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Bebés gemelos: Similares pero diferentes

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martes, 31 de mayo de 2011

Primera Etapa de nacimiento


Es el fin del embarazo. Este período se halla dominado, tanto lisica como psicológicamente, por la noción de unión con la madre.
Las condiciones para el niño son entonces óptimas: seguridad, protección, medio líquido y tibio, agradable, y satisfacción de todas las necesidades: nutritivas por medio del cordón umbilical, urinarias por la micción en el medio amniótico (no hay función intestinal, por lo tanto tampoco hay deposiciones).

Esta beatitud puede sin embargo verse alterada. De modo ocasional y superficial, por ruidos externos demasiado intensos, por sacudidas sufridas por la madre, por una molestia pasajera de ésta, por el uso del tabaco o del alcohol, por el examen del ginecólogo, por las relaciones sexuales, etc. La alteración puede ser más duradera y de mayor gravedad a causa de cualquiera de las enfermedades propias del embarazo (hipertensión arterial, toxemia gravídica, choque por el factor Rh), del miedo o la angustia de la madre, de un trabajo penoso efectuado por ésta, etcétera.

A pesar de que todas esas agresiones son bien conocidas por la medicina oficial, ésta sólo ve en ellas la posibilidad de una repercusión en la salud del niño.

Las exploraciones por medio del LSD revelan que el niño puede asimismo sentir esas agresiones a nivel psíquico, con sensación de incomodidad, dolores, angustia, etc., y memorizar después esos recuerdos incómodos de su inconsciente, del que podrán «extraerlos» los métodos psicoterapéuticos ya mencionados. La sabiduría popular ya había reconocido, desde hace tiempo, la influencia de la ansiedad o la angustia de la madre sobre el desarrollo del embarazo y sobre el psiquismo del niño.

En este estadio, las descripciones suministradas por los sujetos experimentales son todas parecidas. Se describen como de tamaño muy pequeño, con la característica desproporción entre el volumen de la cabeza y el del resto del cuerpo (sabemos que el recién nacido tiene una cabeza proporcionalmente mucho mayor que la del adulto).

Pueden sentir el líquido que los baña e incluso a veces el cordón umbilical. Esas percepciones se hallan asociadas a una impresión psíquica de completa felicidad, de fusión perfecta en la unidad cósmica. Los sentimientos mencionados con mayor frecuencia son: paz, tranquilidad, alegría, serenidad, beatitud, esplendor y plenitud del ser, trascendencia del tiempo y el espacio. Todos señalan que las palabras del lenguaje ordinario son insuficientes para traducir la naturaleza de esa sensación y su significado.

viernes, 27 de mayo de 2011

Experiencia perinatal - traumas en el nacimiento


La experiencia perinatal del recién nacido puede dividirse en cuatro etapas, que corresponden por otra parte a las cuatro etapas del parto.
La primera etapa es la que precede al período de dilatación, es decir al final del embarazo.

La segunda etapa es la del comienzo de la fase de dilatación y, más tarde, de las contracciones uterinas. Corresponde a lo que los parteros anglosajones denominan the first stage of labor, la primera clapa de la fase de dilatación.

La tercera etapa corresponde a la abertura del útero y al descenso del niño por las vías genitales de la madre. Es lo que los parteros anglosajones denominan the second stage of labor. Cabe destacar que fisiológicamente, este estadio se desarrolla a menudo en concomitancia con el anterior.

La cuarta etapa corresponde a la salida del niño de las vías genitales maternas. Es el third stage of labor de los anglosajones, la tercera etapa de la fase de dilatación.

Veamos cómo vive y sufre el niño esos diversos fenómenos; después comprenderemos mejor por qué es necesario humanizar y dulcificar el nacimiento.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Nacimiento - técnica de regresión


Revivir el nacimiento se está convirtiendo en un pasatiempo de moda, al menos en Estados Unidos. Agrupaciones especializadas prometen por diez dólares un nacimiento revivido. Estas prácticas, aparecidas con mucha frecuencia en la prensa norteamericana e incluso europea, pueden confundir al lector, por lo que me parece necesario realizar algunas aclaraciones.

Esas experiencias norteamericanas, en las que le prometen a uno revivir el nacimiento en una bañera de agua tibia, no corresponden en absoluto a verdaderos nacimientos revividos. Lo que ocurre es que en el agua caliente, en inmersión total y prolongada, aparecen determinadas sensaciones y emociones que condicionan al sujeto a interpretar la experiencia como un nacimiento revivido.

