertos hechos paradójicos: los intensos dolores que los amputados perciben a veces en su miembro desaparecido (dolores fantasma); la anestesia «psicológica» (como es el caso del soldado herido en combate y que en ocasiones, impulsado por la acción, puede continuar combatiendo sin siquiera darse cuenta de que se halla herido); los dolores anulados de modo inconsciente por el propio cerebro (como ocurre con el automovilista herido en un accidente, el cual, a pesar de su pierna rota, se aleja por su propio pie del vehículo en llamas; el cerebro concede prioridad a la orden motora —alejarse— sobre la sensitiva el dolor—); los dolores voluntariamente atenuados, incluso a veces suprimidos, por medio de ciertas técnicas orientales de dominio de la mente sobre el cuerpo.

Una nueva teoría, formulada por los investigadores R. MalzackyP. Wall, podna contribuir a esclarecer los mecanismos del dolor, explicar loS casos inexplicables y suministrar un vasto campo de acción para la supresión real de los fenómenos dolorosos durante el nacimiento.

A esta teoría se la denomina gale control theory (teoría de las compuertas de seguridad), ya que supone que las vías utilizadas por el impulso nervioso doloroso no son vías pasivas, sino que están provistas de «compuertas», de medios de inhibición del dolor, cuando éste alcanza ciertos niveles. Dichas compuertas estarían situadas en la médula espinal y sobre todo en el cerebro.

El cierre o no cierre de las compuertas, es decir, la inhibición o la persistencia de la sensación dolorosa, no es automático, sino que puede estar influenciado por las experiencias pasadas, el inconsciente, el temor, las emociones, etcétera. Esta teoría es pues la primera en proporcionar una explicación válida de los fenómenos dolorosos que acontecen en el parto. La sensación muscular de la contracción uterina no debería ser percibida normalmente como dolorosa.

Es el temor ancestral a lo desconocido y la idea de la muerte, asociados de modo inconsciente al nacimiento, lo que ha transformado en dolorosa una sensación que a! principio no tenía ninguna razón para serlo. El temor a lo desconocido se remonta al alba de la humanidad. A él se asoció la idea de la muerte, pues, durante milenios, la muerte de la mujer en el parto se manifestó como una cruel posibilidad. Finalmente, el miedo al dolor vino a completar el círculo vicioso, origen de perturbaciones en el funcionamiento de las compuertas.

sábado, 19 de marzo de 2011

La Toxoplasmosis



¿Qué es la toxoplasmosis?

Se trata de una enfermedad debida a un parásito transmitido por los animales domésticos, y cuyo contagio es de tipo alimentario (por la carne). Para tu tranquilidad te diré que, en Occidente, un 80 % de mujeres en edad de quedar embarazadas están inmunizadas contra esta enfermedad.

La toxoplasmosis se manifiesta en la madre como una enfermedad seudo gripal. Sin embargo, su gravedad radica en el alcance que puede tener sobre el feto:

— en el primer trimestre del embarazo: malformaciones, sobre todo del cerebro y los ojos;

— en el segundo trimestre: ataca al cerebro (encefalomielitis);

— en el tercer trimestre: una ictericia muy grave, generalmente mortal.

A pesar de que se trate de una enfermedad muy poco común, te aconsejo, por simple precaución, que te hagas un examen de laboratorio (serodiagnóstico), a fin de saber si estás realmente inmunizada. De no ser así, un estado gripal en el curso del embarazo debe llevarte a consultar al médico, para que te prescriba antibióticos, ya que, por fortuna, esta enfermedad es particularmente sensible a los antibióticos, los cuales procuran la curación con gran rapidez, a condición de ser administrados a tiempo.


viernes, 18 de marzo de 2011

La preparación para el Parto



Vamos a abordar ahora el tema más importante, tanto para ti como para tu hijo: la preparación para ese acto extraordinario que es el nacimiento.

Es curioso comprobar que tan sólo desde hace algunas décadas resulta evidente la noción de que el parto es un acontecimieito lo bastante excepcional en la vida de una mujer como para justificar y requerir que Se prepare para el mismo con todo cuidado.

Debes consagrar los tres últimos meses del embarazo a dicha preparación, la cual te asegurará un alumbramiento sin problemas.
Por supuesto, debes seguir los cursos organizados por la clínica, pero de momento me parece necesario ayudarte a esa preparición dándote el máximo de información posible, a fin de que saques mayores beneficios.

