Volver la cabeza hacia un objeto nombrado en distintas condiciones. En diversos ejercicios, la reacción se produce enseguida si se mantienen las condiciones estables. Pero tan pronto como se altera alguna de ellas, la reacción del pequeño se hace insegura.
Por ejemplo, lo más probable es que no reaccione si la pregunta proviene de su abuela, en lugar de formularla tú. El presente ejercicio está destinado a enseñarle a reaccionar aunque se modifiquen las condiciones. Empieza por sentarte en un punto distinto con respecto al objeto, obligando así al niño a girar la cabeza en otra dirección.
Sostenlo de otra manera, por ejemplo no en brazos, sino sentado en tu regazo. Más tarde, puedes alterar la entonación de tu voz. Por último, pronunciarán la palabra el padre, la abuela u otra persona allegada. Sólo el objeto, en este caso la lámpara, ha de continuar siendo el mismo. Con esto se crea una asociación entre dos fenómenos fundamentales, la palabra y la lámpara.
Los demás detalles perderán poco a poco su significación. Observarás que este ejercicio favorece también la capacidad infantil de abstracción.
Distinguir entre objetos nombrados verbalmen-te. No se debe intentar este ejercicio hasta que el niño domine los ejercicios, cosa que logrará, en general, durante el séptimo mes. Sirve para recompensar y perfeccionar las respuestas aprendidas con los dos ejercicios anteriores.
Coloca sobre la mesa o en cualquier sitio en que estén dentro del campo de visión del niño dos o tres objetos que él conozca bien. Siéntale en tu regazo y pregúntale: «¿Dónde está el osito?» Una vez que haya mirado hacia el juguete, alábale por su respuesta y pregúntale: «¿Dónde está la lámpara?» Alterna las preguntas. Después de uno o dos minutos, cambia los objetos de lugar y pregúntale de nuevo. Elogíale y acaricíale a cada respuesta correcta. Si comete algún error, corrígele cariñosamente, diciendo: «No, eso no es la lámpara. Eso es el osito».
Por ejemplo, lo más probable es que no reaccione si la pregunta proviene de su abuela, en lugar de formularla tú. El presente ejercicio está destinado a enseñarle a reaccionar aunque se modifiquen las condiciones. Empieza por sentarte en un punto distinto con respecto al objeto, obligando así al niño a girar la cabeza en otra dirección.
Sostenlo de otra manera, por ejemplo no en brazos, sino sentado en tu regazo. Más tarde, puedes alterar la entonación de tu voz. Por último, pronunciarán la palabra el padre, la abuela u otra persona allegada. Sólo el objeto, en este caso la lámpara, ha de continuar siendo el mismo. Con esto se crea una asociación entre dos fenómenos fundamentales, la palabra y la lámpara.
Los demás detalles perderán poco a poco su significación. Observarás que este ejercicio favorece también la capacidad infantil de abstracción.
Distinguir entre objetos nombrados verbalmen-te. No se debe intentar este ejercicio hasta que el niño domine los ejercicios, cosa que logrará, en general, durante el séptimo mes. Sirve para recompensar y perfeccionar las respuestas aprendidas con los dos ejercicios anteriores.
Coloca sobre la mesa o en cualquier sitio en que estén dentro del campo de visión del niño dos o tres objetos que él conozca bien. Siéntale en tu regazo y pregúntale: «¿Dónde está el osito?» Una vez que haya mirado hacia el juguete, alábale por su respuesta y pregúntale: «¿Dónde está la lámpara?» Alterna las preguntas. Después de uno o dos minutos, cambia los objetos de lugar y pregúntale de nuevo. Elogíale y acaricíale a cada respuesta correcta. Si comete algún error, corrígele cariñosamente, diciendo: «No, eso no es la lámpara. Eso es el osito».