En realidad, no hacen sino proyectar en esa sensación el deseo de revivir su nacimiento, proyección facilitada por el contexto en que se desarrollan este tipo de experiencias.

Revivir el nacimiento constituye un caso concreto de regresión a la infancia. Este tipo de fenómenos son conocidos desde hace mucho en el ámbito del psicoanálisis, y han sido particularmente estudiados y explotados en cuatro dominios determinados: las terapias e investigaciones psicológicas emocionales de origen norteamericano, las ascesis espiritualistas orientales, la hipnosis o, más en general, las técnicas de terapia por sugestión, y las experimentaciones médicas con ciertas drogas psicodélicas como la mescalina, la psilacibina y el LSD, químicamente vecinas de ciertos mediadores cerebrales, como la dopamina y la serotonina.

Revivir el nacimiento no ha sido nunca un fin en sí mismo, sino un acontecimiento fortuito e imprevisible, una regresión como muchas otras, que se manifiesta a veces, si bien muy excepcionalmente, en ciertos sujetos que se libran a experiencias como las citadas.

La regresión en el tiempo no constituye un fin en sí misma. Se trata, o bien de un medio para llegar al conocimiento total del yo real (psicoanálisis, investigaciones psicológicas norteamericanas, terapia por sugestión), o bien de un medio para estudiar una actividad cerebral concreta. En los demás casos, el conocimiento del yo requiere una dura disciplina, una voluntad firme, sacrificios y años de trabajo en el estudio de las ascesis orientales.

domingo, 22 de mayo de 2011

Recién nacido - como siente el nacimiento


Cómo vive y siente el niño su nacimiento

Dice Marilyn Ferguson: «Los descubrimientos de los investigadores del cerebro y los de las disciplinas anexas están produciendo profundos cambios en las teorías científicas y en la sociedad. Ello produce reacciones en cadena en medicina, psiquiatría y pedagogía.

Las teorías sobre la naturaleza de la inteligencia están desquiciadas. Un maremoto arrastra a los científicos a experiencias que, hace apenas diez años, pasaban por maniobras de charlatanes: estados alterados de la conciencia, curaciones no ortodoxas, parapsicología...

»Cuando se hallan reunidos los descubrimientos de las diversas disciplinas, surge una imagen de las posibilidades y complejidades humanas que difiere de la idea que se suele tener del hombre, al igual que el sol es distinto de una bombilla eléc-(rica...
»A medida que se amplía el campo de la investigación, el número de fenómenos aumenta en progresión geométrica, obligando a revisiones continuas de las teorías existentes...»

Dado que los primeros meses de la vida dejan huellas indelebles en la personalidad del niño, algunos pensaron que el nacimiento podía marcar al inconsciente.

Esta idea no es nueva; la expuso por primera vez el psiquiatra vienes Otto Rank, en 1927, en su libro El trauma del nacimiento.
Desde hace unos veinte años, numerosos teóricos del campo de la psicología han atraído de nuevo la atención sobre la prueba, psicológica y físicamente terrible, que supone el nacimiento. Pero sólo podían enunciarse hipótesis con respecto al modo en que un recién nacido vivía y sufría la prueba del nacimiento.

De nuevo la psicoterapia y las investigaciones psíquicas modernas proporcionan la respuesta. Varios métodos psicoterapéu-ticos han permitido a sujetos experimentales —médicos, psicólogos, estudiantes o enfermos— remontarse en los recuerdos grabados en su inconsciente mucho más lejos de lo que habían permitido hasta ahora los métodos del psicoanálisis clásico. Esos sujetos han podido así realizar una experiencia prodigiosa: revivir su nacimiento..

Puede parecer increíble, pero la experiencia ha sido vivida y confirmada por millares de sujetos experimentales de distinta cultura, educación y formación, en fechas y lugares diferentes y con distintos métodos de psicoterapia.

Esta experiencia se describe en el libro de Leboyer citado: «... Puede parecer increíble. Y sin embargo es así. Aquellos que han revivido su nacimiento pueden dar testimonio de ello». Pienso que esta noción de un testimonio vivido arroja una nueva luz sobre las ideas de Leboyer.