Esa preparación tiene dos objetivos
Ante todo, debo explicarte lo que ocurrirá en el momento del parto, a fin de que no vivas ese instante excepcional pa sivamente, sufriéndolo, sino que, por el contrario, participes con plena conciencia en el acto maravilloso de dar la vida. Participación y cooperación con los que estarán junto a ti para ayudarte, el médico y la comadrona.

Antaño, la futura madre abordaba con terror el fin del embarazo, terror exacerbado a menudo por los relatos horribles que su familia o sus amigas no olvidaban contarle. El viejo anatema «parirás con dolor», herencia discutible de nuestra civilización judeocristiana, era sentido como una prueba inevitable, a la que ninguna mujer podía ni debía sustraerse.

El parto suponía la prueba ineludible para la mujer, al igual que la guerra o el servicio militar lo eran para el hombre, y las mujeres se contaban unas a otras las incidencias de sus alumbramientos, del mismo modo que los hombres comentaban sus campañas.

En la actualidad, el nacimiento debe ser considerado como un acontecimiento ciertamente excepcional, pero en el que la fascinación y la alegría predominan sobre cualquier otro sentimiento.

jueves, 17 de marzo de 2011

El Factor Rh - Parte 1



¿Qué es el factor Rh?

Como es sabido, existen cuatro grupos sanguíneos: A, B, AB y O, y cada individuo pertenece a uno de ellos. Junto a esos factores, existe otro, el llamado factor Rh: un 75 % de personas pertenecen al grupo Rh positivo, y un 25 % al grupo Rh negativo. El análisis de sangre que sin duda te habrás hecho al comienzo del embarazo te habrá permitido saber tu grupo sanguíneo completo, es decir, el grupo ABO y el Rh al que perteneces.

El factor Rh adquiere su importancia ante la posibilidad de que sobrevengan complicaciones en el curso del embarazo, cuando coinciden ciertas circunstancias muy poco comunes. A fin de tranquilizarte, te diré que los accidentes debidos al Rh son excepcionales, y además acabarán desapareciendo por completo, gracias a la «vacuna anti-Rh», utilizada desde hace algún tiempo.
Tales accidentes sólo sobrevienen en condiciones especiales:

— cuando la madre es Rh negativo y el padre Rh positivo. No hay nada qué temer en los restantes casos;

— cuando la madre Rh negativo ya ha sido sensibilizada antes del embarazo, sea por un embarazo anterior, en el que el niño era Rh positivo, sea por una transfusión de sangre de este factor. Si se trata de un primer embarazo, o si la madre se ha beneficiado con la vacuna anti-Rh en sus precedentes embarazos, no hay que temer ningún accidente.

Así pues, sólo existe riesgo de accidentes en casos raros:

— madre Rh negativo, padre Rh positivo;

— madre Rh negativo que haya tenido hijos Rh positivo y que no se haya vacunado, o bien que se haya efectuado una transfusión de sangre Rh positivo.

Además, para que hubiera un accidente, el hijo que lleva en su interior debería ser Rh positivo. Vas a comprender por qué.
Cuando una madre Rh negativo lleva en ella un hijo Rh positivo, se produce, con ocasión del nacimiento, el paso de una cierta cantidad de sangre del niño a la circulación sanguínea de la madre. Así, sangre Rh positivo penetra en el organismo materno, sensibilizándolo a la sangre Rh positivo.

En un posterior embarazo pueden ocurrir dos casos:

1. Que la madre lleve en ella un hijo Rh negativo, es decir de su mismo grupo, en cuyo caso no hay motivo de temor.

2. Que el niño sea Rh positivo. En tal caso, el organismo materno, sensibilizado contra el grupo Rh positivo, atacará a los glóbulos rojos de ese factor, o sea a los glóbulos rojos de su hijo.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Sexo del Bebé - ¿Niño o Niña?



¿Qué será, niño o niña?

