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miércoles, 12 de octubre de 2011

Desarrollo del Lenguaje del Bebé


Sonríele a fin de no inhibir su placer en emitir sonidos, pero no repitas los de esa clase. Y deja poco a poco de recompensarlos, ni siquiera con una sonrisa.

Así lo hacen la inmensa mayoría de las madres —de manera más o menos consciente—, debido a que prácticamente todos los niños del mundo emiten los mismos sonidos durante los primeros seis meses de su vida. Las diferencias en el balbuceo, de acuerdo con las diversas nacionalidades, aparecen hacia finales del noveno mes.

Si empiezas a diferenciar ya en el quinto mes los sonidos emitidos por tu hijo, recompensando algunos y otros no, su repertorio irá incluyendo los primeros con mayor frecuencia, mientras que los segundos desaparecen.

Esto significa que el niño comienza a imitar los sonidos de su lengua materna, siempre, claro está, que haya pronunciado ya espontáneamente algunos similares. Este estadio de modelación precede al de la verdadera imitación, que suele desarrollarse al final del quinto mes.

Veamos ahora cómo enseñar al niño a utilizar sus expresiones vocales como un medio de establecer el contacto social. Durante el quinto mes, empieza a murmurar y a tratar de suscitar deliberadamente reacciones de su entorno. Pronto descubrirá que dichas reacciones son de dos tipos.

Sus murmullos no provocan ninguna reacción en el mundo en general, pero pueden causar un efecto considerable en las personas que le rodean. Esta experiencia es la condición indispensable para que comience a usar sus expresiones vocales como medio de establecer el contacto social. Hasta entonces, había reaccionado pasivamente en sus contactos con la gente.

Por ejemplo, volvía la cabeza en la dirección desde la cual le llamabas. En el sexto mes, en cambio, empezará por regla general a servirse de su voz para establecer un contacto directo contigo. Cuando no le hagas caso, intentará llamar tu atención emitiendo sonidos. Se trata de un estadio importante en el proceso de socialización.

Sin embargo, no es exclusivo de los seres humanos, ya que muchos animales atraen voluntariamente la atención hacia ellos. El murmullo emitido para llamar tu atención tiene el mismo propósito que el llanto primario, pero se distingue de él por el hecho de ser deliberado, no reflejo, y porque va dirigido a una persona específica, no a cualquiera.

lunes, 3 de octubre de 2011

Comunicación Madre y Bebé


«Conversación». Cuando el niño empiece a murmullar a menudo, podrás «charlar» con él. Persuádele para que emita sonidos, como hiciste en otros ejercicios. Cuando lo haga, imítale y en seguida guarda silencio. Cuando murmulle de nuevo! replícale otra vez. Charla con él de este modo con frecuencia, pero ten cuidado de no cansarle con este juego.

«Hablar a gritos». Una vez que el niño se ha acostumbrado a «hablarte» cuando estás cerca de él, intenta hacer lo mismo (durante el quinto y el sexto mes) desde una distancia mayor. Para que el pequeño te oiga, tendrás que gritar. Así aprenderá a gritar alternativamente contigo.

Los niños cuyas madres responden casi siempre a sus murmullos emitirán sonidos con mayor frecuencia que aquellos cuyas madres tienen menos tiempo disponible para ellos o que los niños criados en instituciones, donde las encargadas de su cuidado no disponen del tiempo suficiente para dedicar demasiado a cada niño en particular.

Del cuarto al sexto mes, el niño aprende a formar varias sílabas. Algunas de ellas son similares a las voces de los animales. Otras parecen pertenecer a diversas lenguas. Alrededor del quinto mes, aprende a gruñir, chillar, refunfuñar, ronronear, dar besos sonoros, sacar la lengua y expulsar el aire para emitir vibraciones, etc. Tararea melodiosamente y articula varias vocales, con combinaciones como «a-o-a-o» y otras por el estilo.

Alrededor del sexto mes, empezará probablemente a formar algunas consonantes. Las más frecuentes son: b, p, m, d, t, v (con el sonido que tiene en otros idiomas, no en español, próximo a la f). Algunos niños empiezan ya a esta edad a combinar las vocales con las consonantes para formar una sílaba. Balbucean.

Como he dicho, en el cuarto mes es conveniente repetir todas las expresiones vocales del niño. A partir del quinto mes, hay que empezar a diferenciar. Has de repetir los sonidos que se parezcan a los de vuestra lengua materna, pero pronunciados correctamente. Recompensa menos los que no pertenezcan a ella (por ejemplo, los gruñidos, los chillidos, los refunfuños, el chasquear los labios, los carraspeos).

domingo, 25 de septiembre de 2011

Desarrollo del Pensamiento en Bebés


Desarrollo del pensamiento

Objetivo: en el quinto y el sexto mes, el niño empieza a reaccionar a las relaciones entre causa y efecto, por lo que se puede empezar a prepararle lentamente para el pensamiento abstracto, es decir, para reaccionar de distinta manera a ciertas características de los objetos, dependiendo, por ejemplo, de si son grandes o pequeños, redondos o cuadrados.

Reaccionar a la relación entre el acto y su efecto. Durante el quinto y el sexto mes, te aconsejo que comiences a crear situaciones en que la actividad del niño dé lugar a un resultado inmediato. Utiliza para ello juguetes sonoros. Al principio, el niño apretará accidentalmente el juguete, y éste emitirá su sonido propio. Después de varios éxitos por casualidad, acabará por sentirse atraído por la conexión entre su propio acto y la reacción del objeto. Empezará a apretar el juguete con el propósito de hacerlo sonar.

Cuando el niño de cinco a seis meses juega con el trapecio que he descrito, observarás que empieza a experimentar, variando a propósito sus movimientos. Sin duda moverá el trapecio suavemente, luego con fuerza, y observará la diferencia en los resultados. Los juguetes que facilitan una variedad de actividades y dan lugar a resultados observables tienen un valor educativo superior al de aquellos que sólo permiten una actividad, que da siempre el mismo resultado.

Si cuelgas sobre el bebé la bolsa de plástico que describimos antes y en la que metiste diversos objetos, la manipulará durante mucho tiempo, porque puede agarrarla de varias maneras, apretarla y frotarla, hacer cambiar de lugar los objetos que encierra, etc. Esto conduce a una extraordinaria variedad de resultados, ya que la bolsa suena al agitarla y cambia de forma. En cambio, se cansará pronto de jugar con una pelota suspendida sobre él, puesto que son pocas las cosas que puede hacer con ella.

A los niños les gustan los juegos que les permiten descubrir por su cuenta las causas de los resultados que obtienen. Tales juegos son también los más apropiados para mantenerles activos y para poner en marcha los procesos fundamentales. Es importante para el niño que su acto cree un resultado inmediato, ya que así se hará obvia la relación entre causa y efecto. Sólo hacia el final del primer año será capaz de apreciar la relación entre acción y reacción cuando esta última llega un poco retrasada.