La posibilidad de revivir escenas antiguas o muy antiguas supone que esas escenas están real y definitivamente grabadas en el cerebro. Hoy, esa realidad ha sido probada a nivel experimental y anatómico. En efecto, Marilyn Ferguson, en su obra La revolución del cerebro, dice: «...

La estimulación del lóbulo temporal del cerebro, directamente adyacente al rinencéfalo, produce un efecto típico de los ASC [altered state of consciousness, estados alterados de la conciencia]: incidentes del pasado [...] son revividos, casi como si pasara una banda magnética de video. W. Penfield, célebre neurocirujano, descubrió el fenómeno explorando ei cerebro de epilépticos, a fin de localizar con precisión la zona que provocaba la crisis. Pudo constatar que la exploración por medio de sonda electrónica de determinados puntos del lóbulo temporal desencadenaba una «segunda proyección» de acontecimientos pasados».

jueves, 19 de mayo de 2011

El Nacimiento - posibles traumas


El niño puede sentir de modo dramático el trauma del nacimiento

A lo largo de estas páginas he tratado de hacerte comprender dos realidades fundamentales:

el feto al final del embarazo —al igual que el recién nacido— es sin duda un ser humano, capaz de realizar una actividad psíquica, motora y sensorial extremadamente intensa, de la que apenas se empiezan a sospechar la importancia y las posibilidades;

— el nacimiento no supone pues el comienzo de la vida, sino tan sólo un paso brutal de un mundo conocido, mullido y protector a otro desconocido, hostil y agresivo;

— este paso brutal puede ser vivido de un modo dramático por el niño, mereciendo entonces el calificativo de trauma del nacimiento. En nuestros días, el carácter psicológicamente traumático de ciertos nacimientos ha sido atestiguado de modo definitivo por pruebas científicas objetivas (las posibilidades que tiene el niño de ser afectado) y por testimonios subjetivos, que veremos más adelante.

Aun en el caso de que el parto en sí no sea forzosamente sentido por el niño como algo traumático (muchos niños parecen dormir cuando sacan la cabeza de la vagina materna), parece que el primer contacto con el mundo exterior (inhalación de aire, manipulaciones del médico) es siempre percibido de modo desagradable; el hecho es que todos los niños gritan desde que salen, y parece ya insostenible la teoría de que se trata de gritos de alegría.

Todas estas nociones que, en el curso de los últimos años, han cambiado de arriba abajo las ideas preconcebidas —o, más exactamente, la falta total de ideas— de la ciencia oficial, desembocan de modo ineludible en un imperativo evidente: es preciso dulcificar las condiciones del nacimiento, es preciso humanizar el nacimiento.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Recien Nacido - ¿Siente algo el Feto?


¿Siente algo el feto?

E. Schrodinger afirma: «Se da siempre un cierto retraso de transmisión entre las ideas de los sabios y la idea que la gente se forma de las ideas de esos sabios».

El nacimiento, ese paso de la vida intrauterina a la vida exterior, del mundo desconocido, constituye una prueba terrible, física y psicológicamente atroz para el niño, el cual la sufre de un modo pasivo, sin encontrar, al final del calvario, la reconfortante acogida que tiene derecho a esperar de nosotros.

Y se objetará: ¿Cómo es posible afirmar que el niño siente el parto como una prueba penosa? ¿Cómo es posible siquiera afirmar que el niño siente algo?

«¡Bah!, un recién nacido no siente nada...»

Este tipo de razonamiento se parece a los sostenidos por eminentes sabios, hace apenas dos siglos, los cuales se preguntaban si la mujer tenía alma, dado que carecía siquiera de inteligencia.

«¡Bah!, las mujeres no piensan...»
Bastaría sin embargo con reflexionar cinco minutos sobre lo que supondrían para un adulto las pruebas físicas que el recién nacido sufre durante el parto; pocos adultos las resistirían. Por no hablar de la angustia y el pánico experimentados al penetrar en ese mundo nuevo, desconocido y hostil.