Saber el sexo del niño antes del nacimiento constituye la legítima curiosidad de todas las madres. Sin embargo, debes comprender que, en el estado actual de la ciencia, no hay forma válida de responder a esa pregunta durante los primeros meses del embarazo. Tradicionalmente, existen unos métodos sencillos de adelantar una respuesta, transmitidos de madres a hijas desde hace siglos: forma del vientre, ombligo más o menos saliente; posición alta o baja del feto, fase de la luna en que ha sido concebido, sexo y fecha de fecundación de los hijos anteriores, etc. Detendré aquí mi enumeración, pues no deseo aventurarme en un terreno puramente alquímico o mágico. En cualquier caso, todos los métodos citados tienen en común su absoluta ineficacia. Ninguno resiste un análisis estadístico serio, basado en un amplio número de casos.

La auscultación del corazón del feto pareció aportar un argumento más científico; un ritmo rápido significaría un niño y un ritmo lento, una niña. A menos que sea al revés, no lo recuerdo bien... Desgraciadamente, tampoco este método, que contó con bastantes seguidores entre los parteros y comadronas del siglo pasado, ha podido resistir el control de la ciencia moderna. El registro electrónico del ritmo cardiaco —del que hablaré más adelante—, técnica de uso corriente en la obstetricia actual, ha demostrado, de modo irrefutable, que no existe relación alguna entre el ritmo y la intensidad de los latidos del corazón del niño y el sexo de éste.

En la actualidad, existen dos métodos científicos para saber el sexo del niño antes del nacimiento. Uno es muy simple, pero tan sólo da resultados válidos a partir del séptimo mes del embarazo: la ecografía uterina. El segundo podría indicar el sexo mucho antes, pero es un método difícil e incluso peligroso: la punción am-niótica.

La ecografía uterina, basada en los ultrasonidos —y por lo tanto sin ningún peligro—, permite estudiar el feto con gran detalle, proporcionando sobre una pantalla de televisión una especie de «fotografía», tan detallada que permite distinguir su sexo. Si el sexo resulta visible, lo que no siempre ocurre, pues depende de la posición del niño, un buen ecografista nunca se equivoca.

La punción amniótica consiste en tomar una muestra del líquido amniótico, mediante una punción a través del vientre de la madre.

El líquido amniótico (las aguas) es el que rodea al niño en el interior del útero. La muestra obtenida se observa al microscopio, a fin de estudiar las células que flotan en el líquido. Algunas provienen de la piel del feto. Como cualquier otra célula de su cuerpo, las cutáneas contienen 46 cromosomas en el núcleo. Entre ellos se encuentran los dos cromosomas sexuales, que permitirán descubrir el sexo del niño.

En efecto, el sexo de un individuo viene determinado por esos cromosomas sexuales.1 La presencia de dos cromosomas denominados X caracteriza el sexo femenino (XX = femenino); la presencia de un único cromosoma X y de otro, mucho más pequeño, denominado Y caracteriza el sexo masculino (XY = masculino). Si el estudio al microscopio de las células del niño tomadas de la muestra de líquido amniótico indica la presencia de dos cromosomas X, el feto es de sexo femenino.

Si, por el contrario, se descubre la presencia de un cromosoma X y un cromosoma Y, el feto es de sexo masculino. Pese a tratarse de un método complicado, el análisis de las células del líquido amniótico suministra una información válida, y podría parecer óptimo para saber el sexo del niño antes del nacimiento.

En realidad, el problema no radica tanto en el análisis del líquido amniótico —pese a que el margen de error sea de un 15 %— como en la punción misma. Se trata de un procedimiento relativamente fácil hacia el final, del embarazo, cuando el niño es percibido con claridad, mas para entonces la ecografía resulta mucho más simple. Sin embargo, en los primeros meses, con un embrión pequeño y con poco líquido, la punción es difícil y peligrosa.

Podría compararse al intento de pinchar —a través de la cascara— la clara de un huevo crudo sin tocar la yema, hallándose dicho huevo en el fondo de un cesto lleno de lana. El deseo de saber el sexo del niño no merece correr tantos riesgos. No obstante, es cierto que la punción amniótica se practica a veces durante los primeros meses del embarazo, pero de modo excepcional, y nunca para saber el sexo. Se trata de los casos graves (cuando se teme que se produzcan malformaciones), en los que el riesgo de la punción queda compensado por el de evitar que evolucione un embarazo anormal.

martes, 15 de marzo de 2011

Malformaciones en el Bebé


¿Qué riesgo hay de tener un hijo con malformaciones?

Esta pregunta traduce la ansiedad permanente de todas las embarazadas de cualquier época y país, así que no me sorprende que la formules... La esperaba.

