Preparación psicológica
Por supuesto, la preparación psicológica es inseparable de la preparación intelectual. El hecho de que te hayan puesto al corriente de los fenómenos fisiológicos del embarazo y el parto debe llevarte a desechar ciertos prejuicios, y en especial a rechazar ciertos temores, confesados o inconfesados; cuando desaparece el misterio desaparece la angustia, y esa victoria sobre la angustia debería ser el primer resultado psicológico de una preparación eficaz.
Durante las clases y las charlas subsiguientes, el partero, o la comadrona monitora, deben completar la preparación psicológica creando una atmósfera de tranquilidad y comprensión, y esforzándose en suprimir los condicionamientos que hacen del alumbramiento una prueba humillante y dolorosa, una servidumbre, una punición. Dichas nociones negativas deben ser reemplazadas por nociones positivas, la principal de las cuales es la siguiente: gracias a la preparación, eres capaz de modificar por ti misma tus relaciones «cerebroviscerales», a fin de volver más fácil el parto. En lugar de sufrir pasivamente, te vuelves activa, pues tienes un papel que jugar.
De modo general, se puede decir que la preparación sirve para que tomes una actitud adulta y responsable frente al acto de poner un hijo en el mundo, acto que, repitámoslo, es perfectamente normal, mas sin embargo tiene un cierto carácter excepcional con respecto a los demás actos de la existencia.
Una preparación lograda implica asimismo una transformación ile las relaciones entre tu partero y tú. La actitud del partero ya no debe ser paternalista («no se ocupe de nada, no intente comprender, tenga confianza en mí»); del mismo modo, tu actitud ya no debe ser una regresión de tipo infantil.
Por supuesto, una preparación bien llevada no anulará la confianza que debes depositar en la persona que te atienda en el parto; al contrario, se tratará de una confianza razonada que te llevará a participar activamente y a colaborar en el éxito del parto.
La preparación psicológica sería incompleta si no comprendiera lambién una toma de contacto con los locales y con el personal de la sala de partos; conocer el lugar y conocer a las comadronas y enfermeras es otro medio de eliminar la ansiedad.
Es aconsejable que visites una sala de partos, que veas, en su marco real, la cama de obstetricia y los instrumentos que concurren para lograr tu seguridad y la de tu hijo (material de reanimación, incubadora, etc.).
Las nociones de seguridad y calma, en relación con los mismos lugares en que tiene lugar el alumbramiento, me parecen un factor importante en la preparación psicológica, pues vas a adquirir esa seguridad por ti misma, en contacto con la realidad y no simplemente por mediación de la monitora.
Por supuesto, la preparación psicológica es inseparable de la preparación intelectual. El hecho de que te hayan puesto al corriente de los fenómenos fisiológicos del embarazo y el parto debe llevarte a desechar ciertos prejuicios, y en especial a rechazar ciertos temores, confesados o inconfesados; cuando desaparece el misterio desaparece la angustia, y esa victoria sobre la angustia debería ser el primer resultado psicológico de una preparación eficaz.
Durante las clases y las charlas subsiguientes, el partero, o la comadrona monitora, deben completar la preparación psicológica creando una atmósfera de tranquilidad y comprensión, y esforzándose en suprimir los condicionamientos que hacen del alumbramiento una prueba humillante y dolorosa, una servidumbre, una punición. Dichas nociones negativas deben ser reemplazadas por nociones positivas, la principal de las cuales es la siguiente: gracias a la preparación, eres capaz de modificar por ti misma tus relaciones «cerebroviscerales», a fin de volver más fácil el parto. En lugar de sufrir pasivamente, te vuelves activa, pues tienes un papel que jugar.
De modo general, se puede decir que la preparación sirve para que tomes una actitud adulta y responsable frente al acto de poner un hijo en el mundo, acto que, repitámoslo, es perfectamente normal, mas sin embargo tiene un cierto carácter excepcional con respecto a los demás actos de la existencia.
Una preparación lograda implica asimismo una transformación ile las relaciones entre tu partero y tú. La actitud del partero ya no debe ser paternalista («no se ocupe de nada, no intente comprender, tenga confianza en mí»); del mismo modo, tu actitud ya no debe ser una regresión de tipo infantil.
Por supuesto, una preparación bien llevada no anulará la confianza que debes depositar en la persona que te atienda en el parto; al contrario, se tratará de una confianza razonada que te llevará a participar activamente y a colaborar en el éxito del parto.
La preparación psicológica sería incompleta si no comprendiera lambién una toma de contacto con los locales y con el personal de la sala de partos; conocer el lugar y conocer a las comadronas y enfermeras es otro medio de eliminar la ansiedad.
Es aconsejable que visites una sala de partos, que veas, en su marco real, la cama de obstetricia y los instrumentos que concurren para lograr tu seguridad y la de tu hijo (material de reanimación, incubadora, etc.).
Las nociones de seguridad y calma, en relación con los mismos lugares en que tiene lugar el alumbramiento, me parecen un factor importante en la preparación psicológica, pues vas a adquirir esa seguridad por ti misma, en contacto con la realidad y no simplemente por mediación de la monitora.