«¡Bah!, un recién nacido no siente nada...»
Sin embargo, dos minutos después de su nacimiento, mientras lo sujetas en tus brazos, haz como que lo dejas caer; todo su cuerpo realizará un movimiento de terror y se pondrá a aullar. Si un recién nacido siente tan intensamente el intento de un falso movimiento, apenas dos minutos después de nacer, ¿no cabe pensar que siente con la misma intensidad dos minutos antes?
¿Por qué un elevado número de médicos se obstinan en comparar al feto con una piedra y en no querer admitir, contra todas las evidencias científicas, que es capaz de sentir mucho antes del nacimiento?

lunes, 9 de mayo de 2011

Parto Normal - Examenes en el bebé


En el curso de un parto normal, es decir en la mayoría de los casos, el grito es inmediato, el índice de Apgar se sitúa entre 9 y 10 en el primer minuto y los cuidados se reducen a unos pocos. Una vez mantenido el niño a una temperatura apropiada, se llevan a cabo, en orden cronológico, los siguientes pasos:

— desobstrucción de la nariz, de la boca y de la garganta con ayuda de una fina sonda de goma con la que se aspiran delicadamente todas las mucosidades que pueden llenar Enlacedichas cavidades. La desobstrucción se aconseja de modo sistemático en el parto clínico;

— examen corporal rápido a fin de asegurarse de la ausencia de malformaciones; se verifican la cavidad bucal y la nariz, el sexo, los dedos de las manos y de los pies, las caderas, el ano;

— seccionamiento de la porción restante del cordón, al nivel del ombligo, tras haber colocado una pinza especial. El ombligo se limpia de inmediato con m e re u roe rom o, después se realiza una cura con compresas y una banda de gasa enrollada alrededor del vientre del niño, a modo de una faja;

— aplicación de una gota de colirio antibiótico en cada ojo. Esta práctica, obligatoria desde hace muchos años, ha hecho remitir por completo la oftalmía del recién nacido;

— pesaje del bebé en una balanza apropiada, teniendo en cuenta el peso de la pinza del cordón umbilical. El peso normal de un recién nacido oscila como término medio de 3.000 a 3.300 gramos;

— medida del niño desde la cabeza a la planta de los pies: 50 centímetros aproximadamente;

— aseo del bebé; se le lava, peina, y viste antes de serle presentado a la madre;

— toma de las huellas de la planta de los pies y fijación del brazalete de indentificación (nombre, apellido y sexo) alrededor del puño.

Una vez satisfecha su primera visita al mundo de los humanos, podrá ser confiado unos minutos a su madre a fin de que se conozcan.

Después de lo cual será depositado en su cuna para proporcionar a la madre un descanso bien merecido.
En suma, hay que reconocer que la actitud clásica priva a la madre de un contacto inmediato con su hijo, y somete a éste a una serie de controles técnicos que evoca los sufridos por un electrodoméstico al final de la cadena de montaje.
Más adelante te mostraré que una actitud más humana es deseable, posible y beneficiosa.

lunes, 18 de abril de 2011

La Primera etapa del Parto


La primera etapa del parto

Corresponde a la desaparición del cuello del útero y después a su abertura, hasta una dilatación media de tres o cuatro centímetros.

Según la costumbre de la clínica, se te dejará en reposo en tu habitación o bien serás colocada en una sala, junto con otras mujeres en tus mismas circunstancias. Por mi parte, estimo que este período, que puede durar varias horas, no debe ser pasivo; la mujer debe tener medios para distraerse (lectura, radio, televisión, punto), y poder conversar con las demás.

No hay por qué ser dogmático al respecto; algunas mujeres preferirán quedar en reposo, otras desearán tener en qué ocuparse. Lo ideal sería que se ofrecieran las dos posibilidades, pero es preciso decir que ni siquiera las clínicas más modernas están perfectamente equipadas a este nivel.

En el momento de las contracciones, debes realizar algunas respiraciones profundas, y tratar de estar perfectamente relajada. Si has aprendido los ejercicios de relajación, es el momento de ponerlos en práctica. Por el contrario, es mejor que te abstengas de hacer la respiración superficial durante esta primera etapa, pues es demasiado fatigosa.

Durante todo este período, la presencia de tu marido será muy útil y deseable. Podrá distraerte y, sobre todo, ayudarte a lograr la relajación. Su presencia te ayudará a sentirte menos sola frente al inminente acontecimiento.

No obstante, su presencia sólo será beneficiosa en el caso de que esté tranquilo y no vaya a transmitirte un nerviosismo y una angustia que afectan a muchos futuros padres en esos momentos. Nada hay más exasperante para el personal médico que un marido, pálido y angustiado, que no cesa de tocar el timbre de la habitación y de acosar a todos, furioso al constatar que el mundo no ha dejado de girar porque «él» vaya a dar a luz.

sábado, 16 de abril de 2011

Final de la Dilatación - Parte 2


El fin del período de dilatación

Esta posición en cucullas, semisentada, con el busto inclinado hacia atrás, es exactamente la que ha servido para diseñar las sillas de partos que se han usado durante siglos en algunos países civilizados. En nuestros días, dicha posición natural es aún corriente en muchos pueblos tradicionales.