Ante todo, quiero tranquilizarte, pues los riesgos son ínfimos: un caso por cada mil nacimientos, aproximadamente.
Entre las malformaciones debidas a una anomalía congénita (anomalía de los cromosomas, antes o poco después de la fecundación), la más habitual es el mongolismo, debida a la presencia de un cromosoma supernumerario, y que no sobrevive más que en un embarazo de cada 2.000 antes de los cuarenta años (pasada esa edad, el riesgo aumenta considerablemente).

Entre las malformaciones debidas a una embriopatía, es decir, a un trastorno en las primeras etapas de la formación del feto —en los primeros meses exclusivamente—, las más habituales son las debidas a la rubéola. Pero, además de que un alto número de mujeres en edad de quedar embarazadas se hallan inmunizadas contra esa enfermedad, que la vacunación puede proteger al resto y que el niño no tiene por qué ser atacado por dicha dolencia ni siquiera en las condiciones menos favorables, disponemos de análisis clínicos extremadamente precisos, que permiten al médico negar o afirmar la realidad del riesgo.

En caso afirmativo, es conveniente plantearse la interrupción del embarazo. En definitiva, si bien la manifestación de la rubéola en una mujer encinta, en el curso de los tres primeros meses del embarazo (repito que no hay ningún peligro más allá de esa fecha), puede ser causa de una comprensible inquietud, hay que insistir sin embargo en que el riesgo real es ínfimo.

Respecto a los medicamentos, he de decir que ya no son causa de malformaciones, debido a que en la actualidad se lleva a cabo un control muy severo, a fin de no prescribir a una embarazada ningún medicamento nuevo o poco conocido.

Existen otras causas, pero son tan diversas como raras.

En cuanto a los métodos de detección de malformaciones, los progresos son mucho menos espectaculares de lo que ciertos artículos de revistas han proclamado. El único medio de que disponemos es la punción amniótica (o amniocentesis), ya descrita.

Difícil y peligrosa en los primeros meses del embarazo, único período en que sería de utilidad, permite tan sólo detectar unas pocas malformaciones (esencialmente cromosómicas), y además no puede ser practicada de modo sistemático en cada examen médico preventivo. De hecho, no se utiliza sino en casos muy raros de malformaciones hereditarias. Por otra parte, la ecografía puede revelar ciertas anomalías importantes de tipo morfológico (hidrocefalia, ausencia de cerebro, malformaciones de los miembros, etc.), aunque generalmente en un feto ya grande.

lunes, 14 de marzo de 2011

Medicamentos Nocivos para el bebé


¿Qué medicamentos son peligrosos para el niño?

Tras el drama de la talidomida, se ha creado una auténtica psicosis con respecto a los medicamentos que puede tomar la futura madre. Sin embargo, no hay que sacar las cosas de quicio. La inmensa mayoría de los medicamentos no tiene efectos desfavorables sobre el niño, sobre todo después del tercer mes, ya que el riesgo eventual sólo existe en los tres primeros meses del embarazo.

No obstante, algunos medicamentos están terminantemente prohibidos, en el estado actual de conocimientos: las hormonas masculinas y productos derivados, los anticoagulantes a base de antivitamina K, los vermífugos a base de estaño, la vacuna contra la rubéola, los medicamentos anticancerosos, el yodo radiactivo y el radio. Desde luego, estos medicamentos jamás se prescriben a una embarazada.

Otros deben ser empleados con prudencia: los antitiroideos sintéticos, las dosis fuertes y prolongadas de barbitúricos y morfínicos, ciertos medicamentos para bajar la tensión, algunos antibióticos administrados en dosis altas y durante un período prolongado, y las vacunas contra la viruela, la rabia, la difteria, la fiebre amarilla y la poliomielitis.

Para acabar, citaré al profesor Giraud: «No sería razonable dejar de aplicar a una mujer encinta un tratamiento necesario en base a un exceso de precaución. Tal actitud no sólo podría serle perjudicial a ella, sino también a su hijo, que puede sufrir indirectamente una enfermedad materna, o incluso ser atacado por esa misma enfermedad. Restablecer de inmediato la salud de la madre no puede suponer sino ventajas para el niño, a condición de que la terapéutica empleada no presente riesgos para éste, lo que exige una prudencia muy comprensible».