La revista Parents publicó un reportaje, ilustrado con magníficas fotografías, sobre el «parto al modo antiguo» de una joven occidental en un pequeño pueblo del sur de Marruecos. He aquí la descripción de la posición utilizada: «Me colocan en la posición adecuada: en cuclillas y con la espalda apoyada en las rodillas de una mujer que rodea con sus brazos mi distendido abdomen. Otra mujer situada enfrente nos retiene a las dos asiendo mis brazos, que mantengo estirados».

Voy a decirte, pues, cómo creo que conviene conjugar ambas tendencias, la tradicional y la actual:

durante la primera fase del parto, en la que domina la dilatación del cuello, parece beneficioso andar de un lado a otro. De vez en cuando puede tomarse un descanso, sentándose o acostándose (lo que permitirá los exámenes de control);

durante la segunda fase del parto, dominada por el descenso del niño y las cada vez más dolorosas contracciones, la más adecuada parece ser la posición en cuclillas. El apoyo tradicional de las rodillas de la comadrona será reemplazado por el sostén proporcionado por un larguero de la cama, al que la parturienta podrá agarrarse. (Dicho larguero desempeña el papel de la cuerda o el poste fijado a tierra delante de la mujer en numerosas culturas tradicionales);

durante la tercera fase del parto, es decir el parto propiamente dicho, la salida del niño, la posición moderna occidental sobre la cama de obstetricia me parece mejor, sobre todo si es semisentada y no acostada por completo.

Por otra parte, una silla de parto bien diseñada es superior a nuestras actuales camas obstétricas.

En posición semisentada, la mujer percibe y controla mejor su esfuerzo de empuje. Además, dicha posición deja totalmente libre el perineo, permitiendo la vigilancia y eventual intervención del partero. De todos modos, no se debe ser dogmático, y tampoco imponer una determinada posición a una mujer; quien desee permanecer acostada durante todo el proceso del parto, debe estar en libertad de hacerlo.

jueves, 14 de abril de 2011

Final de la Dilatación - Parte 1


El fin del período de dilatación

Viene marcado por las contracciones, que se hacen más frecuentes (cada tres o cuatro minutos), más prolongadas (de cuarenta y cinco segundos a un minuto) y más intensas.

Generalmente, es en esta etapa cuando serás transportada a la sala de partos.

El catedrático español J. Arroyo y sus colaboradores han llevado a cabo un estudio sobre la influencia que tiene la posición de la parturienta sobre la calidad de las contracciones y la facilitación del parto. Un primer grupo de mujeres adoptó alternativamente la posición acostada o sentada durante el parto. Un segundo grupo, la posición acostada o de pie.

El segundo grupo mostró con claridad una disminución del dolor y un aumento de eficacia de las contracciones, con un significativo acortamiento de la duración del parto.

Dicho estudio científico parece pues confirmar el efecto benéfico de la posición en pie sobre el desarrollo subjetivo y objetivo del parto.

Quizá sea útil recordar a este respecto que la posición horizontal no es sino una idea muy reciente de los médicos occidentales, y que durante milenios las mujeres han dado a luz de pie, poniéndose de cuclillas durante la contracción.

La obra de G. J. Witkowski Accouchements chez tous les peuples (El alumbramiento en los diversos pueblos) que, pese a su antigüedad, es sin duda la más completa sobre el tema, así como las más recientes de M. Dumont o H. Speert, muestran la gran similitud de las posiciones naturales en todos los países y a lo largo de milenios.

En la gran mayoría de los casos, la posición espontáneamente adoptada por la parturienta es la siguiente: la mujer se coloca en cuclillas o arrodillada con el busto echado hacia atrás. Para mantener la posición, se sujeta por las rodillas y el pecho a una ayuda situada detrás de ella, o bien se engancha a una cuerda o un poste colocado delante.

viernes, 18 de marzo de 2011

La preparación para el Parto



Vamos a abordar ahora el tema más importante, tanto para ti como para tu hijo: la preparación para ese acto extraordinario que es el nacimiento.

Es curioso comprobar que tan sólo desde hace algunas décadas resulta evidente la noción de que el parto es un acontecimieito lo bastante excepcional en la vida de una mujer como para justificar y requerir que Se prepare para el mismo con todo cuidado.

Debes consagrar los tres últimos meses del embarazo a dicha preparación, la cual te asegurará un alumbramiento sin problemas.
Por supuesto, debes seguir los cursos organizados por la clínica, pero de momento me parece necesario ayudarte a esa preparición dándote el máximo de información posible, a fin de que saques mayores beneficios.

Esa preparación tiene dos objetivos
Ante todo, debo explicarte lo que ocurrirá en el momento del parto, a fin de que no vivas ese instante excepcional pa sivamente, sufriéndolo, sino que, por el contrario, participes con plena conciencia en el acto maravilloso de dar la vida. Participación y cooperación con los que estarán junto a ti para ayudarte, el médico y la comadrona.

Antaño, la futura madre abordaba con terror el fin del embarazo, terror exacerbado a menudo por los relatos horribles que su familia o sus amigas no olvidaban contarle. El viejo anatema «parirás con dolor», herencia discutible de nuestra civilización judeocristiana, era sentido como una prueba inevitable, a la que ninguna mujer podía ni debía sustraerse.

El parto suponía la prueba ineludible para la mujer, al igual que la guerra o el servicio militar lo eran para el hombre, y las mujeres se contaban unas a otras las incidencias de sus alumbramientos, del mismo modo que los hombres comentaban sus campañas.

En la actualidad, el nacimiento debe ser considerado como un acontecimiento ciertamente excepcional, pero en el que la fascinación y la alegría predominan sobre cualquier otro sentimiento.

martes, 15 de marzo de 2011

Malformaciones en el Bebé


¿Qué riesgo hay de tener un hijo con malformaciones?

Esta pregunta traduce la ansiedad permanente de todas las embarazadas de cualquier época y país, así que no me sorprende que la formules... La esperaba.

Ante todo, quiero tranquilizarte, pues los riesgos son ínfimos: un caso por cada mil nacimientos, aproximadamente.
Entre las malformaciones debidas a una anomalía congénita (anomalía de los cromosomas, antes o poco después de la fecundación), la más habitual es el mongolismo, debida a la presencia de un cromosoma supernumerario, y que no sobrevive más que en un embarazo de cada 2.000 antes de los cuarenta años (pasada esa edad, el riesgo aumenta considerablemente).

Entre las malformaciones debidas a una embriopatía, es decir, a un trastorno en las primeras etapas de la formación del feto —en los primeros meses exclusivamente—, las más habituales son las debidas a la rubéola. Pero, además de que un alto número de mujeres en edad de quedar embarazadas se hallan inmunizadas contra esa enfermedad, que la vacunación puede proteger al resto y que el niño no tiene por qué ser atacado por dicha dolencia ni siquiera en las condiciones menos favorables, disponemos de análisis clínicos extremadamente precisos, que permiten al médico negar o afirmar la realidad del riesgo.

En caso afirmativo, es conveniente plantearse la interrupción del embarazo. En definitiva, si bien la manifestación de la rubéola en una mujer encinta, en el curso de los tres primeros meses del embarazo (repito que no hay ningún peligro más allá de esa fecha), puede ser causa de una comprensible inquietud, hay que insistir sin embargo en que el riesgo real es ínfimo.

Respecto a los medicamentos, he de decir que ya no son causa de malformaciones, debido a que en la actualidad se lleva a cabo un control muy severo, a fin de no prescribir a una embarazada ningún medicamento nuevo o poco conocido.

Existen otras causas, pero son tan diversas como raras.

En cuanto a los métodos de detección de malformaciones, los progresos son mucho menos espectaculares de lo que ciertos artículos de revistas han proclamado. El único medio de que disponemos es la punción amniótica (o amniocentesis), ya descrita.

Difícil y peligrosa en los primeros meses del embarazo, único período en que sería de utilidad, permite tan sólo detectar unas pocas malformaciones (esencialmente cromosómicas), y además no puede ser practicada de modo sistemático en cada examen médico preventivo. De hecho, no se utiliza sino en casos muy raros de malformaciones hereditarias. Por otra parte, la ecografía puede revelar ciertas anomalías importantes de tipo morfológico (hidrocefalia, ausencia de cerebro, malformaciones de los miembros, etc.), aunque generalmente en un feto ya grande.